Del síndrome del impostor a la muerte por soberbia.
Te voy a mostrar la crónica de la muerte anunciada de muchas personas cuando ascienden o acceden a un cargo (por si alguna vez te nombran algo y quieres salir indemne): La primera fase ocurre cuando uno piensa que no está a la altura de su nuevo cargo o responsabilidad (síndrome del impostor). La segunda cuando se intenta aniquilar a quien destaca y le puede hacer sombra (síndrome de Procusto). La tercera, al creerse el mejor (síndrome del mal de altura). Y finalmente, lo inevitable, la muerte por soberbia y la pérdida total de la reputación. Estas cuatro son las fases que marcan la corta vida de muchos políticos, cargos, profesionales y líderes fallidos. ¡Vamos a verlo!
Fase 1. El síndrome del impostor.
La primera sensación que uno tiene cuando le nombran algo son las dudas de estar a la altura y el sentimiento de no estar preparado para el cargo. Y esto le ocurre al presidente, al ministro o a cualquiera que es llamado a la ascendencia; ya que, en buena lid, a ninguno nos han preparado para ser jefes. Sin embargo, esta patología no debería preocuparnos demasiado si estamos dispuestos a aprender las habilidades necesarias de la dirección y el liderazgo que vamos a ver más adelante.
El síndrome del impostor se ceba con una sociedad que da una importancia demasiado grande al conocimiento. Por eso nos encontramos con individuos inseguros que piensan que para llevar a cabo sus proyectos vitales y ascender al máximo necesitan acumular carreras y másteres hasta la extenuación, sin darse cuenta que el mundo es acción, innovación y cocreación. Que aprendemos y crecemos haciendo cosas con otros y que el conocimiento propio no es tan importante como el cultivo del trabajo en equipo y otras competencias.
La patología del impostor se suele superar cuando el enfermo descubre que el resto de sus pares son tan incompetentes como él para el cargo o responsabilidad que acaba de ocupar.
Fase 2. El síndrome de Procusto.
Se manifiesta cuando uno alcanza un cargo o el poder y no entiende que está ahí no para conservar su posición sino para crear valor y construir un legado. Lo sufren aquellos que no han superado aún el síndrome del impostor y sienten el arrebato de calentar el sillón a cualquier costa, cortando la cabeza y aniquilando a cualquiera con talento que les pueda hacer sombra. El síndrome de Procusto es consecuencia de una cultura y educación basadas en el individualismo y la ausencia de una formación en innovación, emprendimiento, liderazgo y el talento.
*El nombre del síndrome viene de la mitología griega. Procusto era un posadero que cortaba la cabeza o las extremidades de los viajeros que no cabían en su cama.
Fase 3. El mal de altura.
Se sufre cuando uno no está preparado para la ascendencia y no se ha curado el síndrome del impostor y el de Procusto, cayendo de lleno en la alucinación de creerse el rey de la creación. Y anestesiado por los aduladores y arrimados sucumbe ante sus propios delirios de grandeza.
Tan generalizado y nocivo es el mal de altura que le hemos dedicado un apartado especial para prevenirlo y ayudar a aquellos que lo sufren (que no son pocos). Los desdichados que padecen sus alucinaciones tienen aquí el prospecto: https://juancarloscasco.emprendedorex.com/mal-de-altura/
Fase 4. Muerte por soberbia.
Es la última fase de la decadencia de un cargo, un político o un líder fallido (también de cualquier persona que no está preparada para su ascenso). Se produce cuando uno no ha aprendido nada de sus tropiezos anteriores y persiste en sus errores, entrando en una fase de destrucción personal que culmina en el descrédito y la pérdida total de cualquier buena reputación conseguida. Sus últimos estertores coinciden por lo general en el cachondeo público y la vendetta de sus agraviados.
Un problema social y educativo.
Resulta que en una sociedad cuyo futuro depende de la calidad de sus dirigentes, no existe una formación concienzuda para capacitar a sus cargos en materia de dirección, planeación, emprendimiento y liderazgo. De esta manera, cuando los individuos llegan a un puesto con responsabilidad, no están preparados para desenvolverlo entendiendo que su tarea es conducir a una comunidad de personas hacia el logro colectivo.
¿Qué sería exigible a un cargo?
No es que sepa muchas cosas, porque puede aprender y rodearse de los que saben más que él, no es conocimiento, es la visión, sentido, criterio, planeación, planificación, dirección, capacidad de escucha, empatía, fortaleza emocional, capacidad de generar confianza, adhesiones y alianzas, desarrollar maestría para interpretar el cambio histórico y descubrir lo relevante y lo emergente… capacidad para organizar equipos y autoconfianza para incorporar talento… El mejor líder o el mejor cargo no es el que más sabe del tema, es el que más luces largas tiene, el que se apoya y crea equipo, el que inspirara y desarrolla procesos basados inteligencia colectiva… El que hace promesas significativas y las honra, el que apuesta y arriesga…
¿Quién soy? ¿En quién quiero convertirme? ¿Qué puedo ofrecer a los demás?
Dar respuesta a estas tres preguntas nos puede ayudar a estar vacunados contra las cuatro patologías que pueden destruir nuestra reputación y carrera profesional en el momento de la ascendencia.
A liderar y dirigir se puede aprender, pero es necesario hacerlo de manera metódica. Y para eso, el método y el entrenamiento desarrollado por Emprendedorex puede ayudarte.
Adelante!!!