
Archivo del Autor: Juan Carlos
Cómo conectar con la fibra sensible del electorado

RESUMEN DEL ARTÍCULO
¿Por qué algunas personas olvidan sus principios y votan contra sus intereses? ¿Y por qué otras hacen exactamente lo contrario: sacrifican sus intereses para ser fieles a sus principios? La respuesta está en la dimensión emocional desde la que vivimos y decidimos.
Con el tiempo entendemos que estamos hechos de tres materiales: lo aburrido, lo vibrante y lo divino. Según cuál domine, nos volvemos personas vulgares, brillantes o elevadas. Y, naturalmente, nos sentimos atraídos por quienes despiertan en nosotros lo emocionante y lo selecto. Los griegos lo sabían bien y llamaron a estas formas de habitar el tiempo Cronos, Kairós y Aión: lo anodino, lo vibrante y lo trascendente.
El mecanismo es sencillo: al escuchar a alguien, nuestra mente decide en segundos si lo que oímos nos empequeñece o nos eleva. Buscamos ideas audaces, selectas, capaces de sacarnos del gris de Cronos para llevarnos a la vibración de Kairós y, cuando es posible, a la plenitud de Aión. Por eso conectamos con quienes inspiran y nos alejamos de quienes nos empequeñecen.
En política sucede igual. Todos vivimos atrapados en lo prosaico —trabajo, tareas anodinas, preocupaciones—, pero seguimos necesitando a quien nos haga vibrar, a quien convoque a lo épico y nos invite a una aventura colectiva. Por eso las propuestas electorales deben abrir paso a un proyecto más grande: un propósito que dé sentido a la vida de la gente.
La política fracasa cuando olvida que las sociedades no mueren por falta de recursos, sino por falta de sentido. Y hoy, más que nunca, un milímetro de visión y vibración basta para inclinar la balanza.
Adelante!!!
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RESUMEN DEL ARTÍCULO
Las ideas no cambian el mundo por su carga intelectual, sino por su capacidad para generar esperanza. En cada crisis, algunos liderazgos han sabido transformar el miedo en propósito y el escepticismo en acción. Roosevelt lo entendió al declarar “a lo único que debemos temer es al miedo mismo”, preludio de un Nuevo Pacto que devolvió control y dignidad. En la posguerra, Beveridge convirtió la caridad en derecho al identificar a los “Cinco Gigantes” y cimentar la seguridad social. Martin Luther King elevó la política a horizonte moral con su “Tengo un sueño”, demostrando que la igualdad se conquista primero en la emoción. Gandhi, Mandela y Deng rompieron fronteras emocionales distintas —miedo, odio, culpa— para abrir caminos de libertad, reconciliación y prosperidad. En Brasil, Lula hizo de Hambre Ceroy Bolsa Familia una marca de dignidad visible para quienes habían sido invisibles.
Hoy encaramos la mayor revolución tecnológica de la historia: la Inteligencia Artificial. No basta regular ni administrar; necesitamos una arquitectura emocional del futuro que una razón e innovación con justicia y sentido. Un nuevo contrato social debe asegurar seguridad económica, propósito y libertad humana ampliada. La política debe recuperar su dimensión poética para enfrentar los grandes desafíos de nuestro tiempo(el miedo, la exclusión, la irrelevancia), convocar un “nosotros” y ofrecer un camino nuevo.
Cuando me preguntaron hace unos años qué eslogan elegiría, respondí sin dudar: “Adelante”. Porque este tiempo oscila entre los que miran “atrás” y “adelante”. Pero con el eslogan, por sí solo, no basta: hace falta fe compartida y proyecto de futuro. Las sociedades no mueren por falta de recursos, sino por falta de sentido. La tarea es clara: resignificar la política y escribir juntos la próxima gran propuesta política para la nueva era de la Inteligencia Artificial.
Adelante!!!
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En una época de desafección política y ruido digital, las viejas fórmulas ya no sirven. Quien aspire a ganar unas elecciones debe entender que el poder no se conquista con promesas, sino con emociones auténticas, visión de futuro y una épica compartida.
El mundo ha cambiado, pero la mayoría de los responsables de las campañas políticas aún no se han enterado. Siguen aplicando fórmulas viejas a realidades nuevas. Por eso, un líder político inteligente debería poner su atención en otros aspectos decisivos, que no aparecen en los manuales de estrategia ni en el recetario de los “gurús” que suelen conducir a sus clientes a sonadas derrotas y espantosos ridículos.
Si alguna vez piensas presentarte a unas elecciones y te interesa una mirada diferente, sigue leyendo.
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RESUMEN DEL ARTÍCULO
Sigue leyendoCada época tiene su estado de ánimo. Es su pulso invisible que define su esencia, su modo de sentir. El nuestro, en 2025, se percibe denso y convulso: una mezcla de conflicto, polarización y una incertidumbre que se ha vuelto atmósfera. Si hace unas décadas caminábamos bajo una fina niebla, hoy avanzamos entre una bruma densa. El mundo se ha desordenado. Las instituciones multilaterales, antaño garantes del equilibrio, se deshilachan. Las democracias se enfrentan a un riesgo existencial. Las guerras se multiplican. Y las amenazas globales —desde el espectro de un conflicto nuclear hasta la urgencia climática— se sienten más próximas que nunca.
En paralelo, la Cuarta Revolución Industrial avanza sin pausa. La Inteligencia Artificial, motor de un cambio tan veloz como implacable, reconfigura las relaciones de poder, concentra la riqueza y amenaza con desestructurar el mercado laboral. Millones de empleos están en riesgo. Lo que antes era promesa de progreso hoy también despierta miedo.
A este vértigo se suma la orfandad de liderazgo. La ausencia de referentes democráticos abre espacio a ideologías extremas —Trump, Putin, Netanyahu, Milei— que, amparadas en el poder mediático, retuercen las reglas del juego con impunidad. El resultado es un mundo sin brújula moral, donde el ruido sustituye a la reflexión y la propaganda a la verdad.
Mientras tanto, en los parlamentos del planeta apenas se pronuncia la expresión “Inteligencia Artificial”. Nuestros dirigentes siguen discutiendo el pasado, como si el futuro no hubiese comenzado ya. Carecen de visión, de proyectos colectivos capaces de movilizar la esperanza. En el momento en que la historia exige líderes verdaderos, solo encontramos gestores del miedo, farsantes que piensan en las próximas elecciones, no en la próxima generación.
El resultado es un desánimo global, una fatiga moral que se extiende como una sombra negra. Cada día más personas pierden la fe en el porvenir y comienzan a escuchar los cantos de sirena de los extremismos. Por eso, comprender el estado de ánimo del mundo no es un ejercicio intelectual: es una urgencia política. Identificar sus causas es el primer paso para revertirlo. Descifremos, entonces, sus mecanismos.
Adelante!!!
