Del Holoceno al Antropoceno y del Antropoceno al Virtuceno. El mundo ante un cambio de era, la humanidad en la encrucijada.

¿Cómo hacer frente a los riesgos de la disrupción tecnológica y la Inteligencia Artificial?

A medida que la tecnología se sofistica, tanto las oportunidades como las amenazas se disparan. Desde que nuestros ancestros desarrollaron las primeras herramientas de piedra en el Olduvayense hace 2,5 millones de años al obtener un filo golpeando un canto rodado, la tecnología ha podido ser utilizada para facilitar las tareas humanas, pero también para matar a un semejante. Así, los riesgos han sido crecientes con la sucesión de avances tecnológicos desde las primeras industrias líticas, el fuego, la pólvora, la máquina de vapor, el uso la energía nuclear, y más recientemente con la Inteligencia Artificial.

Por mucha resistencia que se oponga al progreso, nada puede pararlo.

A lo largo de la historia, ninguna sociedad  ha podido detener el avance científico y tecnológico una vez que este se ha desencadenado. Al final, todos los que se han opuesto al cambio han terminado sucumbiendo a él o en la más absoluta irrelevancia, como los menonitas que rechazan el progreso tecnológico y la modernidad o ciertas tribus que aún permanecen  en el Paleolítico.

A medida que la inercia y el vector del cambio es más fuerte, más difícil es frenarlo y mayor es su progresión. Así, en alcanzar los 100 millones de usuarios, el teléfono fijo se demoró 75 años, el móvil 16, la web 7, ITunes 6, Facebook 4, Whatsapp 3, Instagram 2, Candi Crush 1, ChatGPT 2meses. De esta manera, las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial (big data, Inteligencia Artificial, realidad aumentada, blockchain, robótica, programación, fabricación aditiva) penetrarán la economía y la sociedad como una hoja de acero en la mantequilla, y nada ni nadie logrará detenerlas.

Cuando emerge toda tecnología,  la sociedad se fragmenta en tres bandos: los refractarios al cambio (aquellos que ven amenazado su estatus y se oponen a él), los reformistas (aquellos que deciden mantener su posición incorporando algunas de las ventajas del cambio) y los entusiastas (aquellos que salimos al encuentro del cambio y lo adoptamos). 

En estos momentos, el calado y el poder de la Inteligencia Artificial es tan grande, que incluso ha debilitado a los que se oponen al cambio porque lo ven imparable y sienten de antemano que la guerra la tienen perdida, comparándolo con la resistencia al progreso que ocurrió en otros cambios históricos, 

Cuando una tecnología disruptiva entra en escena los seres humanos no somos capaces de pararla.

En primer lugar porque no hay una gobernanza ni una policía global. Por ejemplo, Italia o la Unión Europea pueden frenar la progresión del uso de la Inteligencia Artificial entre sus ciudadanos, sin embargo, su desarrollo seguirá creciendo en China, Corea o Estados Unidos, que acabarán dejando rezagados a quienes decidan parar el tiempo.

Y este fenómeno se ve reforzado por el trasvase global de poder desde los Estados a las grandes compañías, que acaban siendo el motor de la tecnología a partir de la concentración del capital en sus manos. Así, la gasolina que mueve el desarrollo de la Inteligencia Artificial, la biotecnología o el Metaverso la ponen estas grandes empresas, a cuyo rebufo se mueve la sociedad.

La tecnología no se puede detener, entre otras cosas porque da poder a quien la posee, y esto genera una lucha sin tregua por su control. Por eso, el objetivo los Estados no es pararla, sino controlarla, para tener más peso e influencia en el concierto internacional. De ahí el tacticismo pueril de intentar frenar su progreso solo cuando otro país o empresa están despuntando.

Detrás de todo conflicto hay una guerra invisible por el control de la tecnología.

La pugna entre China y Estados Unidos, la Guerra comercial, el conflicto en Taiwán, la Guerra de Ucrania, el polvorín de Oriente Medio. En el trasfondo está la lucha por el control del 5G, los microchips, la energía nuclear, la Inteligencia Artificial… Porque quien la controla somete a los demás a su albedrío.

Sapiens como especie, cuando se embarca en una deriva tecnológica, no toma siempre las mejores decisiones.

En nuestros genes está la curiosidad, la fascinación, el espíritu aventurero y la búsqueda del poder para lograr nuestros deseos. Así ocurrió en la gran revolución tecnológica que se produjo del Paleolítico al Neolítico, ya que al pasar de cazadores y recolectores a agricultores y ganaderos, empeoramos la dieta, contraímos nuevas enfermedades y redujimos la esperanza y calidad de vida. Una vez que nos hemos embarcado en un camino, no podemos parar. Lo mismo ocurrió en el tránsito de la vida rural a la urbana con la emergencia de la Primera Revolución Industrial donde volvimos a experimentar un retroceso en calidad de vida. Y ahora, la humanidad vuelve a situarse en una nueva encrucijada al enrumbarse a la mayor revolución de la historia en torno a la Cuarta Revolución Industrial con la Inteligencia Artificial a la cabeza, un cambio de era en toda regla que nos llevara del Antropoceno al Virtuceno.

¿En esta encrucijada, qué camino tomará Sapiens?, no lo sabemos. Si nos guiamos por las lecciones que nos da la historia, hará un uso que le da una tecnología tan descomunal para hacer el bien y el mal. Por un lado, los instrumentos para la guerra, la destrucción y la desinformación serán mucho más poderosos, a la vez que la

capacidad creativa, la cura de enfermardades o la creación de riqueza  crecerán exponencialmente.

Sin caer en una visión maniqueísta del mundo, el margen de maniobra para aprovechar las oportunidades que nos brinda el futuro y esquivar la distopía, está en el desarrollo de procesos de colaboración masiva en torno a los grandes desafíos planetarios, en la concienciación ciudadana y en una educación transformadora que estimule al ser humano a hacerse cargo de los problemas para mirarlos en clave de oportunidad. El futuro está en “unir a los buenos en torno a un propósito” porque los malos ya lo están.

Nada parará el progreso porque el ser humano es imparable cuando toma un camino. Y la humanidad ya no está en la encrucijada de la Inteligencia Artificial, está en un cambio imparable que sabemos como comenzó pero que nadie sabe cómo terminará. 

El desafío ahora es juntar a los buenos para impedir que ganen los malos, algo que solo podemos conseguir desde el desarrollo de procesos de colaboración y cooperación a gran escala, aprendiendo las lecciones de otros momentos históricos donde logramos sellar la capa de ozono o la fabricación de la vacuna del COVID-19.

Sapiens solo reacciona como especie cuando está al borde del abismo, y el que tenemos por delante es descomunal. Seamos conscientes de ello y no tentemos a la suerte, porque un paso en falso puede poner en entredicho nuestro futuro como especie.

Cuando iniciamos un camino somos imparables, pero cuando nos unimos para hacer algo bello y bueno, somos invencibles.

Adelante!!!

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