El descubrimiento del padre, adolescente y niña que tenemos en nuestro interior y su manejo.

Las tres manifestaciones del “Yo”.

Todos tenemos en nuestro interior un niño, un adolescente y un padre (o una niña, una adolescente y una madre). Sin ser conscientes, cuando hablamos o actuamos lo estamos haciendo desde uno de estos tres registros, cuya gestión determina nuestro equilibro personal, relaciones,resultados, talento, identidad, reputación, influencia, creatividad, innovación, emprendimiento y liderazgo. Vamos a descubrir las funciones del Yo y aprender a manejarlas para alcanzar nuestro máximo desempeño.

La figura de padre / madre, adolescente, niño / niña, no son uniformes, sino que adquieren diferentes categorías, pero para resumirlo, podemos hablar de un padre gentil o severo, un adolescente responsable o rebelde, y un niño extrovertido o retraído.

Observar el manejo de los diferentes registros (padre, adolescente, niño) en uno mismo y los demás.

Todos podemos identificar y observar estos perfiles desde la escucha de nuestra voz interior y cuando hablamos con otras personas.

Al analizar cómo te hablas a ti mismo podrás descubrir si tu comportamiento está más determinado por la voz de un padre severo (con lo que tu comportamiento tenderá a ser más rígido), o un padre gentil (lo que te dará un mayor margen para la flexibilidad y la comprensión); un adolescente responsable (condicionando un comportamiento racional dentro del registro de adolescente), o un adolescente rebelde (con lo que tu comportamiento será más impulsivo, pudiéndose deslizar hasta una actitud golfa e irresponsable); un niño extrovertido (comportamiento juguetón, alegre y creativo), o un niño retraído (triste y comedido).

Todos estamos definidos por un patrón de comportamiento dominante, hay quienes actúan como padres severos de rictus serio, adolescentes gamberros incontrolables, niños retraídos y melancólicos… Aunque hay una postura en la que permanecemos más tiempo por cuestiones culturales o educativas, todos tenemos una dosis del resto de categorías con las que configuramos nuestras personalidades complejas. Así definimos y etiquetamos a las personas de nuestro entorno según su postura dominante, y decimos que tal o cual persona es severa, gentil, reflexiva, alocada, creativa, triste… 

Aunque cultivamos y nos prodigamos más en un determinado dominio, también cambiamos con frecuencia de registro (de lo contrario, la vida sería muy pobre y aburrida). Y así, vemos de vez en cuando al padre o madre severa comportarse como gentil y divertida, o al contrario. Por eso nuestras personalidades son tan ricas, porque entre estos roles y su abanico de desdoblamientos (lo severo puede fluctuar entre una actitud de rectitud amable hasta otra autoritaria y represiva, lo impulsivo puede moverse desde la genialidad espontánea hasta el gamberrismo incívico) existe una paleta enorme de colores, pero sin abandonar el patrón que nos define.

Roles aprendidos y factores genéticos.

En general, nuestra identidad personal se construye desde las  actitudes aprendidas (lo que vemos en nuestro entorno) y la componente genética que nos predispone de una inclinación natural para adoptar uno u otro registro. En todo caso, siempre tenemos un amplio margen para el aprendizaje y el cultivo equilibrado de las diferentes funciones, porque detrás de cada rol hay un valor positivo (en la vida vamos a necesitar momentos de rectitud, gentilidad, rebeldía, creatividad, interioridad…).

Como las familias, las comunidades, los países y las civilizaciones están hechas de personas, y las personas se mueven por estos principios, todas ellas se rigen por este patrón que define sus culturas.

Aprender a reconocer en qué registro te mueves tú y los demás.

Si aprendes a reconocer tu rol dominante y registros, puedes conocer tu identidad, reforzando tus puntos fuertes y mejorando los débiles, lo que te ayudará a mantener relaciones más fructíferas.

A menudo digo que los seres humanos somos ciegos a nuestra propia identidad, a los demás les resulta más fácil ver mi identidad que a mí mismo y viceversa. Por eso, un buen ejercicio para el manejo personal y cultivo de la creatividad, la innovación, el emprendimiento, el liderazgo y el talento personal consiste en observar desde qué registro te hablan los demás. Y así, aprender a etiquetar a las personas dependiendo del registro en el que se manejen habitualmente (padre, adolescente, niño). Después te será más fácil saber en cual encajas, todo lo cual te proporcionará la apertura necesaria para tener relaciones más satisfactorias con los demás dentro de una transacción justa (estrategia ganar/ganar), así como el marco necesario para crear valor con tu vida y alejarte de las personas y ambientes tóxicos que impiden tu crecimiento.

Diseñar las conversaciones, las relaciones, la actitud personal y la reputación.

Somos lo que hablamos y lo que hacemos (en el límite de mi lenguaje está el límite de mi mundo). Desde el conocimiento y el manejo correcto de la transacción conversacional padre/adolescente/adulto, puedo convertirme en una persona más efectiva, reconducir los conflictos, diseñar declaraciones de valor, realizar afirmaciones y juicios fundados, hacer promesas significativas, pedidos efectivos, ofertas valiosas, generar espacios emocionales expansivos, planear acciones enfocadas, desarrollar impecabilidad, influencia, movilización, afecto… 

Por eso, lo primero que puedes hacer para mantener conversaciones más ricas con otras personas (familia, pareja, clientes, amigos, director, presidente…), es conocer el registro dominante que utiliza habitualmente la otra persona e identificar el papel que adopta al inicio de la conversación, desde ahí podrás elegir el rol más adecuado para encararla. Por ejemplo, si la persona está en modo padre severo y utilizas el mismo registro, puede que la cosa termine en desencuentro; quizá sea más favorable adoptar el rol de padre gentil o adolescente responsable, según requiera el contexto.

En todo caso, antes de enojarte,reflexiona y racionaliza el modo que está adoptando tu interlocutor, y decide sobre la marcha el más conveniente para el futuro de la relación o el manejo de tus intereses, quizá no sea el día propicio para la conversación y no se den las condiciones emocionales para avanzar, siempre será más efectivo posponerla o realizar una maniobra evasiva.

La apropiación de las referidas competencias nos sirven de base para diseñar las conversaciones y planear las acciones con las que gestionar nuestro día a día y transformar nuestra realidad, una herramienta esencial para padres, madres, educadoras, mentoras, entrenadoras, emprendedoras, líderes, creativos, directores, presidentes, trabajadoras, desempleados, empresarias… o simplemente, personas que quieren alcanzar su maximo desempeño.

*Nota.Para la elaboración de este artículo he tomado como referencia el análisis transaccional de Eric Berne a finales de la década de 1950, una teoría psicoanalítica de la personalidad que define los estados del “yo” como patrones coherentes del sentir, pensar y actuar; a través de los cuales establece tres estados: “yo padre”, “yo adulto” y “yo niño”.

Adelante!!!

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