Por qué es necesario preservar las comunicaciones privadas

RESUMEN DEL ARTÍCULO 

Todos estamos siendo, o podemos ser, escuchados. Si revelásemos todos nuestros pensamientos y conversaciones privadas, no habría convivencia posible. La divulgación de nuestras conversaciones tiene el poder de destruirnos individual y colectivamente. Si esto se generaliza, no se salva ni el presidente ni el papa; no quedará títere con cabeza.

La mente humana es una máquina de enjuiciar la realidad y emitir juicios.Lo bueno es que los juicios no son verdad ni mentira; además, son dinámicos y cambiantes. Para manejar nuestros juicios, necesitamos poner filtros y diseñar una ética basada en la lealtad al ausente.

El desarrollo tecnológico y de la neurociencia nos va a permitir leer el pensamiento. Si el Estado no es capaz de garantizar la privacidad de las conversaciones, estamos perdidos.

Adelante!!!

ARTÍCULO COMPLETO 

De vez en cuando, saltan a los medios de comunicación conversaciones privadas entre dos individuos, provocando vergüenza en los implicados y regocijo, condena y escarnio en un público que se convierte en juez implacable, capaz de ver la mota en el ojo ajeno. En ese momento, se revela la miseria de una condición humana que nos iguala a todos por abajo.

Piensa que todos estamos siendo o podemos ser escuchados

En la sociedad actual, con la tecnología disponible, cualquiera de nuestras conversaciones puede ser interceptada. Todos somos susceptibles de ser escuchados: cuando hablamos por teléfono, enviamos un correo electrónico, nos comunicamos por WhatsApp, interactuamos por redes sociales, somos grabados por una cámara, etc. Este hecho se convierte en un instrumento lleno de peligro que puede destruirnos, individual y colectivamente.

Si revelásemos todos nuestros pensamientos y conversaciones privadas, no habría convivencia posible; el conflicto sería generalizado, la vida se convertiría en una batalla fratricida y la sociedad en su conjunto se dirigiría al abismo. Por ese motivo, el Estado ha de preservar la privacidad de nuestras comunicaciones como contrafuego necesario que garantice la convivencia.

Analiza tus pensamientos y lo que sale por tu boca

Por un momento, cierra los ojos y recuerda los pensamientos ofensivos, las rabietas y los juicios infundados que han pasado por tu cabeza en los últimos días. A continuación, analiza el sentido de las conversaciones telefónicas, presenciales, por WhatsApp u otro canal que has mantenido con tu entorno más cercano. Ahora, imagínate por un minuto que se hacen públicos. Te avergonzarían. De esta no saldría indemne ni el presidente, ni los papables del último cónclave, ni el mismísimo pontífice. No quedaría títere con cabeza. No se podría sostener ninguna relación fructífera. Todos estaríamos condenados.

¿Cómo funciona la mente humana? La máquina de los juicios

La mente humana es como una ardilla inquieta que salta de manera desordenada de pensamiento en pensamiento. Es una máquina de enjuiciar la realidad y emitir opiniones de manera incontrolada que nos resulta tremendamente difícil de encauzar.

Un juicio es un pensamiento automático que nos sale por la boca (o por los dedos cuando wasapeamos). Hace casi 30 años, Fernando Flores, en el marco de la filosofía del lenguaje, me reveló la lógica de la escucha, las declaraciones, los juicios y las afirmaciones. Y que la mayor parte de las cosas que hacemos al hablar (actos del habla) es emitir juicios, en su mayoría infundados, acerca del mundo que nos rodea y de otras personas. La inmensa mayoría de nuestros juicios son en negativo.

Los juicios son mutables y cambiantes

Lo bueno de todo es que los juicios no son verdad ni mentira, no son fijos, son cambiantes y responden a diferentes emociones y estados de ánimo (que también son temporales y dinámicos). Si diésemos validez absoluta a un juicio que emitimos en algún momento acerca de nuestro padre, madre, hermano, pareja, amigo, jefe, vecino, autoridad… En ese momento todos los lazos y relaciones humanas estarían rotos (parejas, matrimonios, amistades, comunidades…). Y con ello, todas nuestras instituciones y el contrato social que nos vincula. Viviríamos en la arbitrariedad total, en la ley de la jungla, despellejándonos y matándonos sin piedad unos a otros.

Ahora, piensa en los que fueron tus contrarios y que ahora son tus amigos o aliados. Piensa en qué hubiera ocurrido si el juicio negativo que hiciste sobre tu padre, tu amigo o tu pareja, lo tuvieras que sostener en el tiempo. Simplemente, el mundo sería un infierno.

Normas de comportamiento

Aunque los juicios negativos hacia los demás son difíciles de parar, sí podemos educarnos y educarlos para minimizar su daño. Piensa que la verbalización de un juicio negativo condena antes a quien lo emite que a quien lo recibe. Hablar mal de otros para estrechar lazos y complicidad es el acto más cobarde y adictivo; sé consciente cuando lo haces. Y como norma general, antes de emitir un juicio en negativo, ponlo en cuarentena durante veinticuatro horas.

Para poder convivir en armonía y que la vida florezca, necesitamos cultivar una ética del comportamiento. Podemos empezar por reconocernos en nuestra condición humana y aprender a perdonar y perdonarnos por nuestras miserias y ofensas. Pero no podemos quedarnos ahí; debemos aprender a poner filtros en la mente, y si esto nos resulta difícil, al menos levantar una barrera de contención a los juicios negativos que salen por nuestra boca, utilizando como máxima la lealtad al ausente (no hablar mal de quien no esté presente). Todo ello como un camino de ascendencia que nos conduzca al imperativo categórico kantiano (obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda ser el principio de una legislación universal).

Revelar las comunicaciones privadas: Un arma de destrucción masiva

La sofisticación de la tecnología para violar las conversaciones privadas, unido al avance de la neurociencia para leer nuestras ondas cerebrales y descifrar nuestros pensamientos, nos va a generar graves problemas de convivencia y desestabilización de las instituciones. Un país que permite el robo y la publicación de las conversaciones privadas entre personas no solo pone en riesgo la democracia, sino que tiene garantizada su descomposición y destrucción. Los medios no pueden justificar los fines. Y más, cuando ambos son ilegítimos.

Si los poderes de un Estado y, en especial, el poder judicial, no son capaces de garantizar la privacidad de las conversaciones, o los mismos se ponen al servicio de intereses espurios, en un contexto donde existe tecnología para interceptar todas las interacciones de comunicación humana por todos sus canales y modalidades, la convivencia está rota, nuestra suerte está echada, estamos perdidos.

Adelante!!!

Artículos relacionados:

https:/juancarloscasco.emprendedorex.com/como-trabaja-su-mente-un-lider/

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *