La fuerza de la izquierda ha sido siempre el monopolio de la utopía, una batalla que ha perdido frente a la utopía liberal y el empuje del nacionalismo. La cuestión ahora es si la izquierda será capaz de construir una propuesta renovada que la reconecte con el sentir y emociones de la gente o continuará su declive.
La utopía es por antonomasia el patrimonio de la izquierda en torno a la promesa de un mundo mejor. El manejo de la fuerza de la emoción para alcanzar un futuro ideal superador de un presente lleno de penalidades, un paraíso terrenal que nos librara de las miserias para lograr una sociedad de personas, libres, iguales y solidarias.
La supremacía histórica de la utopía de la izquierda y su relato.
Construir el relato de la utopía bajo las condiciones insufribles de la primera Revolución Industrial, era pan comido. También en aquellas sociedades agrarias donde pervivían derechos y condiciones feudales que aplastaban la dignidad más elemental de los individuos.
La penetración del ideario de la izquierda desde la propuesta del comunismo (como teoría y praxis científica) y el anarquismo en todas sus variantes, corrió como la
pólvora en unas sociedades caracterizadas por la injusticia, logrando la conquista del poder en países como Rusia, China, Cuba o Corea del Norte, así como una gran influencia en las democracias emergentes, movimientos políticos, sociales y sindicales.
El declinar de la izquierda y el triunfo de la utopía liberal.
Sin embargo, la gran utopía triunfante ha sido el liberalismo y su propuesta económica basada en el capitalismo, que ha sabido adaptarse a las circunstancias con el viento a favor desde el fracaso del modelo comunista y la inviabilidad del anarquismo para organizar un modelo económico y social viable.
Ante este panorama, la gran esperanza de la izquierda fue la socialdemocracia, como propuesta política que aceptó las reglas de juego impuestas por el modelo triunfante del liberalismo/capitalismo, mientras entregaba por el camino el monopolio de la utopía a liberalismo, una utopía que predica que “detrás de cada uno de nosotros hay un rico en potencia”. Por burdo que parezca, este deseo ha calado en la inmensa mayoría de la sociedad como una posibilidad alcanzable, logrando que la gente coquetee con esa fantasía basada en la realización individual.
La utopía devaluada de la izquierda para alcanzar la igualdad desde la realización colectiva, ya no tiene la capacidad de seducir y movilizar a unas sociedades que tienen cubiertas sus necesidades básicas; siendo interpretada como una propuesta para “igualar a las personas por abajo” que no encaja en un mundo regido por las reglas del capitalismo y sus reclamos donde los individuos aspiran a más.
Nos guste o no, vivimos en el campo de juego y con las reglas del liberalismo, cuya máxima es que cualquier persona puede ser “rica, feliz y exitosa”; y ante esta propuesta, la utopía tradicional de la izquierda no tiene nada que hacer.
La izquierda ante los envites del nacionalismo.
Si la pérdida del monopolio de la utopía a favor del liberalismo, ya de por sí está haciendo estragos en la izquierda; el empuje del nacionalismo es el otro frente que la está erosionando a la izquierda, reavivado por los efectos negativos de la globalización (emigración, desempleo, conflictos sociales…), activando los rescoldos humeantes del fascismo que habían sido integrados en los partidos de derecha tradicional y que ahora brotan con fuerza en torno a los postulados de la extrema derecha, cuya utopía mentirosa se basa en regalar el oído a la gente con lo que quiere escuchar. Ante este panorama, la utopía de la izquierda que es de corte internacionalista, tampoco tiene nada que hacer.
¿La izquierda será capaz de inventar una nueva utopía?
Esa es la cuestión. Si en el ecosistema de la Cuarta Revolución Industrial, en la revolución de la Inteligencia Artificial y en la nueva era del Virtuceno, donde las condiciones tecnológicas, sociales y económicas distan mucho de las que dieron origen a la izquierda, ésta será capaz de rediseñar, reinventar, resignificar y refundar su utopía.
En este momento, la izquierda se halla ante la mayor crisis de identidad de su historia. Y la única opción es que conciba una nueva utopía que pueda competir con el ideal liberal y el empuje del nacionalismo, capaz de reilusionar a los huérfanos de utopía que vivimos en el ecosistema liberal.
La ley inapelable del marxismo que dicta que todo cambio en la infraestructura necesita de un ajuste en la superestructura, volverá a dictar sentencia. ¿Será capaz de entenderlo la izquierda?
Y sobre todo, la cuestión es, ¿cuáles serán las piezas para crear la nueva utopía? Bueno, eso ya lo veremos en un próximo post.
Adelante!!!
Juan Carlos te felicito. Es un excelente artículo para reflexionera y plantearse las alternativas políticas que contribuyan al bienestar , la inclusión y el progreso de las naciones. Puede la socialdemocracia o los llamados movimientos de centro iizquierda cumplir esta función?. Saludos y éxitos. Admiro tus escrirtos y pensamiento Juan Bosco Bernal, Panamá.