Una Escuela de Talento para resetear la educación. Formando a los nuevos ojeadores, entrenadores y mentores del talento.

La Tierra desconocía el valor que tenía el carbono cristalizado de sus entrañas hasta que los humanos lo llamaron diamante y elevaron a la categoría de la piedra más preciosa. Así, el talento que habita en el interior del individuo es como el diamante, para que aflore y expanda su potencial necesita ser reconocido como un valor.

El talento y la creación de valor.

El talento tiene sentido si se proyecta en la creación de un bien, si sirve para crear valor en cualquier ámbito. El problema es que tiene millones de manifestaciones, ahí está la dificultad para reconocerlo. Y luego, una vez identificado, la condición para su desarrollo es que debe asociarse a una utilidad para que sea percibido como una auténtica joya por quien lo posee.

En las actividades humanas, como en el fútbol, que dependen de él y que están sometidas a una gran competencia, se dispone de un sistema organizado para su identificación, entrenamiento y eclosión. Y cabe preguntarnos el por qué siendo el talento el factor más decisivo para el desarrollo de las comunidades y los países, no contamos con procedimientos como en el fútbol para identificar, cultivar y encauzar los talentos de todos los individuos. ¿Por qué no lo hace el sistema educativo? ¿Por qué no tenemos una escuela que eduque el talento?

El ojeador del talento.

Hay talentos que despuntan tanto que hasta un ciego puede verlos. Hay personas que nacen con un don tan marcado que el diamante que llevan en su interior aparece meridiano, como Messi en el fútbol o García Márquez en la literatura. Sin embargo, esa no es la generalidad, ya que en la mayoría de las personas apenas es perceptible, por lo que se necesita la figura de un buen ojeador que pueda descubrirlo.

Tendrían que ser los educadores (padres, profesores, orientadores, mentores) los responsables de descubrir el talento. Sin embargo no disponemos de un plan, conocimientos, habilidades o herramientas para realizar esta tarea.

El entrenador del talento.

Cuando el ojeador ha detectado el talento, el futbolista pasa al entrenador del equipo quien lo toma y comienza a pulirlo como si de una piedra preciosa se tratase, porque con el talento solo no basta para triunfar si no se educa. Sin embargo, toda la formación va a girar en torno al fútbol, ya que su cultivo necesita foco. 

Aunque todas las personas precisamos  una formación integral para desarrollar una visión holística del mundo (conocimiento del medio natural, el lenguaje, la historia, el pensamiento, la lógica matemática…), necesitamos una educación enfocada al cultivo de nuestro talento, porque de otra manera se puede frustrar.

El talento, su detección y formación no encaja en los planes de estudios enlatados, quien ha conectado con el diamante que lleva dentro no es capaz de apartar la mirada de su fulgor. Si a una persona talentosa se le obliga a estudiar materias que le desvían de su pasión, es posible que abandone el sistema. Una vez que el talento está descubierto hay que potenciarlo, sacando del foco todo aquello que pueda malograrlo.

Pero nuestro sistema educativo va a contrapelo con todo esto. Como puso de manifiesto Ken Robinson en su libro “El elemento”, el profesor de música de los Beattles no apreció ningún talento en la mejor banda musical de la historia. Todo ello nos hace pensar en los millones de talentos que se están frustrando en las aulas de todo el mundo cada día por tener un sistema educativo ciego e insensible. Cuántos millones de grandes literatos, matemáticos o científicos se están malogrando, cuántos lenguajes y manifestaciones artísticas no verán la luz, cuántas enfermedades podrían curarse…

Nuestra sociedad necesita una nueva generación de ojeadores, entrenadores y mentores del talento, la adquisición de nuevas competencias en este menester por parte de los padres, profesores y guías desde el cultivo de nuevas habilidades y sensibilidades.

El mentor del talento.

La función del mentor del talento solo la puede ejercer una persona que ya ha desplegado su talento, acompañando a sus pupilos, abriéndoles el horizonte y trazando el camino para que puedan hacer lo propio.

En el fútbol, un mentor puede ser un futbolista que alcanzó el éxito, en la Escuela del Talento, son aquellas personas de reconocido prestigio que sirven de inspiración y ejemplo para los aprendices.

El metalenguaje del talento.

Al igual que el ojeador de fútbol no descubre nuevos talentos a través de conversaciones y preguntas (aunque también es una fuente de indagación), lo hace observando a los jóvenes en acción porque el talento tiene sus propias formas, lenguajes, manifestaciones y contextos en los que se expresa; de la misma manera deberíamos proceder con todas las personas para descubrir más allá del lenguaje oral, desde la observación de sus prácticas, el diamante que portan en su interior.

Memes, tópicos y lógicas sociales que arrasan con el talento.

Todo el entramado económico y social de la Revolución Industrial se diseñó para que los individuos encajasen en las cadenas de producción y la administración. Todo ello ha creado un sentido de utilidad para amoldarlo dentro de este sistema, perdiéndose por el camino la mayor parte del talento que ha sido catalogado como “poco útil y productivo”.

De esta manera se retorcían los talentos para encauzarlos hacia “profesiones respetables y bien remuneradas”, generando graves disfuncionalidades entre vida profesional y vocación. Así, la mayor parte de nosotros hacemos cosas que no nos gustan y donde no nos sentimos realizados, sacrificando nuestra existencia al servicio de “lo práctico” y dejando nuestro talento para el ocio o las “actividades improductivas”.

En mi época, cuando una persona despuntaba, el consejo de la familia y los profesores era: “estudia una carrera, hazte funcionario y consigue un trabajo bien remunerado de por vida”.

Nadie es profeta en su tierra. La fuerza del rebaño es superior al sentido común.

Desde que mi hija Victoria era pequeña, su madre y yo detectamos su vocación y sensibilidad hacia la moda. Cuando terminó el bachillerato le propusimos que siguiese su instinto y se dedicase a su pasión, pero ella, influida por su entorno, nos dijo que eso era poco consistente, que prefería estudiar algo más serio como psicología. Con gran pesar para nosotros, así lo hizo. Después de terminar su carrera y pasarlo mal, decidió retomar su vocación, y tras estudiar un grado de moda y dos másteres, hoy es feliz trabajando como diseñadora de moda. Al menos ella tuvo la oportunidad de retomar su vocación y reencauzar su vida, ¿pero cuántas personas desconectan de su talento para siempre arrastradas por la fuerza del rebaño?

¿El talento es abundante o escaso?

Igual que el carbono es un elemento muy común en el planeta, pero para cristalizar necesita unas condiciones; de la misma naturaleza es el talento en los humanos, hay mucho pero no se crean ni se trabajan las condiciones para que se materialice.

Si el gusano desconoce que dentro de sus entrañas late una hermosa mariposa, es posible que nunca pase la fase de crisálida. Dentro de cada uno de nosotros hay un ser superior que puede batir sus alas, un diamante, un talento. Y nosotros tenemos la obligación de convertirlo en el vector principal que guíe la educación de la persona.

Con la perspectiva de los años y la experiencia vivida miro hacia atrás  y analizo a todas las personas que he conocido, especialmente a mis compañeros de pupitre, y reconozco en todos ellos una fuente descomunal de talento que salvo raras excepciones nunca llegó a fructificar por culpa de un sistema que lo trituró sin piedad.

Y ahora te interpelo a ti. Cierra los ojos durante un minuto y piensa en lo que más te apasiona en la vida. Y te levanto la voz para decirte: ¡Por qué le dedicas tan poco tiempo!

Nuestra responsabilidad es revertir esta situación, identificando y cultivando el talento, y a la vez, formando a los nuevos ojeadores, entrenadores y mentores desde la Escuela del Talento.

Adelante!!!

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