2025, el mundo en la encrucijada: La amenaza de la Ilustración Oscura

RESUMEN DEL ARTÍCULO

El año 2025 se perfila como un punto de inflexión en la historia global. Con la Cuarta Revolución Industrial avanzando implacablemente, liderada por la inteligencia artificial, y el surgimiento de la Ilustración Oscura como amenaza ideológica, los fundamentos de las democracias liberales están siendo cuestionados. Esta corriente rechaza los valores centrales de la modernidad —razón, progreso y bien común—, proponiendo en su lugar modelos tecnocráticos y autoritarios como respuesta a los problemas estructurales que las democracias no han sabido resolver.

La Ilustración Oscura señala la incapacidad del liberalismo para enfrentar la polarización social y las crisis sistémicas, reivindicando que el conflicto y la desigualdad son inevitables. Inspirada por figuras como Curtis Yarvin y Nick Land, esta ideología plantea el desmantelamiento de las democracias en favor de sistemas centralizados controlados por élites tecnológicas. El regreso de Donald Trump y la cercanía de personajes como Elon Musk a estas ideas refuerzan esta peligrosa deriva hacia un modelo que prioriza la eficiencia tecnológica sobre los procesos deliberativos que fundamentan la democracia.

En este escenario, los Gigantes tecnológicos han acumulado un poder sin precedentes, rivalizando con los estados y controlando recursos estratégicos. En paralelo, la competencia global entre EE. UU. y China pone en jaque la globalización, mientras el liberalismo, antaño triunfante, se desmorona frente al ascenso de regímenes autoritarios.

La historia nos interpela: el mundo enfrenta la disyuntiva entre adaptarse o sucumbir ante ideologías que prometen rediseñar radicalmente el futuro.

Adelante!!!

ARTÍCULO COMPLETO 

Tras la victoria de Donald Trump en Estados Unidos, el año 2025 puede marcar un antes y un después en la historia de la humanidad. Al avance imparable de la Cuarta Revolución Industrial, con la Inteligencia Artificial a la cabeza, se suma la emergencia de una serie de ideologías que amenazan las estructuras políticas y sociales surgidas del liberalismo y la socialdemocracia. Estas corrientes ideológicas pueden socavar la democracia, dando origen a nuevos regímenes políticos de corte autoritario en torno a movimientos antisistema capaces de revertir el orden establecido.

Toda la deriva iniciada en la Ilustración de los siglos XVII y XVIII, basada en el antropocentrismo, la razón, el bien común y el progreso —que culmina en los ideales de la Revolución Francesa (libertad, igualdad, fraternidad) y el surgimiento de las democracias liberales con sus conquistas (Estado de derecho, elecciones, partidos políticos, separación de poderes, economía de mercado, protección de los derechos humanos y libertades individuales)—, podría implosionar bajo los efectos de una serie de corrientes ideológicas emparentadas entre sí que abogan abiertamente por el fin de la democracia y el advenimiento de un nuevo régimen opuesto a los principios de la Ilustración.

La Ilustración Oscura

La Ilustración Oscura surge como una reacción radical a los ideales de la modernidad, cuestionando la democracia liberal, el progreso universal y el optimismo ilustrado. Se fundamenta en una crítica feroz al sistema actual, señalando su incapacidad para resolver problemas estructurales como la polarización social y las crisis globales. De corte negacionista, supremacista, xenófoba y contraria a los derechos de las minorías, esta corriente rechaza el consenso cultural dominante y plantea que las democracias contemporáneas son ineficaces y controladas por élites desconectadas de la realidad. Por ello, propugna modelos de gobernanza tecnocráticos y autoritarios, argumentando que estos podrían gestionar mejor los desafíos del siglo XXI.

Su visión hobbesiana de la naturaleza humana asume que el conflicto y la desigualdad no son anomalías, sino rasgos inherentes a la sociedad. En este marco, la Ilustración Oscura no busca restaurar viejas jerarquías, sino rediseñar el futuro bajo principios que rompan con las ficciones progresistas del pasado. Este fenómeno, polarizador y provocador, abre un debate urgente: ¿estamos dispuestos a confrontar nuestras certezas en busca de respuestas más eficaces?

Entre los referentes clave de la Ilustración Oscura destacan Curtis Yarvin (Mencius Moldbug), crítico de la democracia liberal y defensor de sistemas autoritarios centralizados; Nick Land, filósofo del «accelerationism», que propone acelerar el capitalismo tecnológico para desmantelar las estructuras actuales; y Peter Thiel, empresario que cuestiona el liberalismo y aboga por modelos tecnocráticos más eficaces. Todos ellos comparten una visión radical que busca alternativas al sistema político actual.

La Ilustración Oscura converge con corrientes como el aceleracionismo, el medievalismo tecnológico, el neo-reaccionarismo y el posthumanismo en su crítica al liberalismo y su búsqueda de nuevas formas de organización política y social. Comparte con el aceleracionismo la idea de que el colapso de las instituciones actuales puede precipitarse mediante la tecnología; con el medievalismo tecnológico encuentra afinidad en su rechazo a la modernidad como proyecto universal. El neo-reaccionarismo aporta la visión autoritaria y jerárquica, mientras que el posthumanismo inspira su fascinación por el control tecnocrático. Todas coinciden en aceptar el conflicto y la desigualdad como inevitables.

De ideología marginal a la toma del poder en la democracia liberal más influyente del mundo

Las corrientes descritas han dejado de ser cantos de sirena y han llegado al poder en EE. UU., con figuras como Elon Musk llamadas a ocupar cargos de máxima responsabilidad en el gobierno. Este horizonte plantea una convergencia entre populismo autoritario, tecnocracia y el replanteamiento de las democracias liberales tradicionales, con la pérdida de sus principales mecanismos de nivelación social y libertades.

Con Trump en el poder, se reforzarán las políticas basadas en el nacionalismo económico, el rechazo a las instituciones internacionales y una visión transaccional de la política, alineada con muchas de las críticas planteadas por estas corrientes. Al mismo tiempo, el lobby de los gigantes tecnológicos instalado en la Casa Blanca acelerará la implantación de modelos tecnocráticos, con una élite empresarial controlando áreas clave como la inteligencia artificial, la energía y las infraestructuras digitales. Esto alimentará un nuevo relato político que legitima un discurso que combina autoritarismo pragmático con dependencia tecnológica extrema, desplazando la democracia como centro de la gobernanza. Se priorizará la eficiencia tecnológica sobre la deliberación democrática y se consolidarán jerarquías basadas en el poder económico y el control de datos.

El modelo socialdemócrata y liberal en riesgo

Este fenómeno seguirá desgastando la socialdemocracia y el progresismo, que en muchos países ha pasado de ser opción mayoritaria a marginal por no haber comprendido los profundos cambios ni propuesto alternativas atractivas a su electorado.

El liberalismo, que proclamaba su victoria como ideología hegemónica tras la superación del marxismo y el fascismo, también se resquebraja, arrastrando a los partidos moderados de centro-derecha. Bajo el radicalismo impulsado por Trump en el Partido Republicano, muchos ideólogos abogan abiertamente por la destrucción del Estado actual y el sistema democrático, en favor de otro más «eficiente» y autoritario, liderado por las grandes empresas tecnológicas.

El control de los medios de comunicación, las redes sociales y la tecnología por parte de la Ilustración Oscura puede convertirla en el nuevo relato político dominante, con los gigantes tecnológicos como los nuevos amos del mundo.

Lucha por el poder y conflictos a escala global

La disrupción tecnológica está provocando una concentración del poder sin precedentes. Muchas compañías tecnológicas tienen una capitalización bursátil superior al PIB de cualquier país mediano.

En este contexto, la lucha por la supremacía económica entre EE. UU. y China amenaza con un colapso del comercio mundial, poniendo en riesgo la globalización. Con consignas como America First, EE. UU. busca mantener su liderazgo a cualquier precio, incluso generando conflictos globales. Mientras tanto, potencias como Rusia y China reclaman un nuevo reparto de poder, abogando por un nuevo orden multipolar. Sin estas claves, no es posible entender conflictos como la guerra de Ucrania o la tensión en Taiwán.

Parece que, en la lucha por la hegemonía global, la democracia liberal juega en desventaja frente a otros regímenes autoritarios sin sujeción a control ni separación de poderes. De esta manera, es posible que en poco tiempo las tres grandes potencias dominantes (EE. UU., China y Rusia) estén regidas por modelos políticos autoritarios con diferentes matices, pero con los mismos propósitos.

Cuando parecía que el orden político triunfante era la democracia liberal,  quien se erigía como su máximo garante inicia una peligrosa deriva de consecuencias difíciles de prever. Y ya se sabe que “cuando EE. UU. estornuda, el mundo se resfría”.

La democracia liberal ha ignorado el axioma marxista que dicta que todo cambio en la infraestructura (tecnología, trabajo, relaciones de producción) debe ir acompañado de ajustes en la superestructura (instituciones, gobernanza). De no producirse estos ajustes de manera adecuada, las tensiones resultantes se resolverán a través de crisis profundas y un cambio de régimen, como el que se vislumbra con la Ilustración Oscura.

Adelante!!!

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