Una Democracia saludable solo se puede sostener sobre la base de una sociedad culta y responsable. Y para eso es imprescindible que cada ciudadano conozca las trampas y los mecanismos de la manipulación a los que se está viendo sometido.
La simplificación de la realidad para dar explicación a hechos complejos. La repetición de 2 o 3 mensajes que se utilizan recurrentemente como argumento.
Apropiación de los símbolos comunes como propios. Polarización social y desacreditación y difamación del que piensa diferente.
Culpabilización de los males a los colectivos más débiles (uso de chivos expiatorios), creación de enemigos imaginarios.
Manipulación de la historia y la memoria colectiva, sublimación y distorsión de ciertos hechos pasados para justificar un determinado proceder.
Creación de discusiones en torno a problemas que no existen para desviar la atención de las cosas importantes. Invención de problemas para entretener a la gente.
Creación de estados de ánimo de excitación y manipulación de sentimientos para inocular el miedo, la ira y el odio.
Utilización de medios de comunicación afines para replicar los mensajes y repetir hasta la saciedad sus mantras. Utilización de las redes sociales para segmentar y teledirigir los mensajes.
Generalización de lo excepcional y viceversa. Exageración de hechos puntuales y empequeñecimiento de acontecimientos relevantes.
Difusión de medias verdades y noticias falsas, repetir mil veces una mentira hasta convertirla en verdad. Manipulación de la verdad.
Culto a la personalidad y asimilación de atributos superiores del líder para cubrir la falta de proyecto de futuro. Creación de lealtades perrunas.
Deshumanización y animalización del contrario, violencia verbal, estigmatización de la oposición como antipatriótica y contraria a los valores nacionales en una espiral permanente de radicalización y venganza.
Irracionalidad y negación de los hechos científicos escudándose en creencias (terraplanistas, antivacunas negacionistas del cambio climático o de la evolución y origen de las especies).
Combate permanente a los derechos de las mujeres, las minorías, la libertad sexual o las conquistas sociales logradas en los últimos siglos en favor de la igualdad.
Fortalecimiento del sentido de pertenencia al grupo y pérdida de autoconciencia desde la manipulación en torno a símbolos y rituales (desindividuación).
Búsqueda permanente de la confrontación “nosotros contra ellos”. Provocación de actos violentos y comportamientos antisistema escudándose en la impunidad del grupo.
Los fines justifican los medios, discurso mentiroso para intentar contentar a todos y no generar “anticuerpos” en el electorado, como movimiento táctico con el que llegar al poder.
Supeditación a la orquestación tácita de las oligarquías y obediencia a los grupos de poder (económico, judicial, religioso, militar, organizaciones sociales) para el mantenimiento de su statu quo.
Utilización e instrumentalización de medios de comunicación potentes creados y controlados por las oligarquías. Compra de comunicadores y líderes de opinión mercenarios para extender el relato de sus dueños. Control de la agenda mediática cuyo objetivo es ganar las elecciones a toda costa.
Los tiempos de cambio generan incertidumbre, desconfianza y falta de perspectivas de futuro. Muchas personas se sienten débiles y son presa fácil de discursos que ofrecen soluciones fáciles a problemas ultracomplejos. Una parte importante de la sociedad que se siente desoída y desatendida por el sistema resulta presa fácil de los “salvadores de la patria”. En algunos países como España donde el fascismo y la extrema derecha vivían en estado latente en la derecha, al escindirse arrastran a la derecha a sus posturas, creando el caldo de cultivo ideal para deteriorar y hackear la Democracia desde dentro del sistema, un riesgo similar que recorre Europa, EE UU y muchos países. Por ese motivo es muy importante que la ciudadanía reconozca los mecanismos sutiles con los que está siendo manipulada.
Cuando la gente está manipulada, la Democracia está hackeada.
Adelante!!!
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