El poder transformador de los profetas.

La fuerza de la profecía y su manejo como medio para inventar el futuro por la vía rápida.

El futuro no podemos adivinarlo, pero sí podemos inventarlo. ¿Qué cosas podemos hacer para que las cosas que queremos que ocurran, ocurran de verdad? Esta reflexión nos conecta con el arte mayor del liderazgo, dirección, gerencia (management), el emprendimiento y la innovación.

profetas

Podríamos alcanzar un consenso universal acerca de la invalidez de los profetas y sus «cuentos del futuro», sobre todo si lo hacemos desde la epistemología o el racionalismo cartesiano, dejando su espacio natural para la fe, la religión, las creencias.

Sin embargo, voy a reivindicar su trascendente contribución, y por tanto te voy a animar a que te conviertas en profeta, aprendiendo su arte y sin menoscabo a las grandes marcas (Jesucristo, Mahoma …), para que no entres en conflicto de competencias con las «multinacionales de la profecía».

No podemos anticipar el futuro pero sí podemos construir una narrativa coherente de cómo ocurrirá (o al menos cómo nos gustaría que sucediera), pues este acto es muy influyente para que a las personas que implica, pueden comprarlo, y por ende, hacerlo realidad para nosotros.

Aprendiendo la lógica del pensamiento de un profeta.

  1. El profeta piensa: me gustaría que ocurriera esta cosa: …………
  2. Es improbable que la cosa ocurra aunque en el empeño llevase a mi ser al borde del agotamiento.
  3. El camino para que ocurra es realizar una declaración solemne de que va a ocurrir.
  4. Lo profetizado tiene que conectar con las sensibilidades de las personas a las que se dirige.
  5. Los destinatarios de la profecía tienen que comprar ese futuro (deseo compartido).
  6. Cuando lo compren, el futuro está en marcha, lo construirán ellos solos, con su trabajo, fuerza, voluntad y decisión.
  7. Luego el mundo me reconocerá mis capacidades extraordinarias de líder, innovador, visionario, emprendedor, revolucionario…., profeta.

Diseñando el valor de tu profecía. Ahora vamos a aprender dónde reside la fortaleza de tu profecía para que tengas éxito.

  • Lo que quieres que ocurra ha de estar conectado al ámbito de la preocupación de la gente a la que está destinada, por tanto implica capacidad de escucha.
  • Lo que quieres que ocurra debe mejorar la vida de esas personas.
  • Lo que quieres que ocurra ha de ser ambicioso y transformador, motivador, retador, ha de merecer la pena; el sacrificio y abnegación para su consecución ha de tener el premio de una gran recompensa.
  • Lo que quieres que ocurra ha de conectar desde la poética, con elementos atávicos que están presentes en el imaginario colectivo y forman parte de los valores y la historia de la comunidad (un futuro inventado desde una interpretación coherente con la trayectoria del sentir colectivo hacia el pasado).
  • Lo que quieres que ocurra ha de quedar recogido en una narrativa, un «cuento» fácil de fijar en la mente colectiva.
  • Lo que quieres que ocurra ha de estar declarado, por eso debes teatralizar el acto de la declaración con toda su fuerza y solemnidad, buscando el lugar adecuado y el momento oportuno, siguiendo una liturgia refinada y auténtica.
  • Lo que quieres que ocurra debe venir acompañado de una hoja de ruta para que las personas tengan la guía para hacerlo y no se pierdan por el camino.
  • Lo que quieres que ocurra ha de ser coherente con lo que haces, cuando hayas declarado la profecía, el mundo te mirará con lupa para verificar si lo que haces está alineado con el futuro que proclamas. De lo contrario te llamará de otra manera (cuentista, farsante, impostor, iluminado…).

Decididamente, nuestra sociedad necesita una escuela de profetas para crear un futuro consecuente con los grandes retos de la humanidad (profetas del cambio climático y la conservación del planeta, profetas de la lucha contra el hambre y la pobreza, profetas del cambio educativo global, profetas de la paz…).

Yo te invito a que tú como ciudadano te conviertas en un profeta, haciéndote cargo con tu vida de algo que aflige al mundo o a las personas de tu comunidad, que inventes una oferta y un futuro valioso para ellas. A qué esperas, toma el bastón de mando y ponte en la acción, el mundo te necesita en este nuevo rol, de ello has de hacer depender tu proyecto vital, tu empresa, tu vida personal y profesional.

Una mirada a la historia de la humanidad y el valor de las profecías.

Casi todos los logros de la humanidad nacieron como profecías, en las que sus profetas las imaginaron como un deseo, y tuvieron el coraje y arrojo para decir: esto va a ocurrir, y desde ahora nos vamos a dejar la piel para que sea realidad más pronto que tarde.

Afortunadamente, todo en esta vida son inventos que el ser humano ha hecho para romper tradiciones. La profecía genera el quiebre que reencauza el fluir de la historia.

La agricultura fue una profecía de unas comunidades humanas que hace unos cuantos milenios se cansaron de cazar y recolectar. Un recolector que recogía los granos menudos de cereal silvestre en Mesopotamia, Próximo Oriente, o Centroamérica, en una calurosa tarde de principios de verano tuvo una inspiración e imaginó un futuro diferente (¡cultivemos! ¡Eureka!) y lo declaró. El mundo cambió. Así ocurren (o de manera muy parecida) los cambios en el mundo. Sé tú un artífice del cambio histórico en tu mundo.

La libertad es un invento de la Revolución francesa, de no ser por sus profetas, hoy iríamos por ahí acompañados de nuestros esclavos o detrás de nuestros señores. La profecía de la libertad humana les dio a los esclavos la visión de un futuro sin amos, a ellos les sedujo la propuesta, la compraron y rompieron sus cadenas.

La historia de la humanidad es una historia de profetas y profecías autocumplidas y autovalidadas. Si tienes un invento cargado de ambición, que tiemble el futuro, pues lo puedes revertir. El futuro es un espacio que se construye desde la competencia de los profetas más audaces (¿a qué esperas para hacerte un nombre en tan valioso club?).

El club de mis profetas preferidos.

Martin Luther King. Cuando dijo: hoy he tenido un sueño, en ese sueño…. Profetizó el fin de la injusticia racial, la onda expansiva de la profecía fue universal y comenzó a desmontar el apartheid. Culminó la gran profecía de los avanzados franceses. King, que era un gran profeta sabía donde estaba la tecla que mueve el mundo y cambia las cosas (estoy seguro que esa noche no soñó con eso, pero sabía de la fuerza de esa frase profética en el alma de su pueblo).

Kennedy. Profetizó la llegada de un hombre a la Luna y su retorno vivo a la Tierra cuando declaró solemnemente a los estadounidenses: en diez años enviaremos un hombre a la Luna y lo regresaremos vivo… Sus asesores diseñaron esa profecía desde los mismos fundamentos que te he mostrado, y finalmente le dijeron: y el pueblo americano lo hará solo porque la profecía es chula y motivadora. Y así fue.

Marx. Vivía afligido por el sufrimiento que la Era industrial estaba infligiendo al ser humano. Desde su activismo revolucionario sabía que no podría revertir la situación y por un momento se pasó de la filosofía a la profecía, profetizando la muerte del capitalismo y la llegada del comunismo. Él sabía que la profecía era el único medio para cambiar la historia, y la utilizó sin reparos, en función de una causa justa. Se equivocó de plano (el capitalismo no murió y la revolución no se produjo en el contexto de los países industrializados sino en sociedades agrarias y atrasadas); aún con el error de cálculo, es el mayor profeta de la historia ¿o no es verdad a día de hoy que una de cada cuatro personas del planeta vive bajo un régimen comunista?

Marx, como buen historiador, economista y filósofo, lo intentó primero desde la ortodoxia, en su tesis once sobre Feuerbach, viene a decir que los filósofos hasta el momento sólo se han ocupado de interpretar el mundo, cuando lo que hay que hacer es transformarlo. Pero él sabía que para hacerlo había que ponerse el traje de profeta, y optar por la heterodoxia incluso a costa de sacrificar algunos fundamentos de su pensamiento. Él, antes que filósofo fue un profeta y lo hizo tan bien que ni la historia ni nadie ha reparado en ello.

Los profetas de lo no verificable.

También están los profetas de la otra vida, los que nunca sabremos si acertaron o no en sus pronósticos, pero la propensión del ser humano para hacerse con una parcela en el «más allá» es imparable (si estás dispuesto a vender un cielo, siempre habrá una multitud dispuesta a comprarlo). Mucho deberían aprender de ellos los expertos en marketing y ventas.

Los profetas del mal.

Luego están los profetas del mal, quienes conocen los arcanos de este arte y lo utilizan para inocular el miedo, la destrucción, la guerra. A nosotros nos corresponde la tarea de destronarlos y desplazarlos del espacio privilegiado que ocupan para construir la historia negra del mundo.

Finalmente tengo mis profetas locales con menor renombre, gente de mi comunidad, de mi pueblo, mis amigos; pero para mi tan importantes como los primeros.

Pese a que el fundamento mismo de la profecía es falso, la profecía constituye al mundo, como seres humanos todos tenemos capacidad profética, depende de que queramos usarla o no, sabiendo que en la naturaleza humana está aferramos desesperadamente a nuestros profetas, no podemos vivir sin ellos. Preferimos comprar profecías baratas a vivir sin ellas.

No valides profecías mediocres, mejor construye y haz valer la tuya.

Adelante!!!

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