Dedicamos la mayor parte de nuestra vida a acumular conocimientos, conseguir títulos universitarios y hacer méritos individuales. Y cuando han pasado los años y miramos a nuestro alrededor resulta que las personas exitosas son las que se han empleado a fondo en cultivar relaciones.
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El futuro es fruto de la improvisación.
A los seres humanos siempre nos ha intrigado saber por qué la historia siguió un curso caprichoso y no otros que parecían más prometedores. Y para encontrar una explicación solemos recurrir al tópico de que el futuro nos lo crean a su antojo los poderosos del Foro de Davos, el G7 o el Banco Mundial, siguiendo un plan definido por ellos, pero el futuro no ocurre así. Sin negar la gran influencia de esos poderes fácticos, existen otras fuerzas más poderosas que se escapan a su control. En contra de lo que pudiera parecer, la historia no se mueve por la lógica o el sentido común, más bien es la consecuencia de una chapuza, un parcheo de ocurrencias que se van precipitando sobre la marcha.
Sigue leyendoBases de un nuevo modelo educativo para una escuela del talento.
Es evidente que el mundo ha cambiado de manera radical, vivimos en una realidad líquida que se está convirtiendo en volátil y pone en entredicho los postulados tradicionales de la educación. A continuación vamos a establecer los fundamentos de un modelo educativo para educar el talento.
Sigue leyendo¿Cómo se cultiva y educa el talento?
Tenemos escuelas donde aprendemos lenguaje, matemáticas y otras materias básicas. También universidades y centros educativos que nos enseñan un oficio o profesión. Pero no tenemos una escuela que eduque y cultive nuestro talento.
Como padres o educadores aspiramos a que nuestros hijos sean felices conectando su pasión, vocación y potencial con su profesión. Un deseo que se ve frustrado por la rigidez de un sistema educativo que fue diseñado para producir trabajadores en serie para alimentar la maquinaria productiva de las industrias, las empresas y la administración.
Sigue leyendoMachismo, racismo, xenofobia, abuso de poder e injusticia. Señas de nuestra identidad cultural.
Nos guste o no, cosificar a la mujer, insultar y denigrar de personas de otro color o llamar maricón a alguien es la normalidad de una sociedad enferma y las señas de identidad de una cultura que necesita una revisión a fondo. Y nos rasgamos las vestiduras cuando saltan a la escena mediática actitudes machistas, racistas o misóginas, casi siempre en el fútbol, porque es lo que más ve la gente, sin ser capaces de reconocer que esos comportamientos son la norma de nuestra vida diaria, una expresión indeseable de nuestra cultura que está socialmente normalizada en el día a día y solo nos escandaliza cuando sale en televisión y lo ven centenares de millones de personas en todo el mundo.
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