Se acercan las próximas elecciones y las personas que se postulan a un cargo comienzan a ponerse nerviosas y activarse, prestas a escribir su programa electoral cual carta los Reyes Magos, sin percatarse que antes de realizar esta tarea deberían preguntarse qué proyecto de futuro tienen para su ciudad o comunidad, aunque se asusten al descubrir que no lo tienen.
Se puede llegar a ser alcalde o presidente con un programa electoral (aunque no se cumpla), e incluso casi sin programa (porque el electorado cada vez se fía menos de los programas electorales y resulta más efectivo repetir unas cuantas consignas y falsedades); pero hay otra categoría de líderes que tienen un proyecto de ciudad o comunidad en su cabeza y son capaces de transmitir ese compromiso y emoción, convocando a la ciudadanía para hacerlo realidad.
Una cosa es un programa electoral y otra un proyecto de futuro.
¡Solo un necio confunde programa y proyecto!
Mientras los candidatos se afanan por repetir como un mantra sus discursos llenos de promesas que intentan regalar el oído a un electorado descreído, buena parte de la población tiene en su cabeza una pregunta sin respuesta: ¿Qué proyecto de futuro tiene este individuo para nosotros?
Y la prueba infalible para conocer si realmente hay proyecto es preguntar directamente al candidato qué proyecto de futuro tienes en tu cabeza (qué ciudad sueñas para el futuro, qué quieres que seamos juntos en 15 años…). Si no hay una respuesta rápida, clara, coherente y contundente, si es deslavazada o improvisada, o simplemente remite al programa electoral; es una prueba evidente de que el candidato no tiene proyecto.
Necesitamos líderes con pensamiento estratégico.
Aunque la sociedad se ha vuelto cortoplacista y quiere que se solucionen todos sus problemas en un rato, tener proyectos a largo plazo sigue siendo una necesidad y un motivo de confianza. Por eso, buena parte de la gente trata de escrutar si quien se postula para un cargo es capaz de ofrecer un futuro esperanzador y coherente por el que merezca la pena sacrificarse y luchar, mientras que los políticos y sus asesores están preocupados en el trampantojo del programa electoral, la fanfarria, las inauguraciones, el regate corto y los movimientos tácticos.
Los candidatos y sus marcas políticas, obvian que los seres humanos, como animales gregarios que somos, tendemos a vincularnos con las personas que no dan bandazos, que tienen claro lo que quieren hacer y tienen un plan. A las personas nos da seguridad y esperanza vivir en una familia que nos dota de sentido a largo plazo y crea las condiciones para que los hijos alcancen la mejor versión de sí mismos, también cultivamos individualmente nuestros proyectos vitales con un horizonte de largo plazo y nos esforzamos por sacarlos adelante, y nos unimos en organizaciones que nos permiten hacer cosas juntos. Entonces, ¿por qué la política ha perdido este sentido común y se ha limitado a una burda subasta de propuestas electorales cortoplacistas?. Ante esta situación, no merece la pena perder el tiempo analizando las causas, lo importante es revertirla si queremos que nuestros pueblos y comunidades prosperen.
Por otro lado, el electorado no es tonto, por eso, cuando aparece un alcalde o presidente que tiene un proyecto de futuro para la comunidad (aunque sea embrionario), recibe el apoyo mayoritario elección tras elección. Así, cuando se da la circunstancia solemos decir: aquí hay alcalde o presidente para rato.
Decálogo para los candidatos que quieran concurrir a las elecciones con un proyecto de futuro para su ciudad o comunidad.
- Que el proyecto sea relevante para la gente, contribuya a la solución de sus problemas y abra oportunidades de futuro.
- Que se enfoque en un tema concreto (especialización inteligente) con capacidad tractora para dinamizar toda la vida económica y social de la comunidad.
- Que responda a una aspiración colectiva en la que pueda participar y beneficiarse toda la ciudadanía.
- Que sea memorable, concreto y realizable.
- Que sea capaz de movilizar a la gente en torno a un propósito claro.
- Que fije una fecha de ejecución que pueda verificarse.
- Que establezca hitos intermedios que permitan evaluar si se están cumpliendo los objetivos.
- Que contenga una hoja de ruta y un plan de acción.
- Que haya un liderazgo que se haga cargo del proceso (aunque el liderazgo puede nacer del mismo proceso).
- Que convoque a toda la ciudadanía como protagonista para hacerlo realidad.
Finalmente el proyecto ha de estar contenido en un relato poderoso que dé sentido al futuro de la gente y se pueda resumir en una frase memorable (eslogan).
Una vez hecho esto, la persona que se postula ha de entender un poco la naturaleza de la condición humana, conociendo estas tres preguntas que están en la cabeza de cada elector: ¿Yo soy importante para ti? ¿Tú me quieres? ¿Tú estás dispuesto a ayudarme?… Si las tiene presentes, tus respuestas son afirmativas y cada día velas por ser consecuente con ellas, estás en camino de convertirte en un líder carismático, que además de prometer cosas valiosas tiene la autoridad moral para pedir sacrificios en los momentos duros y que la gente los asuma con madurez.
Ejemplos de proyectos de futuro.
Cada pueblo, cada comunidad, tienen su afán, y sus potencialidades y aspiraciones son diferentes; por tanto, son las personas que aspiran al cargo las que tienen que conectar con su ethos particular para concretar qué vamos a hacer y a ser juntos en el futuro, cuál va a ser el proyecto colectivo. Aquí van algunos ejemplos orientativos:
- El proyecto de una comunidad podría ser el convertirse en 15 años en líder en economía verde y circular en el país en cuestión.
- El proyecto de dos ciudades próximas podría ser su unión para crear en 10 años una mucho más grande y llena de oportunidades que la suma individual de las dos.
- El proyecto de una provincia podría ser la incorporación de su población a las ventajas y oportunidades de la Cuarta Revolución Industrial en 15 años.
- El proyecto de un pueblo podría ser el lograr en 5 años la autosuficiencia energética para atraer nuevos pobladores y empresas.
Poner los bueyes delante del carro y luego elaborar el programa electoral.
Un programa electoral sin un gran proyecto de futuro colectivo que lo guíe es como un barco sin timón, una familia sin rumbo o un ciego en un laberinto. Por eso, cualquier político que aspire a ser líder y convertirse en alcalde o presidente, tiene que saber primero adonde va y, cuando lo sepa, proceder a elaborar el programa electoral de manera consecuente, dando participación desde ese sentido y propósito a la ciudadanía.
Aunque todos los candidatos tienen un programa electoral (que cada día mira menos gente), solo una ínfima minoría tienen un proyecto de futuro que ofrecer. Solo hay que asomarse a los programas electorales para corroborar que son una suma de propuestas deslavazadas sin un hilo conductor que los cohesione y vertebre, y no digamos si analizamos los discursos o la praxis política, donde lo dicho se hace más evidente.
Cabría preguntarse por qué una familia, una empresa o un club de fútbol, son capaces de concebir proyectos a largo plazo y llevarlos a cabo (trabajando unidos por décadas para que los hijos se formen y lleven a cabo sus proyectos vitales, lograr un nicho de mercado o ganar la liga). Y la cosa más importante para todos, que es nuestro proyecto de vida en común, está hecho unos zorros.
Lo bueno de todo esto es que esta situación se puede revertir, desarrollando una nueva generación de líderes, porque a liderar se puede aprender como se aprende cualquier destreza o competencia.
Pese a que vivimos en la sociedad donde prima la cosmética, las formas sobre el fondo, los engañabobos y las engañifas; la gente sigue conservando su instinto aguzado para unirse a las personas que saben adonde van, tienen un proyecto inclusivo y la decisión de llevarlo a cabo. Decía Maxwell que la gente podrá perdonar a un líder que se equivoque con su visión, lo que no le perdonará es que no tenga una visión.
En el futuro, el partido político que se diferencie del resto para proponer un nuevo contrato social con la ciudadanía desde estos principios, volverá a seducir y conquistar a una mayoría social. Ahí se iniciará una inflexión que nos permita salir del círculo vicioso en el que se ha convertido la política.
¿Te unes a nosotros para generar un nuevo relato y una nueva praxis del liderazgo?
Adelante!!!