Europa en la encrucijada. Los 10 grandes desafíos que enfrenta la Unión Europea.

La Unión Europea se creó con el objetivo fundamental de evitar una nueva contienda tras la Segunda Guerra Mundial y construir una paz duradera, un hecho que está en entredicho con la Guerra de Ucrania y el auge de los nacionalismos y la extrema derecha. Falta de identidad y liderazgo, gobernanza, extrema derecha y fascismo, cambio climático, migraciones, energía, tensión norte-sur, disrupción tecnológica, centrifugación y unidad de acción, son los principales desafíos. Pero el problema más grande es que los europeos olvidemos que vivimos el mayor espacio de paz y prosperidad del mundo, por el que hay que luchar cada día, pues su futuro no está garantizado.

Identidad y liderazgo.

La Unión Europea es un caso de éxito económico basado en la integración económica y el progreso social a escala global que ha inspirado a otras regiones del mundo, pese a ello, no se ha forjado un sentimiento identitario en la población de este logro colectivo. Se necesita fomentar ese “estado de ánimo europeo” y el surgimiento de líderes que lo representen por encima de los intereses de cada país.

Gobernanza.

Los mecanismos para la toma de decisiones de la Unión no están adaptados a las necesidades de un mundo volátil que se mueve a velocidad de vértigo. Un problema que se ha acrecentado con la integración de nuevos países, y de no solucionarse con un modelo de gobernanza más ágil, puede comprometer gravemente su futuro.

Resurgimiento del nacionalismo, la extrema derecha y el fascismo. 

El cáncer histórico de Europa han sido los nacionalismos, una especie de gen competitivo entre países que nos ha llevado a una rivalidad histórica por demostrar quién era el mejor a costa de someter y destruir al vecino. Una actitud que por primera vez en la historia se superó con la Unión, pero cuyas “células durmientes” están presentes en la ultraderecha y el fascismo, esperando los momentos de crisis para volver a hacerse presentes, sembrar la discordia y alentar los peores sentimientos del ser humano.

El papel irrelevante dentro de un nuevo orden multipolar. 

Europa ha pasado de ser el centro del poder en mundo a lo largo de los últimos siglos, a ser un actor secundario y perrito faldero de EE UU. Y ahora, en la configuración de un nuevo orden mundial multipolar, un actor secundario ante el surgimiento de nuevas superpotencias como China. Cuando el centro de gravedad del mundo se está trasladando del Atlántico al Pacífico, el peso de la UE está cayendo en picado.

El cambio climático.

La Unión Europea, por la franja que ocupa en el globo terráqueo, es una de las zonas más afectadas por el cambio climático a escala planetaria. A medida que se agravan sus consecuencias, también lo hacen las tensiones en el seno de la Unión a la hora de asumir las medidas que lo mitigan por la oposición de determinados sectores económicos y sus lobbies (agricultores, industrias, sector energético). A lo que hay que unir las consecuencias de los movimientos migratorios que presionan sus fronteras por los efectos climáticos.

Las migraciones.

El éxito de la Unión Europea se ha convertido en la diana y objeto de deseo principal de los “pobres del mundo” para construir aquí  sus proyectos de vida. La Unión se halla en la necesidad de ordenar y organizar ese flujo de personas de todos los continentes que quieren venir a vivir aquí. Por un lado necesita a esas personas jóvenes que equilibren una pirámide de población envejecida, garantizando de esta manera el relevo generacional, cubrir las necesidades de mano de obra o asegurar las pensiones. Y por otro, desarrollar mecanismos de acogida eficaces para no generar guetos y tensiones sociales.

La crisis energética y la búsqueda de la soberanía energética. 

El talón de Aquiles de la UE es la dependencia energética, convirtiéndose en un objeto chantaje permanente por parte de las potencias productoras y una forma de presión constante por parte de Rusia o EEUU con la que plegarse a sus intereses. O la Unión Europea se convierte en líder mundial en la producción de energía para cubrir la demanda que necesita mediante fuentes renovables desde una transición justa, o su soberanía política estará comprometida y sujeta a los vaivenes de los países productores.

Tensión entre norte y sur. 

La Unión Europea es una realidad asimétrica entre el norte (más rico y próspero) y el sur y este con más vulnerabilidad económica. Uno de los problemas sin resolver tiene que ver con la integración fiscal, financiera y de deuda pública, asociado a su vez con la productividad, la competitividad o el desempleo. Todos estos factores han generado dos posturas contrapuestas en tiempos de crisis (sobre todo con la tensión de deuda soberana de 2009), dos posiciones encontradas entre los partidarios de la austeridad y el estímulo que en momentos puntuales amenazaron el euro y la propia viabilidad de la Unión.

Disrupción tecnológica e Inteligencia Artificial. 

Europa fue artífice y protagonista de las tres Revoluciones Industriales anteriores, pero corre el riesgo de ser un actor de segundo nivel en la Cuarta Revolución Industrial con la Inteligencia Artificial a la cabeza. La UE se encuentra rezagada respecto a EEUU y China, en el campo que determinará quiénes serán los futuros campeones mundiales y los ángeles caídos. 

Centrifugación (Brexit). 

Como confluencia de los desafíos anteriores (nacionalismo, resurgimiento de la ultraderecha, emigración, gobernanza, tensión norte-sur), dentro de la Unión cobran cada vez más fuerza las voces y movimientos que abogan por su abandono o el debilitamiento paulatino de sus estructuras para la vuelta a una Europa de Estados soberanos. Un juego sucio al que llevan apostando decididamente Rusia o EEUU para debilitarla y plegarla a sus intereses. El hecho consumado del Brexit marca un precedente peligroso que anima a otros  descerebrados a buscar la puerta de salida.

Unidad de acción  (una única voz en el mundo). 

Desde una política interior y exterior común. Si la Unión Europea quiere jugar a ser un papel de superpotencia mundial, no será creíble y respetada en el mundo si no lleva a cabo un ejercicio ambicioso de integración, un salto que implica aspectos como la superación de las identidades nacionales, la creación de un ejército único o la toma de decisiones internacionales sin tutelas.

Los europeos, para decidir nuestro futuro, no podemos olvidar de donde venimos, porque, aunque nos parezca lejano, la historia de Europa ha sido una larga secuencia de guerras que nos han desangrado a lo largo de los siglos, causando decenas de millones de muertos y familias destrozadas por el horror. Una realidad, que aunque parecía ya olvidada, vuelve a rondar nuestras fronteras. 

La pérdida de memoria colectiva puede ser el mayor de todos los retos a los que nos enfrentamos, cuando no recordamos que somos una de las pocas generaciones de la historia que no ha tenido que participar en una guerra y lamentar víctimas en nuestra propia familia.

También se nos olvida que vivimos en el mejor espacio de libertad y bienestar del mundo. Quizá el problema esté en que la Unión Europea no se ha llegado a tomar en serio, reconocer y celebrar su propio éxito. Y por eso, todavía no ha sabido dar el paso para plantearse “qué quiere ser de mayor”.

En todo caso, la Unión está en una encrucijada histórica, y los ciudadanos con su voto, no pueden dejar su futuro en manos de quienes quieren debilitarla o. destruirla, porque, desde las lecciones que nos da la historia, la vuelta a las guerras y conflictos, solo será cuestión de tiempo.

Adelante!!!

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