Desde el principio de los tiempos el ser humano se ha preguntado cómo es el mundo, qué es lo que hay ahí fuera, ¿los objetos que vemos son como los vemos o son una creación de nuestra mente?, ¿qué es realidad y qué es ficción?, ¿vivo en un universo paralelo creado por mí? … Y después de tanto tiempo, todavía no nos hemos puesto de acuerdo en resolver la diatriba, una duda que a veces nos desconcierta y contribuye al desasosiego y sufrimiento humano.
La filosofía desde sus orígenes se ha debatido entre el materialismo (el mundo y los objetos son una realidad objetiva independiente del sujeto que los mira) y el idealismo (el sujeto es quien crea esa realidad). Pero fue Platón en el mito de la caverna el que puso en el candelero esta interpretación dual de la realidad.
Y a día de hoy, todavía no hemos logrado establecer un consenso para encajar las relaciones entre sujeto (persona, individuo, observador) y objetos (materia, mundo observado). Y menos aún de los sujetos, los objetos y su creación (dioses, divinidades).
El ser humano es demasiado arrogante para admitir que su mundo no es la realidad.
Aunque la ciencia y sus avances (sobre todo la física cuántica), cada día nos aporta más evidencias de que es el sujeto el que crea la realidad y ordena a su antojo los objetos que percibe, el ser humano es demasiado arrogante para aceptarlo, porque ello supone admitir que su visión del mundo, su verdad, es una interpretación interesada y subjetiva.
Nos asomamos al mundo de manera interesada desde nuestros prejuicios.
No existe una mirada limpia e inocua para mirar objetivamente al mundo, porque no podemos desarmar todos los prejuicios que nos constituyen. Cuando llegamos al mundo, sin decidirlo, ya nacemos en una religión, cultura, creencias, ideología, partido político, club de fútbol…Y realmente, son estos sesgos, las lentes con las que vemos e interpretamos el acontecer. Y si cambiamos de lentes, aparecerán otras.
Vemos lo que encaja en nuestro entendimiento, aquello que refuerza y corrobora nuestros intereses y creencias, por eso solo damos por bueno lo que casa con nuestros esquemas mentales e invisibilizamos aquello que no cuadra con nuestra lógica.
Y en ese caminar, nos vamos uniendo a otros que tienen los mismos sesgos, hasta integrarnos en tribus que comparten la misma visión de un mundo deformado por sus propias creencias. Así creamos cosmovisiones donde quedamos atrapados y elevamos a categoría de verdad. Algo que también puede ocurrir en el ámbito individual, donde solemos reconocer a personas que crean su propio universo y solemos decir que “viven en su mundo”.
Así, cada persona o comunidad viven en un universo particular que no existe más allá de sus percepciones, imaginación e interpretaciones. Un fenómeno que se acrecienta con la creación de mundos virtuales, donde se inventan realidades en las que ya pasan la mayor parte de su tiempo millones de personas.
La realidad es donde pongo mi atención.
Entonces, ¿cómo cada persona crea su realidad? Cuando en la sucesión de aconteceres de cada día, centro mi atención en algo, en un detalle sobre el que pongo una lupa con la que amplío la escena que puede ser irrelevante o inexistente a vista de otros y la recreo con todo lujo de detalles. A partir de esa recreación nace un nuevo mundo con sus objetos, personajes, ideas, imágenes, fantasías, emociones y relato.
Y así vamos generando mundos y universos elaborados desde nuestros sesgos, creencias y percepciones. Un universo construido con ideas, objetos, sujetos y divinidades.
La comprensión subjetiva de la realidad está reforzada desde diferentes enfoques.
Perspectivismo (el conocimiento de cualquier realidad se puede construir a partir de perspectivas diferentes, la realidad es subjetiva y depende de la perspectiva del observador). Idealismo (la existencia del mundo depende de una mente que lo perciba). Teoría cuántica (la realidad se concreta solo cuando es observada). Constructivismo social (la realidad es construida a través de la interacción social y las estructuras culturales). Neurociencia y percepción (la mente procesa la información sensorial y crea una representación interna del mundo basada en patrones cognitivos, aprendizaje previo y creencias).
Las cosas no son como son, no las vemos como son, sino como somos. La realidad la creamos los sujetos que observamos el mundo, un mundo que se esfuma si salimos de la escena.
Todo lo expuesto debería ayudarnos para reconocer nuestras limitaciones, la increíble levedad de nuestro ser y lo insignificantes que somos.
Adelante!!!