3 prácticas para crear posibilidades y convertirlas en realidades.

Si analizamos nuestras relaciones  con los demás, descubriremos que hay personas que generan valor y otras miseria. Personas que te cargan de energía y personas que te la roban. Personas que inspiran y personas que intrigan. Personas que enriquecen las conversaciones donde se hacen presentes y personas que las arruinan. Personas que generan acción y personas que paralizan. Personas que siembran el miedo y personas que crean esperanza. Personas que viven atrapadas en el pasado y personas que se afanan en construir el futuro. Personas que piensan en grande y personas con el alma encogida. Personas que crean posibilidades y personas que se quejan y critican.

¿Qué determina nuestra efectividad personal?

Todos estos códigos están escritos y se manifiestan cuando hablamos, en nuestro estilo de conversar. Y condicionan por completo los resultados que producimos en la vida, nuestros estados de ánimo y el progreso personal y colectivo. El futuro y lo que producimos se está gestando en lo que hablamos, en cómo hablamos, en lo que nos decimos a nosotros mismos y a los demás, en nuestra forma de conversar; todo lo cual revela nuestra  actitud ante la vida. Lo bueno es que podemos aprender a ser creadores de riqueza revolucionaria si entrenamos un nuevo estilo de conversar que consiste en llevar posibilidades a los demás.

3 práctica para aprender a crear posibilidades y materializarlas.

  1. Escucha las anomalías, lo que no funciona, las desazones de la gente, los intereses del otro (detrás de lo que no funciona están las posibilidades).
  2. Habla a las preocupaciones del otro y a sus intereses, llevándole posibilidades en tu conversación (ofrécele nuevas visiones, propuestas, proyectos, alternativas y horizontes iluminantes).
  3. Hazle una promesa significativa (a través de ella se genera una nueva posibilidad, un futuro inédito y un vínculo). Cuando haces una promesa valiosa y la cumples, el mundo cambia y se crea una nueva realidad.

Hay sociedades y culturas que tienen entre sus prácticas sociales el hablar de posibilidades y otras no. Las primeras son prósperas y las segundas están condenadas al fracaso. La condición más importante para el éxito personal es cultivar la práctica de inventar y ofrecer posibilidades a los demás, porque al hacerlo las estoy creando también para mí. Si este acto lingüístico lo adoptamos como una disciplina y lo entrenamos cada día, se termina convirtiendo en un hábito automático, hasta definir un estilo personal, un carácter y una efectividad.

Un problema que tenemos algunos países y comunidades es que no sabemos hablar de posibilidades.

Y además no nos lo enseñan en la escuela, circunstancia que arruina la vida social y económica de las comunidades, limitando la creatividad, la innovación, el emprendimiento y el liderazgo; disciplinas todas que exigen de la proliferación de conversaciones sobre posibilidades, incompatibles con los ambientes burocráticos y académicos que dominan en las sociedades mediocres.

Cuando una persona incorpora a su acervo las conversaciones sobre posibilidades y las complementa con otras prácticas (hacer juicios fundados, declaraciones transformadoras, ofertas….), se abre el espacio emocional que desencadena la motivación, el atrevimiento,  la inspiración y la movilización. Pero con inventar una posibilidad no basta, se necesita de una promesa para que la posibilidad se convierta en realidad. Y así  se construye el futuro.

No saber hablar de posibilidades revela una carencia grave de confianza en uno mismo y en los demás, cierta resignación y negatividad que acaba empapando el resto de facetas de la vida.

Las personas prósperas hablan de posibilidades y no de problemas, dedican el tiempo a idear soluciones en lugar de quejarse, en lugar de criticar construyen complicidades,  unen a la gente en un propósito, se comprometen y actúan. Y todo esto se edifica desde un estilo de conversar.

Limitar el tiempo a hablar del tiempo o de fútbol, opinar de todo por sistema, quejarnos, criticar a los demás o simplemente limitarnos a describir el mundo, es tiempo perdido. El subterfugio de los pobres de espíritu que han dimitido de la función más elevada que nos ofrece la vida: crear el futuro desde la invención de posibilidades.

Adelante!!!

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