Mamá, yo me voy a vivir al Metaverso.

¿Qué es el Metaverso y cómo va a cambiar nuestras vidas?

El Metaverso (el universo virtual que estamos creando más allá de nuestro universo físico) no es un fenómeno nuevo que aparece con Facebook, es una realidad que se viene gestando hace décadas y constituye un nuevo y gigantesco continente donde no existe el espacio ni el tiempo al que se está produciendo la Gran Migración, el mayor éxodo jamás emprendido por la especie humana. Estamos ante una nueva época con las características disruptivas de una era geológica, por su dimensión planetaria y su potencial impacto positivo global para frenar el deterioro del planeta al sustituir las materias primas físicas por las inmateriales (ceros y unos).

El Metaverso, la primera edad del Virtuceno.

Las eras geológicas que habíamos medido en cientos de millones de años (Paleozoico, Mesozoico, Cenozoico), sus periodos (Paleógeno, Neógeno, Cuaternario) y épocas (…Paleoceno, Eoceno, Oligoceno, Mioceno, Plioceno, Pleistoceno, Holoceno…), venían definidas por cambios en la estructura geológica de la Tierra y en los seres vivos. La irrupción de Sapiens supuso la aceleración de cambios a gran escala en los ecosistemas naturales, un proceso que se aceleró en los últimos tres siglos, al extremo de producir transformaciones sustanciales en la superficie terrestre de todos los continentes, huellas reconocibles en la estratigrafía (edificaciones, infraestructuras, extracción de materias primas…), alteraciones en la química del planeta (contaminación de aguas, suelos, presencia de isótopos radiactivos fruto de las explosiones nucleares…), así como en la vida de las especies (sexta extinción masiva). Todo lo cual llevó a acuñar el término de Antropoceno (Paul Crutzen) para definir la época geológica que sucede al Holoceno.

Pero la cosa no queda ahí porque el desarrollo tecnológico ocurrido en las últimas décadas, la llegada de la Cuarta Revolución Industrial y la convergencia NBIC (nanotecnología, biotecnología, infotecnología, cognotecnología), nos sitúan ante una nueva época de connotaciones geológicas tras un nuevo salto exponencial provocado por Sapiens hacia la edificación de un universo inmaterial construido con ceros y unos. Una nueva era que denominamos Virtuceno y cuya primera época es el Metaverso (Metaversiense).

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El Metaverso representa una irrupción de acontecimientos con la identidad suficiente para  alterar la escala temporal geológica y cambiar las inercias del Antropoceno, el punto de inflexión que da inicio al Virtuceno.

El Metaverso, un nuevo continente y un mundo paralelo al nuestro.

La evolución del ser humano en el planeta es una historia de expansión y conquista de nuevos espacios. Primero de África a Asia y Europa, y luego a América y Oceanía; una migración en la búsqueda incansable de nuevos continentes que habitar, un impulso que nos ha llevado a la Luna y la exploración de otros planetas, viaje en el que hemos llegado a poner dos artefactos en el espacio interestelar. 

Pero nunca como ahora habíamos puesto la mirada en un continente tan infinito e inabarcable, un universo más allá del físico donde no hemos hecho otra cosa que poner el primer pie en sus orillas.

Metaverso es el mundo gemelo que estamos construyendo con ceros y unos, como una réplica inmaterial del nuestro, donde estamos migrando todas nuestras realidades físicas (fábricas, oficinas, escuelas, hospitales, comercios, estadios deportivos…) a un continente sin bordes, fronteras, espacio ni tiempo, en el que comenzamos a hacernos presentes unas horas al día, después permaneceremos temporadas más largas y, finalmente, muchos se trasladarán a vivir allí para siempre. Algo similar a lo ocurrido al final del Holoceno y Antropoceno cuando Sapiens dejó de vagar y cambió su vida nómada por hábitats urbanos donde, abandonando su vida tradicional en pequeñas comunidades de cazadores y recolectores.

La fase inicial del Metaverso está caracterizada por una tecnología en ciernes generadora de realidades burdas y primarias a las que comenzamos a asomarnos a través de una pantalla plana. Después la experiencia la estamos sofisticando un poco siguiendo la estela de los videojuegos y algunas aventuras fallidas que se adelantaron a su tiempo como Second Life. Pero lo que está por llegar será tan interconectado e inmersivo que rebasará los límites de las pantallas (móvil, ordenador), las gafas rígidas y los incómodos sensores instalados en nuestras prendas y cuerpos que dificultan nuestros movimientos. 

Al final acabaremos entrando directamente en ese mundo con la presencia de todo nuestro ser hibridado con su entorno. Y quién sabe si acabaremos migrando permanentemente nuestra mente y recuerdos a ese nuevo continente, despidiéndonos definitivamente de nuestros cuerpos y realidades materiales.

De hecho, los primeros proyectos para trasladar la mente a un software ya se están llevando a cabo, una idea romántica que sigue los pasos de Gilgamesh y excita nuestra imaginación en la búsqueda incansable de la inmortalidad. La experiencia no será plena, y no cejaremos en el empeño, hasta que logremos la inmersión total porque en el primer estadio en el que estamos, nuestro ser está todavía aquí, encarcelado en nuestro cuerpo y atrapado en en el mundo ¿real? En esta progresión abandonaremos la edad del Metaverso (Metaversiense) y seguiremos profundizando en la fase avanzada del Virtuceno.

Nosotros, los primeros habitantes del Metaverso.

El término Metaverso fue acuñado en 1992 por Neal Stephenson en su novela Snow Crash. Aunque lo utilizamos para referirnos a la nueva generación de Internet como una experiencia mucho más inmersiva desde la convergencia de diversas tecnologías y dispositivos, sus implicaciones son mucho más profundas y revolucionarias, todo un cambio de paradigma.

Solemos referirnos al Metaverso como universo de mundos 3D persistentes e interoperables que se generan en tiempo real, de cuya experiencia simultánea se puede  participar desde una conexión a Internet y un dispositivo ad hoc. En el Metaverso digital primario ya estamos hace unas décadas en cuanto que nuestros trabajos, oficinas, citas médicas, viajes y juegos adquieren naturaleza virtual, aunque como copias imperfectas aún. A medida que se pierde la presencia física en todas nuestras actividades cotidianas (servicios bancarios, el dinero electrónico, los trámites administrativos, la teleasistencia, la teleformación…). Y todo esto en forma de burdas réplicas de lo que está por venir, una tecnología en ciernes que será motivo de risa y burla por parte de los jóvenes que se asomen a este pasado viejuno cuando se lo evoquemos como tecnología avanzada.

La evolución seguirá el mismo patrón que otras irrupciones tecnológicas de otras épocas (locomoción, telefonía, primera generación de internet…), aunque más acelerado. De las burdas pantallas, gafas, sensores y dispositivos pegados a nuestros cuerpos y prendas, pasaremos a otra tecnología incorpórea que se irá invisibilizando, mientras se sofistican nuestras experiencias sensoriales e involucran nuestros sentidos para experimentar texturas, olores, sabores o visiones, donde no sabremos, ni nos importará, distinguir si son del mundo físico antiguo o del virtual moderno.

El principal rasgo del Metaverso es la desmaterialización.

El Metaverso provoca una creciente en la pérdida de la parte física de los objetos, un proceso al que no escapa su propio creador (la desmaterialización ya está aquí), y que ha encontrado en la pandemia del coronavirus, un aliado impagable en su proceso de aceleración. 

Así, los nuevos universos que creamos no tienen materia, los seres que los habitan no tienen cuerpo, los lugares no tienen espacio y las coordenadas temporales las alteramos a nuestro antojo. Utilizamos prótesis como prolongación de nuestro cuerpo (teléfonos inteligentes, mandos, asistentes de voz, robots, aparatos de aumento de la visión, comunicación por ondas cerebrales…) para acceder a otros mundos, como lo hacía Alicia en el país de las maravillas.

Ya no necesitamos desplazarnos para recorrer distancias y hacer tareas porque tenemos artefactos que nos conectan. Las vivencias que experimentamos desde la realidad virtual son tan intensas como las de la vida “real”. La fusión fantasía/realidad es imparable, como lo es la conversión de analógico a digital y de digital a cuántico.

A diferencia de los “mundos tangibles” donde la realidad es rígida (objetos, espacios, tiempo) y poco manipulable, el Metaverso es plástico,  lo podemos transformar y utilizar por partes para construir otras realidades como si de piezas de un mecano se tratase.

En cuanto a las relaciones, aparecen nuevas modalidades de relación entre seres humanos y la tecnología. Hablamos e intimamos con la inteligencia artificial representada en algoritmos, software, robots o asistentes personales, a medida que las relaciones entre humanos se convierten en más líquidas porque los soportes con los que interactuamos permiten más rápidamente las desconexiones y las conexiones.

El vector de progresión del Metaverso  lo podemos ejemplificar en el videojuego. A partir de su lógica estamos realizando creaciones para el trabajo, la educación, el aprendizaje, el ocio, nuevas industrias, profesiones, actividades, negocios, productos y servicios.

La mente humana no distingue realidad de ficción cuando la experiencia está bien construida.

El Metaverso progresa en función de una ley inapelable que conocen a la perfección sus creadores: la mente humana no distingue entre realidad y ficción cuando la experiencia está bien construida. Por ejemplo, cuando vemos una película de terror, la

mente no es capaz de separar ambas realidades, los procesos sensomotores actúan como si la vivencia fuera real. Algo similar ocurre cuando soñamos, nuestras pulsaciones y ritmo cardiaco se comportan como si estuviésemos físicamente en la escena del sueño. También cuando asistimos a un espectáculo virtual, aprendemos a volar en un simulador, realizamos un entrenamiento militar, visitamos un museo o jugamos una partida en un videojuego. Similar a las sensaciones que nos proporcionan las drogas o la inmersión en lo que nos apasiona y atrapa desde el ensimismamiento en la producción de una obra creativa.  Sin darnos cuenta, de esas personas que ya están presas en esas actividades, decimos que “viven en su mundo”, su propio Metaverso particular.

La búsqueda de experiencias auténticas en el juego, el deporte, el ocio, el trabajo, la cultura, el arte, el sexo… Nos lleva a crear y recrear universos para habitarlos y apropiarnos de ellos, un avance incremental que no ha parado desde las pinturas rupestres, la creación literaria y en las artes, el cine, internet… Una sofisticación que se acrecienta a medida que los medios disponibles se perfeccionan. Y las

tecnologías que nos aparecen en el horizonte del Metaverso son tan avanzadas, que las creaciones que veremos en los próximos años nos resultarían difíciles de creer a día de hoy.

El Metaverso representará el sector económico más grande y será el principal motor de la economía y el empleo a escala global.

De una forma u otra, todos seremos consumidores y productores (prosumidores) que alimentarán esa nueva economía. La mayor parte de la humanidad trabajará en la Cuarta dimensión del Metaverso. Sin embargo corremos el riesgo de convertirnos en “consumidores zombis” en manos de los Gigantes tecnológicos.  Es en este ámbito donde los gobiernos, las instituciones y las universidades, deberían estar poniendo su energía para liderar este mundo en los ámbitos de la educación, la economía, los servicios, las nuevas actividades industriales y laborales; cambiando el rol de Estado evaluador al de Estado promotor (Carlos Forero), en lugar de dejar estas funciones al albur de las grandes compañías. Aunque visto lo visto, todo indica que los gobiernos y las instituciones son completamente ciegos y ajenos a estas realidades.

La progresión imparable en el proceso de hibridación ser humano / máquina que diluirá la naturaleza misma de Sapiens.

La fusión entre biología y tecnología (convergencia NBIC) es una ascendente que no tiene marcha atrás, empezando por la creación de prótesis y extensiones de nuestro propio cuerpo que terminarán fusionándose físicamente con nosotros. 

Los artefactos que fabricamos, como el teléfono, surgen con una función específica (aparato para conversar a distancia) y se sofistican integrando paulatinamente otras (máquina de escribir, cámara de fotos, cámara de vídeo, escáner, radio, televisión, reproductor de música, traductor, acceso a Internet, oficina de trabajo…). Al final, un aparato aislado e inmóvil pegado a una pared y prisionero de los cables, da un salto a nuestra mano convertido en una prótesis de nuestros brazos que nos acerca a otras realidades (redes sociales, juegos, creaciones audiovisuales…). El siguiente salto vendrá cuando el artefacto con sus funciones se funda con nuestro cuerpo, como un marcapasos o un ojo biónico. Y el siguiente paso se producirá cuando ser y tecnología queden completamente despojados de su dimensión material.

Sin darnos cuenta nos estamos convirtiendo en nuevos seres a medida que estamos construyendo nuevos mundos cada vez más  versátiles y sofisticados.

El Metaverso pondrá en crisis nuestras bases filosóficas y esquemas de pensamiento, situándonos ante un cambio de paradigma.

Y lo hará porque no distinguiremos entre “realidades reales” e inventadas, lo importante serán las experiencias que nos proporcionen. Porque, al final, ¿qué es realidad y qué es ficción? ¿Lo que llamamos realidad no es acaso la construcción interesada de un observador que mira el mundo? Incluso la ciencia normal se encuentra en esta diatriba, que por otro lado no es una preocupación nueva, ya Platón y Aristóteles andaban intrigados con el tema,  buscando un encaje entre los objetos y el observador para definir la realidad.

Para que algo exista se necesita un observador que de fe de ello. La realidad adquiere carta de naturaleza cuando alguien la mira (al desaparecer el observador, la realidad se esfuma con él).  Diferentes seres perciben y crean realidades distintas al observar. Por ejemplo, la percepción de un mismo objeto por parte de una mosca, un murciélago y un ser humano generan imágenes completamente diferentes, ¿cuál es la buena? No sabemos. 

En todo caso, lo que llamamos mundo, universo y realidad, pudiera ser la creación o el juguete de una súper inteligencia que estaba aburrida y decidió hacer una prueba con variables de espacio y tiempo en torno a reglas físicas inventadas (gravedad, electromagnetismo, fuerza nuclear -fuerte y débil- ), y una suerte de seres y objetos definidos por algoritmos. ¿Podría ser nuestro universo el Metaverso de otra civilización? Por qué no. Es una explicación tan plausible o poco plausible como otras de tipo religioso o filosófico.

La Gran Migración, el éxodo masivo más grande jamás emprendido por Sapiens.

De la misma manera que nuestro planeta podría ser un “zoológico espacial” creado por extraterrestres, nosotros como seres humanos ya nos hemos lanzado a una aventura similar mediante la construcción de entornos sofisticados (Metaverso) que rompen la columna vertebral de nuestro pensamiento filosófico en torno a los conceptos de realidad/ficción. De hecho ya hemos comenzado la Gran Migración, el viaje más gigantesco y masivo jamás emprendido por la especie humana para comenzar a habitar y trabajar en el Metaverso, donde muchos dedican la mayor parte de su tiempo a jugar en la red, a viajar sin desplazarse, a operar pacientes a miles de kilómetros sin estar presentes, a construir y recrear todo tipo de escenarios versátiles con piezas reutilizables y recombinables, a generar productos y servicios inmersivos que involucran los 5 sentidos…

La sofisticación en la que hemos entrado es imparable, en el siguiente salto cuántico perderemos nuestro cuerpo. ¿En qué nos convertiremos? Es una incógnita, aunque la prospectiva de las tendencias nos proyecta escenarios más que plausibles por donde discurrirá el futuro y que ya estamos atisbando.

Lo absolutamente innegociable es la deriva imparable de creación de nuevos mundos sin soporte físico donde vamos a invertir, trabajar, vivir, crear, disfrutar…  Nos envolverán de experiencias sensoriales invasivas. A los seres que las habiten les importará un bledo la categoría de real o irreal que les asignen los filósofos, para sus habitantes será su mundo y punto.

Y esos mundos inventarán sus reglas, categorías y éticas al margen de la oficialidad, generándonos un nuevo orden o desorden con su propia gobernanza. Una ascendente que preocupa especialmente al poder establecido por la ruptura de las jerarquías oficiales y la creación de espacios de poder nuevos de los que tú te puedes hacer cargo y ser protagonista.

El Metaverso ha llegado para quedarse.

No hay vuelta atrás, es irreversible, tan irreversible como el salto del Paleolítico al Neolítico, como el tránsito del Holoceno al Antropoceno. Aparecerán por millones los detractores apocalípticos y  visionarios conspiranoicos, también sus entusiastas y apóstoles. Sin duda traerá cosas buenas y cosas malas, nuevas posibilidades para algunos y crisis para otros… Pero ninguno de ustedes tenga la menor duda que ha venido para quedarse, que en mayor o menor medida ya hemos iniciado la Gran Migración a la que cada día se unirá más gente. Pronto, la mayor parte de la Humanidad, permanecerá allí cada vez más más tiempo.

Trabajadores y nuevas profesiones del Metaverso.

En muy pocos años serán la mayor fuerza laboral del mundo. Por ese motivo, la gran oportunidad profesional está en adaptar nuestros objetivos laborales y profesionales a la realidad del Metaverso para convertirnos en trabajadores y emprendedores en este enorme continente que ofrecerá grandes ventajas a quienes enfoquen su vida en él, a medida que surgen nuevos nichos y perfiles.

De hecho, ya está demandando de manera intensiva programadores, diseñadores de espacios, decoradores, modistos, creadores de experiencias, diseñadores de videojuegos, promotores de eventos virtuales… Y pronto lo hará con todos los oficios y profesiones, porque todos migrarán aquí de una u otra manera (educadores, médicos, psicólogos, cuidadores, abogados, filósofos, músicos, periodistas, entrenadores deportivos…).

Muchas personas ya viven y trabajan en el Metaverso primigenio sin saberlo, tras las pantallas de los dispositivos electrónicos, inmersos en todo tipo de actividades (trabajo, ocio, música, deporte, sexo…). Su avance no obedece a una irrupción repentina, es un proceso incremental que cada día nos ocupará más tiempo y a más personas, generando una realidad que atrapará finalmente en sus encantos a la mayor parte de los humanos y posthumanos, muchos de los cuales lo considerarán su hogar principal. 

Su crecimiento  dependerá de lo inmersivas y sofisticadas que sean las experiencias que creen para nosotros sus arquitectos y diseñadores, de cómo involucren a nuestros cinco sentidos. Sin duda habrá lugares maravillosos que nos atraparán de lleno (bosques, playas, amaneceres, festejos, competiciones…), que no sabremos distinguir si se trata de entornos o experiencias reales o virtuales. 

Ante este nuevo mundo la Humanidad se dividirá en tres bloques antagónicos: los refractarios al cambio que se opondrán a su progresión, los reformistas que se adaptarán al Metaverso conservando parte de sus esencias, y los que abrazarán el cambio y saldrán a su encuentro. Al final, lo importante de todo esto es que tú decidas si quieres ser actor o espectador en esta revolución.

Las reglas para vivir en el Metaverso están por diseñar. Las incertidumbres.

¿Quién será el dueño del Metaverso? Esa es la gran batalla que se está librando ahora, constituyendo el mayor objeto de deseo por parte de los Gigantes tecnológicos del mundo (Facebook, Amazon, Google, Microsoft…), que están pugnando en una guerra sin cuartel por hacerse con el título de propiedad de su infinito solar, su colonización y el control total del nuevo continente. Prueba de ello es que la mayor concentración financiera, de inversiones y capitales se está librando en estos momentos en torno a la compra de compañías estratégicas por parte de los Gigantes tecnológicos.

La evolución más plausible es que el proceso de concentración empresarial (especialización inteligente) continúe su progresión de las últimas décadas y se acelere. Si los Estados no hacen nada por evitarlo, el número de operadores y dueños del Metaverso se reducirá a una élite de Campeones mundiales (propietarios del Metaverso) y una larga lista de cadáveres que desaparecerán por absorción o inanición.

¿Al final tendremos un Metaverso o varios Metaversos?

Ahí también se abrirá el horizonte de posibilidades, está por ver la estrategia que adoptará el Gigante asiático, que sin duda dará su batalla. Porque la trascendencia económica y su importancia en los equilibrios de poder a escala planetaria es tan grande, que la rivalidad se está dando en silencio por parte de las grandes potencias ante la certeza de que quien se haga con el control de este continente, se convertirá en la primera superpotencia y en el “puto amo” del mundo.

Sea como fuere, la guerra ha empezado y las operaciones están en marcha (inversiones y desinversiones en los mercados financieros mundiales, compra de compañías y de industrias de la Cuarta Revolución Industrial -big data, inteligencia artificial, realidad aumentada, programación, blockchain-, pugna por la implantación del 5G…-).

Cuando nos emancipábamos, las personas de mi generación decíamos a nuestra madre, mamá ahí te

quedas, que yo me voy a vivir a la ciudad o a otro país. Nuestros hijos nos dirán, mamá, ahí te quedas, que yo me voy a vivir al Metaverso.

Y eso no lo para ni dios.

Adelante!!!

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