El excesivo peso que el pasado y la historia tienen en nuestra cultura, nos ha generado una gran dependencia intelectual e interpretativa y nos ha definido como seres apegados a la experiencia. Todo ello ha creado un falso entendimiento de que si miramos a lo que ya sucedió, obtendremos una interpretación fiable de lo que va a ocurrir. Pero esto ya no funciona porque la escala espacio-temporal que nos regía se ha roto.
Te invito a que entrenes tu mente para salir del círculo vicioso del pasado en el que te mueves casi todo el tiempo, y cuya productividad es nula (no podemos cambiar los hechos que ocurrieron). Y pases largas temporadas viviendo en el futuro, sin desmerecer el presente, que es el tiempo que habitamos y en el que tenemos que practicar la felicidad. Recrear el presente necesita de una referencia y una palanca temporal, tú decides si esa palanca es el pasado o el futuro. Nuestro paradigma histórico – cultural dice que es el pasado, yo te invito a que lo modifiques y pruebes a levantar tu vida desde el futuro, pasando de la planeacion tradicional a la cultura de la utopía, de la época de los seres históricos a los seres cultópicos (del homo historicus al homo cultopicus).
No pienses desde el pasado. Piensa desde el futuro.
Nuestro pensamiento y diálogo interior se pasan el mayor tiempo interpretando y procesando películas del pasado, yo creo que esta tarea se puede modificar, sustituyendo esta función por el rodaje de películas de futuro y su proyección en el cine del presente. Este movimiento, aparentemente insignificante, condiciona por entero la vida personal y social. De la misma manera te digo que veas más películas de ciencia ficción y menos películas históricas, porque el futuro se está representando en ellas y si haces una lectura inteligente de las mismas puedes sacar ventaja. También te aconsejo que cultives más relaciones con las personas que hablan del futuro que con las que lo hacen del pasado, tu vida se convertirá en más próspera, rica y divertida.
Vivir desde el correlato y la linealidad pasado – presente se ha convertido en una fuente de frustración, estamos ante la necesidad de desplazar nuestro centro de toma de decisiones eligiendo el futuro como referencia (vivir desde la linealidad futuro – presente); conociendo, claro está, la trayectoria que describe la curva de la historia, como fuente de conocimiento pero no como principio de causalidad.
Este giro copernicano en sí mismo es un cambio de paradigma cultural que puede condicionar a mejor la conducta y la productividad humana, constituye un modelo que cambia las coordenadas de las cosas. ¿Quién dijo que el ser humano era así y debería serlo por los siglos? ¿Tal vez nuestra tradición metafísica? ¿El racionalismo? Desde mi humilde opinión sostengo que el centro de gravedad del ser humano puede modificarse, al igual que podemos cambiar nuestro autodiálogo, emociones, aprender, transformarnos…
Si observas como los cartógrafos árabes representaban el mundo en sus mapas hace unos siglos, te saldrá un comentario automático, ya que lo dibujaban al revés. Y claro, la cuestión es, al revés para quién, pues tan válida era nuestra forma de representarlo como la suya. Lo mismo ocurre con el correlato temporal con el que hasta hoy hemos etiquetado al ser humano («el ser humano es un ser histórico»), siempre podemos cambiarlo por el de ser «cultópico».
Todo nuestro orden depende del observador y de las gafas (paradigma) por las que mira.
Nuestra visión paradigmática del mundo se ha construido culturalmente desde la experiencia, es decir, del conocimiento de lo que aconteció, desde el pasado (historia). Ahora necesitamos construir una nueva atalaya desde donde mirar al mundo y un cambio de perspectiva del observador que somos.
No podemos preguntar al pasado para decidir el futuro.
El futuro se comporta de forma diferente a como lo hacía el pasado. Las viejas recetas están obsoletas (empleo, carrera profesional, empresa, economía, política, sociedad…) consecuentemente hay que arriesgarse a hacer cosas diferentes, a adoptar una mirada disruptiva y a que el error forme parte de la nueva agenda para la acción.
El cambio se acelera y desborda los márgenes de la planificación.
Todos los presupuestos de la planificación estratégica tradicional revientan sus moldes, la prueba y el error se abren camino como proceder. La planificación estratégica, el mecanicismo y el racionalismo cartesiano hacen aguas por todas partes.
Entrenar la mente para ubicarte en el tiempo futuro. La nueva planificación al servicio de la construcción de utopías razonables.
El nuevo centro de gravedad está en ubicarse en el futuro y mirar al pasado (futuro próximo, presente y pasado) e inventar la historia desde ese punto. Y claro está, este planteamiento produce un destrozo de nuestro entendimiento de las coordenadas espaciotemporales.
Imagínate con tu utopía realizada. La «cultopía», una nueva cultura para entrenar y vivir en la construcción de futuros deseables y posibles.
Siente y compórtate como si ya lo hubieras logrado, y pon cada día al menos un ladrillo de esa utopía.
Construye la narrativa desde el futuro en tiempo pasado.
Por ejemplo: es el año 2025, ya lo conseguí, para ello en el año 2015 construí mi equipo, juntos creamos un deseo, conseguimos aliados, hicimos los primeros prototipos, en 2016 ya estábamos funcionando, en 2017 creamos nuestra primera sucursal…
Un sencillo ejercicio. Tú eres el Personaje del año en la portada del New York Times.
Construye la siguiente «cultopía». Toma la portada de este famoso periódico en la que tú eres protagonista el 31 de diciembre de 2025. Haz una composición imprimiendo la cabecera del New York Times y poniendo tu foto a toda página con un gran titular, luego en dos páginas inventa la entrevista especial que te realizan por haber culminado tu proyecto y servir de ejemplo y referencia para millones de personas. Responde a estas preguntas: cómo lo hiciste, en qué pasos, quién te ayudó, qué red de personas creaste, qué dificultades enfrentaste, qué nueva oferta inventaste para tus clientes, en qué contribuiste a mejorar el mundo… Sí haces este ejercicio de manera concienzuda experimentarás como se abre un camino nuevo para avanzar hacia el futuro, pero poniendo el centro de gravedad, la atalaya y el observador que somos a finales de 2025 (todo futuro antes de ser realidad ha de haber sido imaginado y habitado), todos los grandes proyectos se crean dos veces, primero en la mente y luego en la acción. Muy importante, imprime la portada y las dos páginas y tenlas visibles en tu habitación o lugar de trabajo, que otras personas puedan verlo y sumarse a tu «cultopía». Puede que el futuro no ocurra así, pero sé plenamente consciente que estás creando futuro, si lo haces y eres consecuente con tu actuar, nada volverá a ser igual, habrás creado una deformación temporal por donde comenzará a expandirse el futuro. Este es el gran miedo que las religiones, los poderes establecidos y el pensamiento limitante tienen a la infinita capacidad creadora del ser humano.
Está claro que el futuro no podemos adivinarlo, sin embargo podemos inventarlo a través de las «cultopías». El futuro son las «cultopías» más ambiciosas que se han abierto paso fruto de la constancia y perseverancia de las personas que lo desean y actúan para construirlo en una determinada dirección.
Niños constructores de «cultopías».
El ser humano es «cultópico», me apasiona la desbordante capacidad de los niños para construir futuros, en la misma proporción que me deprime la destrucción masiva que de esta función hace la escuela y la sociedad, hasta reducirnos a nuestra categoría actual de seres estandarizados, encorsetados y memorísticos. ¡Qué desastre!
Traer el futuro al presente contribuye en mayor medida a la prosperidad y felicidad humana que revivir el pasado. El estudio de la historia es muy importante para saber las aberraciones del ser humano que no podemos repetir, y por tanto el cultivo de principios y valores universales, pero en ningún caso para acomodar la acción a lo que se hizo o intentó en otro tiempo.
El estudio de la historia sin una contraparte de tiempo dedicado a la construcción de utopías posibles se convierte en un aliado para la inacción humana, el miedo, el horror al error y al vacío (horror vacui).
El sistema educativo es perverso pues no nos ayuda a inventar y construir el futuro. Nuestros niños, jóvenes y adultos necesitan aprender futuro a través de nuevas prácticas, a ver el mundo desde otra mirada y a entrenar la mente para traer futuros al presente. Necesitamos aprender la técnica de crear y recrear escenarios de futuro y que esta ciencia sea patrimonio de todos, no de una élite que ya lo está aprendiendo y ejecutando. Qué paradójico, un licenciado en historia reivindicando el futuro como materia en el plan de estudios. ¿Quizá será por conocer desde la experiencia propia el destrozo que supone en el ser humano y la sociedad las consecuencias de estudiar la historia tal y como lo hacemos? ¡Muera la historia! ¡Viva el futuro!
Adelante!!!
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