7 prácticas para reeducar nuestras emociones, superar el desánimo colectivo y esquivar la depresión.

¿Por qué la sociedad está en depresión? 

El cambio permanente al que nos vemos sometidos nos está trayendo muchos problemas mentales y emocionales (miedo, zozobra, desazón, ira, resignación, resentimiento, paralización, desconcierto…), como reacción a las situaciones nuevas e imprevistas que tenemos que enfrentar cada día. La educación de las emociones que recibimos estaba diseñada para una vida más previsible y estable, pero cuando el tiempo se aceleró y las circunstancias comenzaron a cambiar rápidamente, se desordenó nuestro equilibrio y empezamos a sufrir tensiones emocionales que afectan gravemente a nuestra salud (solo hay que mirar el agravamiento de la salud mental de la población en los últimos años). Los cambios son tan grandes que la mente humana no está diseñada para  encajarlos con tanta celeridad.

El estado de ánimo dominante en la sociedad viene definido por el sentimiento: no veo posibilidades de futuro para mí. Una realidad que incluso está llevando a las autoridades al lanzamiento de campañas en los medios para evitar un pensamiento distópico y de desconfianza en el futuro, acciones de dudosa efectividad porque esta situación tiene una raíz más profunda que vamos a analizar y no se solucionan con campañas publicitarias.

Podemos transformar nuestras emociones desde la modificación de nuestras expectativas del futuro.

Nuestras emociones nacen de la interpretación que tenemos del mundo y los acontecimientos, no son fijas, son culturales y, por tanto, podemos entrenarlas y cambiarlas. Por ejemplo, las emociones que tenemos ante la muerte son diferentes en oriente y occidente. Ante un mismo hecho un grupo de personas puede sentirlo como una desgracia y otro como una liberación.

En este tiempo nuevo vamos a tener que aprender a vivir muchas vidas en una sola vida, a cambiar muchas veces de rumbo, a reinventarnos permanentemente. Y para hacer este cambio necesitamos aprender a reinterpretar y etiquetar lo que nos ocurre y como lo vivimos de manera diferente.

Nuestras emociones nacen de la interpretación de las posibilidades que percibimos. Cuando veo posibilidades para mí en lo que acontece, mis emociones son positivas (confianza, alegría, decisión…). Cuando no veo posibilidades, mis emociones son negativas (desconfianza, enojo, tristeza…).

La clave está en aprender a descubrir posibilidades y a conversar sobre posibilidades.

Si aprendemos a descubrir posibilidades, a pensar en clave de posibilidades, a abandonar la queja, a hablar en clave de posibilidades, a cultivar conversaciones de posibilidades y llevar posibilidades a otras personas; estaremos en el camino para cambiar nuestras emociones y la de los otros.

La necesidad de reeducar nuestras emociones para esquivar el desánimo y la depresión.

En el futuro vamos a tener que aprender a resetear nuestro sentido común y reeducar nuestras emociones. Un trabajo sustentado en una nueva forma de pensar y entender el mundo (cambio de paradigma).

El cambio nos va a seguir descolocando en los próximos años, por lo que tendremos que enfrentar la sensación de que se nos cierra el horizonte de posibilidades, la pérdida de control, la desazón, la zozobra, la incertidumbre, la desconfianza en el futuro, la nostalgia paralizante, el miedo, la desesperanza, la resignación o el resentimiento. Y de todo ello podemos sacar partido si nos convertimos en expertos en descubrir  las nuevas posibilidades que surgen del cambio, para hacerlo deberemos transformar:

  1. La ira y el resentimiento en fuerza creativa.
  2. El estrés en energía productiva.
  3. La visión del futuro a corto plazo por el largo.
  4. La queja por las conversaciones sobre posibilidades.
  5. La obsesión por la seguridad en espíritu aventurero.
  6. La ansiedad en acción.
  7. La frustración ante el fin de un trabajo o contrato en liberación creativa para perseguir un sueño.

Y este viaje puede ser apasionante si estamos abiertos a la experimentación, al aprendizaje de nuevas prácticas y a cambiar con el cambio; o una tortura si nos aferramos a la sensación de pérdida de control.

Explorar las tendencias del cambio, descubrir posibilidades e inventarlas con otros, escuchar permanentemente lo que acontece, las anomalías y emergencias; y a partir de ahí, llevar conversaciones sobre posibilidades a los demás, hacer promesas valiosas, crear nuevas ofertas e inventar nuevos mundos con otros. 

Nunca en la historia hubo un tiempo tan propicio para los audaces y los inquietos. Pese a todo esto estamos en alto riesgo de depresión colectiva que amenaza seriamente a la salud pública. Algo tenemos que hacer y hay que hacerlo cuanto antes.

Adelante!!!

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