El poder que nos da la declaración.

Una declaración es el anuncio de que algo nuevo va a ocurrir, la anticipación de un futuro inédito a través de la palabra, la promesa de que una cosa importante se materializará. Todas las cosas relevantes que ocurren en la vida surgen de una declaración (una nación, la guerra, la paz, la creación de una familia, una empresa…). Cuando una persona salta a la palestra y hace una declaración (se propone para un cargo, crea una organización, manifiesta el amor a otra persona…), el mundo se para en ella un instante y un foco potente la ilumina. Aunque todos podemos utilizar la llave de la declaración para llevar a cabo nuestros proyectos, son muy pocas las personas que manejan este arte esencial para emprender, liderar y expandir su talento.

Todos tenemos poder para hacer declaraciones en un dominio concreto.

La madre o el padre en el seno de la familia, el presidente del gobierno en el parlamento, el propietario de la empresa entre sus trabajadores, el líder social entre sus seguidores, el jefe del partido entre sus militantes …; sin embargo no somos conscientes de su uso e importancia.

Para formular una declaración y que esta sea efectiva necesitamos tener el poder o la influencia suficiente para que sea válida y surta efecto (de nada servirá que alguien sin poder irrumpa en el parlamento y declare el fin de una ley o que el trabajador de una empresa declare la reducción de la jornada laboral en la misma).

Cuando realizamos una declaración válida, la vida de las personas a las que va dirigida cambia, su mundo ya no volverá a ser igual.

La declaración nos da poder, pero también nos lo puede quitar.

Los seres humanos somos de naturaleza gregaria, nos unimos a personas creíbles que hacen declaraciones transformadoras, esa es la verdadera fuerza de gravedad que nuclea el liderazgo.

De hecho, el poder y la influencia (liderazgo) nace de las personas que conocen la energía transformadora de la declaración y la utilizan para trasladar visiones poderosas del futuro que dan sentido a la vida de la gente, eligiendo para su puesta en escena el momento y lugar oportuno (momentum).

Sin embargo puede convertirse en un arma de doble filo si abusamos de ella, no la formulamos bien, la hacemos en un contexto donde no tenemos poder o  a destiempo. Por eso, si queremos ser efectivos, nuestras declaraciones fundamentales a lo largo de la vida tienen que ser muy pocas para que resuenen con fuerza desde el compromiso y la lealtad inquebrantables con los demás (declaración de amor desde donde se construye una familia, declaración para crear un equipo y atarse a él en torno a un futuro compartido, declaración política para hacerse cargo de una comunidad y emplear la vida en dejar un legado…). Las personas que declaran cosas importantes y las descuidan acaban teniendo peor consideración incluso que las que nunca declaran algo relevante.

Ahora piensa las oportunidades que perdiste en la vida por no hacer una declaración en forma y tiempo (por no declarar el amor a esa persona que querías, por no ofrecerte y declarar tu intención y compromiso para acceder a un cargo, por no ocupar un vacío de poder que quedó vacante…). 

Pero además de esa categoría de “grandes declaraciones” a las que me he venido refiriendo, hay otras de menor rango que están en nuestro día a día, siendo esencial su manejo para una vida plena y con sentido. Piensa en las consecuencias que te trajo el no declarar sí cuando debiste hacerlo o decir no en su momento, a decir no sé para abrirte al aprendizaje, a dar las gracias, a perdonar y perdonarte, a dar un paso al frente y hacerte cargo de una situación, cuando por miedo a arriesgar lo acabaste perdiendo todo, a enfrentar esas conversaciones difíciles que causan dolor y que para cerrar heridas necesitan una declaración.

Todo lo importante en el mundo nace de una declaración.

La guerra, la paz, la creación de una nación, el surgimiento de una empresa, un partido político, un régimen político, una familia. Cuando uno se da cuenta de la fuerza de la declaración, se encuentra con una fuente de poder ilimitada que le llevará a conseguir todo lo que se propone si se dota de paciencia, dedicación, relaciones, equipos y principios.

Al final, somos reconocidos por la visión del futuro que tenemos, las declaraciones que hacemos, el calado de las promesas que llevan implícitas y nuestro compromiso inquebrantable con lo que hacemos. Algo que está al alcance de cualquier mortal aunque nazca pobre o empiece su vida de cero.

Piénsalo bien y mira como tu vida se mueve en torno a las declaraciones de las personas a las que confieres autoridad. Ahora no tienes excusa para pasar de espectador an actor, a un agente de transformación y cambio en el mundo.

Declaraciones, pedidos y promesas son actos del habla que están entrelazados entre sí y nos dan poder. De ti depende aprenderlos y ponerlos en práctica para convertirte en un líder.

Cuando alguien declara algo potente pone en marcha la maquinaria del interés y la escucha, de las alianzas y los afectos.

Adelante!!!

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