Me contaba mi amigo Luís Bonilla que en plena pandemia, un profesor al reconocer a uno de sus alumnos mientras intentaba ganarse la vida en la calle, le preguntó por qué había abandonado la universidad, a lo que éste respondió: profesor, yo no abandoné la universidad, la universidad me abandonó a mí.
La desazón de este joven refleja muy bien el desafecto de una sociedad que se siente desatendida por parte de las organizaciones políticas,en un tiempo donde están ocurriendo cambios radicales y disrupciones que precisan nuevas respuestas de unas instituciones acartonadas, incapaces de escuchar, encastilladas en sus posiciones, temerosas ante la magnitud de los cambios y faltas de liderazgo.
Sigue leyendo