
RESUMEN DEL ARTÍCULO
Sigue leyendoLa humanidad ha perseguido desde sus orígenes la posibilidad de escapar a la muerte y rivalizar en poderes con dioses y divinidades. Ese sueño, presente en epopeyas y mitologías, empieza hoy a ser un campo de trabajo de la ciencia gracias a la convergencia entre Inteligencia Artificial, biotecnología y medicina. Lo que durante milenios fue fantasía —alargar la vida, retrasar el deterioro, rejuvenecer el cuerpo— se ha convertido en una línea de investigación que avanza a gran velocidad.
El impulso procede, en parte, de los gigantes tecnológicos. Sam Altman, Peter Thiel, Jeff Bezos, Larry Page o Larry Ellison están invirtiendo miles de millones en proyectos que buscan añadir años de vida saludable, revertir procesos celulares o incluso preservar el cuerpo para un futuro resurgimiento. No se trata de excentricidades, sino de un nuevo campo científico que entiende el envejecimiento como un proceso reversible. La IA acelera descubrimientos, diseña fármacos, predice estructuras biológicas y abre escenarios que antes eran impensables.
Al mismo tiempo, los avances actuales son reales y verificables: reprogramación celular parcial, eliminación de células senescentes, gemelos digitales del organismo, terapias regenerativas y modelos de IA capaces de anticipar enfermedades antes de que aparezcan. La pregunta ya no es si podremos vivir más, sino cuánto más y en qué condiciones éticas, sociales y políticas.
Mirando a 2030, 2040 o 2050, no es descabellado pensar en una humanidad que supere los 120 años con buena salud. Incluso las hipótesis más audaces —órganos aumentados, nanorobots reparadores, preservación de memoria e identidad— empiezan a discutirse sin rubor en los círculos científicos y empresariales.
Los primeros seres superlongevos ya han nacido. Y quizá, sin saberlo, los primeros candidatos a una vida que desafíe lo que siempre dimos por imposible.
Adelante!!!




