Estoy destruyendo mi viejo ser para dar a luz a otro nuevo. Un caso real.

La tarea de reinventarse como personas y organizaciones. Desarmarnos por dentro para volvernos a armar, esa es la cuestión en este momento. Tengo 54 años, durante 25 he estado aprendiendo una visión del mundo que adquirí en la escuela y la universidad, y los otros 25 los estoy dedicando a desaprender lo aprendido y aprender otras cosas que me permitan ser significativo para los demás. Te lo cuento porque estoy convencido que este ejercicio tendrán que hacerlo millones de personas y organizaciones para acomodarse al cambio de época en la que vivimos, adaptándose a una realidad que nada tiene que ver con lo que nos enseñaron y aprendimos.

Cuando creía que lo sabía todo para realizarme de manera plena, descubrí no sólo que no era cierto, sino que tenía que destruir el paradigma que había aprendido y empezar de cero a crear otro nuevo.  Hace 25 años caí en la cuenta que con mi viejo pensamiento, esquemas mentales y viejos conocimientos, no tenía ningún futuro. El mundo que se abría ante mí era completamente distinto a aquel para el que me había preparado, de nada me servían ya la experiencia y conocimientos que había acumulado, más al contrario, suponían un pesado lastre de mala práctica de pensamiento y hábitos mentales (memorización, repetición, pensamiento lineal…). Había vivido en un paradigma cartesiano del mundo que no me servía para hacer cosas valiosas en el nuevo tiempo. Puede que tú, también en algún momento, experimentes el vértigo de sentir que tu mundo se ha muerto y algún día decidas reinventarte; por eso te estoy dejando aquí mi testimonio y algunas herramientas.

Ante esta situación se me planteaba una disyuntiva: seguir almacenado conocimientos mediante más carreras, cursos y másteres (craso error), o por el contrario, desaprender lo aprendido y volver a aprender (desarmarme por dentro para volver a armarme de nuevo). Elegí la senda más difícil: destruir mi ser antiguo para crear otro nuevo, un camino esforzado y difícil, una tarea que me lleva horas diarias de dedicación y sacrificio, una elección de trabajo y crecimiento para el resto de mi vida, un proceso de construcción permanente que no concluirá nunca. Asumiendo y aceptando que soy un ser limitado e inacabado y sujeto a un devenir permanente.

Para instalar un nuevo paradigma, el mayor esfuerzo que hay que realizar es destruir el paradigma anterior, y cuanto más viejos vamos siendo y mayor es el caudal de nuestra experiencia, más difícil es la empresa.

Un niño se apropia rápidamente de un paradigma, como lo hace del aprendizaje de un nuevo idioma, para un adulto con años de hábitos, prácticas y prejuicios arraigados (como es mi caso), el esfuerzo es titánico. No queda otra que adquirir nuevas prácticas y repetirlas hasta la saciedad para convertirlas en nuevos hábitos que sustituyen a los del viejo paradigma.

Cómo se desarma uno por dentro y se vuelve a armar.

Primero haciendo un giro existencial, cambiando su propia base filosófica y de pensamiento. Yo, como una gran mayoría de gente de mi tiempo, formo parte de una tradición de pensamiento milenario (metafísica) que se inicia en los presocráticos y continúa con Sócrates, Platón, Aristóteles, la Escolástica, Descartes… corrientes de pensamiento que nos han forjado una concepción del mundo y el ser humano como realidades eternas e inmutables (yo soy así, el mundo es así, las cosas son así y así serán siempre…). Sobre todos estos pensamientos limitantes trabajo duro cada día para cambiarlos por otros: yo puedo cambiar, me doy permiso para hacerlo, soy agente de cambio en el mundo trabajando con otros, hago promesas valiosas y las honro…

Pero esta tarea no se puede hacer en solitario, se necesitan maestros que te guíen y para eso hay que buscarlos y estar en contacto permanente con ellos. Para cerrar el círculo virtuoso hay que tomar a otras personas y hacer lo propio, actuando a su vez como maestro.

En paralelo se necesita desarrollar disciplina y fortaleza emocional para tener automandato y control sobre uno mismo, un ejercicio de abandonar viejos hábitos (corporales/intelectuales). Por ejemplo: hacer ejercicio, caminar una media de 5 horas diarias, dedicar 3 horas diarias a conocer las fronteras del conocimiento, el movimiento de los mundos y sus tendencias; practicar nuevas habilidades: hacer promesas significativas, construir relatos poderosos, conversaciones para la acción, hacer ofertas de calidad, cooperar con otros, trabajar en equipo….

Luego tuvimos (mi equipo y yo) que sustituir los viejos conocimientos por otros nuevos, cambiando mi viejo modelo para dirigirme por otro nuevo que ahora compartimos con personas y organizaciones de todo el mundo (Modelo 6-9).

Así, trabajo diariamente para instalar las nuevas prácticas, sustituyéndolas por las viejas (pereza, conversaciones pobres, ausencia de ofertas…). Proceso que voy consiguiendo a través de la repetición, y en el que a veces cometo errores, me caigo y vuelvo a ponerme en pie. No hay otra.

En anteriores épocas históricas bastaba con algunas orientaciones culturales y conocimientos técnicos para una vida satisfactoria, hoy necesitamos una nueva base filosófica y nuevas habilidades para reinventarnos permanentemente si queremos ser significativos para el mundo. Todo un camino de esfuerzo y sacrificio en sus comienzos pero fuente inmensa de satisfacción y realización personal.

La reprogramación lingüística.

Una parte central del trabajo consiste en cambiar la forma de hablar porque pensamiento/lenguaje/acción/resultados forman parte de una realidad indisoluble.

El límite de mi mundo está en el límite de mi lenguaje. Yo fui programado y educado (al igual que la mayor parte de las personas de mi generación) para ser pobre de cuerpo y alma, para habitar el lado pobre del lenguaje y enfocar la vida en las cosas menores de la existencia desde la resignación (hay que conformarse, ten cuidado, no arriesgues, más vale pájaro en mano…).

Habitaba un lenguaje (pensamiento/acción) pobre que articulaba mis esquemas mentales. A partir de ese descubrimiento llevo un cuarto de siglo aprendiendo el lado poderoso del lenguaje, ese que nos lanza a la innovación, el liderazgo y el emprendimiento desde la acción: vamos a hacerlo, puedo hacerlo, adelante!!!..

El giro ontológico es pasarse del hablar pobre al hablar poderoso, del código restringido al código elaborado que diría Bernstein.

La trampa del conocimiento.

Un enemigo que tenemos que enfrentar es la creencia limitante que con la acumulación de conocimientos podemos resolver nuestros problemas y tener éxito. Por eso nos pasamos media vida acumulando conocimiento entendido como datos e información almacenados en la memoria. ¡Tiempo perdido! El conocimiento valioso hoy es acción e innovación. Lo importante no es lo que sabes, sino las habilidades para hacer cosas valiosas con lo que sabes, convirtiéndote en agente de transformación con otras personas.

Estamos ante la ruptura de la visión cartesiana entendida como reunir conocimiento y aplicarlo en un mundo definido que funciona como una máquina (mecanicismo). Frente a esa realidad es más útil aprender a fluir, a surfear la realidad cambiante. Un salto radical de Parménides a Heráclito.

La trampa del academicismo.

Nos educan para absorber pensamiento viejo sin rechistar, memorizar y repetir lo aprendido. Vivimos en los últimos estertores de un academicismo caduco que tenemos que poner en cuarentena y deshacernos de él cuanto antes, desmontando nuestro sistema educativo y universidades para crear otro nuevo hasta una refundación completa. Y hasta cuando esto llegue, situarnos lo más distantes posible de los académicos y su efecto paralizante.

El mundo es devenir.

La gran interrogante de la filosofía desde hace más de 2500 años: ¿todo está definido o es devenir y cambio? ¿El mundo es de una determinada manera? ¿El ser humano es una realidad fija e inmutable o es contingencia?… No lo sé, cada uno puede hacer su elección y de ella dependerá el curso de su vida. Lo que está claro en este momento es que todo se mueve y en ese escenario, lo más práctico es asumir que somos devenir y contingencia, actuando en consecuencia.

Reinvención personal, organizacional, empresarial y gobernanza global.

Todo lo que te he contado de mí no es un hecho aislado. La necesidad de reinventarse es una realidad que convoca a nuestras organizaciones, empresas y formas de gobernarnos (gobernanza y órganos de gobierno). Todas nuestras estructuras sociales tendrán que rediseñarse en los próximos años al mismo ritmo que tendremos que hacerlo nosotros individualmente.

El gran problema social que tenemos es que no honramos nuestros compromisos, no nos tomamos en serio, y de esta manera estamos devaluando nuestra vida en comunidad, estamos ante una crisis descomunal de liderazgo y confianza.

Creación de un modelo para movernos en la nueva realidad (Modelo 6-9).

Para ayudar a las personas y las organizaciones a reinventarse y hacerse más productivas, tuvimos que crear un modelo, inspirado en otras corrientes como la filosofía del lenguaje, que nos lo aplicamos a nosotros mismos, de hecho es la base que yo utilizo para desarmarme y armarme por dentro, pero también constituye el método de trabajo de nuestro equipo (Emprendedorex), así como la hoja de ruta del entrenamiento que llevamos a cabo con nuestros clientes (organizaciones, empresas, gobiernos, instituciones…).

Se trata del entrenamiento en 6 Dominios para alcanzar 9 Niveles de excelencia y configurar 15 competencias que permiten explotar todo su potencial a cualquier persona u organización: escuchar, declarar, afirmar, enjuiciar, pedir, prometer, dirección, relaciones internas, relaciones externas, trabajo, aprendizaje, renovación, emocionalidad, planificación y evaluación.

El cambio en los mundos exige que nos convirtamos en nuevos seres con nuevas habilidades, actitudes y estructuras de pensamiento. Necesitamos devenir en nuevos seres para habitar nuevos mundos (Fernando Flores). Igual que  para la conquista de Marte, a nadie se le ocurriría hacerlo con mapas de la superficie terrestre; ningún sentido tiene movernos en un tiempo completamente nuevo con los esquemas de pensamiento del pasado.

Los esquemas mentales que heredamos son inservibles, necesitamos desarmar nuestras estructuras de pensamiento y volver a armarnos, una tarea titánica pero imprescindible para abrirnos a nuevas posibilidades. Una actitud permanente de aprender, desaprender, reaprender. Una labor de destrucción de lo viejo y acomodación de lo nuevo.

La implantación de un nuevo paradigma es asimilable al proceso de aprendizaje de Piaget: aceptación -asimilación – acomodación  – conflicto – crisis. Para instalar un nuevo paradigma en la mente individual o colectiva necesitamos desinstalar el antiguo: no podemos funcionar con dos paradigmas a la vez, al igual que un ordenador no puede operar simultáneamente sobre una misma tarea con dos programas. Y a continuación instalar el nuevo. Cuanto más tiempo llevemos operando con un paradigma, más nos costará desinstalarlo e instalar el nuevo.

Aunque conservo rasgos, recuerdos, tics y viejos vicios. Soy un tipo que se parece poco al de hace un cuarto de siglo (salvo en principios y valores), y tengo el firme propósito de continuar por ese camino si sigo vivo  dentro de otro cuarto de siglo. En ese caso, estoy seguro que en poca cosa me pareceré a quien soy ahora, pues mi propósito y esfuerzo diario es cambiar con el signo de los tiempos, lanzado al futuro: “con la esperanza delante y los recuerdos detrás… y un horizonte abierto que siempre está más allá…” (Atahualpa Yupanqui).

Si quieres reinventar tu organización, llámanos.

Adelante!!!

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2 comentarios en “Estoy destruyendo mi viejo ser para dar a luz a otro nuevo. Un caso real.

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