La dirección (liderazgo, gerencia) consiste en unir personas en torno a un propósito, orquestarlas y acompañarlas en su aprendizaje y crecimiento. Para hacerlo necesitaremos desarrollar habilidades prácticas como madres, mentores, profesoras, coaches, gerentes, orientadoras… Recuerda que en tu papel de dirigir a otra persona, ella tendrá en su cabeza tres preguntas no declaradas: ¿Yo soy importante para ti? ¿Tú me quieres? ¿Tú me puedes ayudar? Si tus respuestas son negativas, olvida lo de dirigir y dedícate a otra cosa. En caso de ser afirmativas, aquí tienes 10 prácticas para conducirte a la excelencia.
1. Cuenta una historia personal a la otra persona.
Toca su corazón para entrar en su mundo. Esto se hace para crear confianza e intimidad con ella.
Quien se pone en la tarea de dirigir personas necesita un enfoque hacia los resultados, y para conseguir resultados hay que ayudar a la otra persona a que alcance la mejor versión de sí misma. Una tarea que no se puede hacer sin la creación de un ambiente de confianza y apertura mutua.
El problema está en que para que la otra persona se abra, tienes que hacerlo tú primero. Cuenta tu historia personal y la otra persona te entregará la llave para entrar en su mundo contándote la suya (necesidades, deseos, aspiraciones…), generando unas bases sólidas para la colaboración y el enfoque al logro.
La forma de lograr acceder al mundo de la otra persona es mostrar primero el tuyo.
2. Escucha la historia de la otra persona.
Ahora viene la cosecha que buscabas, la otra persona comenzará a soltar el torrente que tiene en su interior.Hazle ver que es valiosa para ti y hazlo sinceramente. Las personas nos sentimos valoradas cuando somos escuchadas.
Escucha desde la empatía, en una relación de igual a igual. Y escucha, solo escucha, no juzgues ni interrumpas. La escucha precisa de un imperativo ético hacia la otra persona como valiosa y respetable.
3. Haz una promesa y cúmplela.
En el curso de la conversación haz una promesa a la otra persona que puedas cumplir en los próximos días (no importa el tamaño de la promesa). En su mente quedará grabado que eres una persona que hace promesas y las cumple y el valor que tiene prometer y cumplir para la relación futura.
4. Ponle fecha de entrega a las cosas.
Detrás de cada tarea, de cada pedido tiene que ir una fecha de realización. Un pedido sin fecha de entrega es una declaración de intenciones, que cuando se generaliza como mala práctica, puede dar al traste con el proyecto común, el equipo y la propia organización.
La forma de generar impecabilidad, y con ello productividad y riqueza, es implantar esta práctica y entrenar a todo el equipo hasta que la reproduzca con pulcritud.
Instala la práctica y el hábito de poner fecha a las cosas y entregar a tiempo.
5. Muéstrale 2 o 3 posibilidades nuevas.
Enseña a descubrir posibilidades. Después de la escucha, desvela a la otra persona 2 o 3 posibilidades nuevas (puede ser en el instante o días después).
Las personas tenemos problemas para descubrir posibilidades porque nadie nos ha enseñados hacerlo. Por eso, una habilidad esencial a cultivar desde la dirección es mostrar posibilidades nuevas a las personas de manera recurrente. Esto te obliga a estar en contacto permanente con las fronteras del conocimiento, los cambios y las tendencias que ocurren en el mundo. El objetivo es que la gente aprenda esta práctica y te observe como una fuente permanente de oportunidades.
6. Ofrécele una reinterpretación de la realidad.
Muestra a la otra persona nuevos cursos de acción que ella no ve, revelándole quién es, en quién se puede convertir y qué oferta puede ser para los demás. Ofrécete como ayuda para que pueda aprender lo que necesita y acompañamiento en su crecimiento.
7. Haz una declaración de la misión compartida.
Construye un relato del futuro común pensado en grande, muéstraselo de manera nítida y con ambición, y regálaselo. Ofrece una forma de mirar la realidad con las luces largas de la mente.
Cuando entrenes a la persona para pensar en grande, estará en disposición de dar lo mejor de sí misma y entregar su máximo potencial. Pero para eso tiene que saber adónde va, cómo va a contribuir desde sus tareas diarias al logro común, y desde ahí desarrollar sentido y criterio en todo lo que hace.
8. Desarrolla su fortaleza emocional.
Crear un estado de ánimo positivo y lidiar con los reveses de la vida está conectado con la capacidad de ver e inventar posibilidades. Cuando entrenas a la persona para ver posibilidades, estás creando las condiciones para producir estados de ánimo positivos, y viceversa.
Los estados de ánimo en la organización nacen de las posibilidades de futuro que ven las personas, un mecanismo que funciona como un semáforo: veo posibilidades para mí (enciende el verde y me pone en acción), no veo posibilidades para mí (enciende el rojo y me paraliza).
Este entrenamiento se completa con el desarrollo de otras habilidades: a decir sí cuando quiere decir sí y sus consecuencias, a decir no cuando quiera decir no y sus riesgos, a decir no sé para abrirse al aprendizaje, a dar las gracias, a perdonar y perdonarse, a escuchar juicios negativos con entereza, etc.
9. Establece con ella un acuerdo de aprendizaje y crecimiento permanente.
Desarrollar a la persona exige un proceso de aprendizaje continuo. Un trabajo que podrás realizar tú directamente o con la ayuda de un colaborador.
Se trata de un aprendizaje de primer nivel orientado a la acción: yo lo hago y tú estás conmigo, tú lo haces bajo mi supervisión, yo te doy feedback, luego tú lo haces sola; más adelante tomas a otras personas y reproduces el proceso.
10. Orquesta su mente, orquesta sus mentes.
Desde las prácticas anteriores, la habilidad superior de la alta dirección es hacerse significativo para la red de personas de la organización (clientes, prescriptores), incluido el propio equipo. Y la manera de hacerlo es orquestar a todas las personas, sus pensamientos, actos y mentes, como si de una banda de músicos se tratase para que actúen al unísono y concentren su atención en el mismo foco
Tu trabajo final será velar por la expansión de estas habilidades y su expansión en la organización: crear confianza, escuchar a las personas del equipo y los clientes, velar por el cumplimiento de promesas, construir un relato y discurso común, generar posibilidades de manera permanente, velar por la creación de un estado de ánimo positivo, desarrollar un ejercicio de aprendizaje permanente y orquestar la mente de todas las personas de la organización y de éstas con los clientes.
Adelante!!!
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