Todas las cosas que podrías hacer si aprendieras las competencias genéricas.

¿Cómo sería el mundo si todas las personas hubiésemos aprendido competencias genéricas desde la escuela? Estamos trabajando en el desarrollo de las competencias claves para el siglo XXI (competencias genéricas, emprendimiento, liderazgo) y su incorporación al sistema educativo (políticas públicas, programas, nuevas asignaturas…). A menudo me hacen la pregunta ¿para qué sirven esas competencias? Como si se tratase de una cuestión menor de poco valor. Mi respuesta: «de ellas depende nuestro futuro y realización profesional, la capacidad de crear valor (material e inmaterial), nuestro impacto en el mundo, la superación de los retos globales, la creación de un mundo más justo basado en principios y la felicidad humana». ¿Te parece poco? ¡Vamos a verlo!

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Nuestra educación se ha basado en la adquisición de competencias básicas (cálculo, lenguaje, cultura general) y competencias técnicas o profesionales (competencias para el desempeño propio de un trabajo o profesión); sin embargo las competencias clave para el éxito en el siglo XXI (competencias genéricas, emprendimiento, liderazgo) han quedado relegadas de nuestro sistema educativo, pese a ser las más decisivas para el éxito personal y profesional (creatividad, innovación, emprendimiento, liderazgo).

Las competencias genéricas son eternas (no sujetas a obsolescencia) y multifuncionales: podemos aplicarlas a cualquier ámbito vital (trabajo, empresa, organización, relaciones personales). Aunque su importancia es grande, existe una gran confusión en torno a su definición, estructuración y sistematización para su enseñanza y aprendizaje. Por ese motivo hemos creado un método y modelo para organizar las 500 competencias que aparecen nombradas y comúnmente aceptadas en las leyes educativas de diferentes países, en torno a 15 que las engloba a todas (MODELO 6-9).

El MODELO 6-9 entrena 15 competencias estructuradas en torno a 6 Dominios lingüísticos y 9 Niveles de excelencia para cualquier desempeño.

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Ahora vamos a ver qué ocurriría si todas las personas hubieran adquirido esas competencias en su paso por el sistema educativo. Y por ende, la creciente de valor que van a producir los países y organizaciones que las están proyectando a sus políticas y programas educativos.

Si todos hubiésemos aprendido a escuchar. Seríamos hábiles emprendedores, habría muchas más personas empresarias, personas más sensibles y comprometidas con los problemas globales; seríamos más respetuosos y empáticos, capaces de resolver nuestras diferencias dialogando, se reducirían drásticamente las guerras y los conflictos que nos desangran. Seriamos capaces de generar mucho más valor material e inmaterial desde una sociedad sustentada en principios y valores.

También seríamos más analíticos, competentes en la investigación, inspiradores, influyentes y con sentido crítico.

Si todos hubiésemos aprendido a hacer declaraciones (declarar). Seríamos capaces de crear nuevas realidades y futuros, de abrir la puerta para poner en marcha nuestros proyectos. Seríamos capaces de decir sí cuando queremos decir sí, y de decir no cuando tenemos que decir que no, seríamos capaces de decir «no sé» y abrirnos al aprendizaje, a decir «te quiero», y a perdonar y perdonarnos para deshacernos de la culpabilidad, la resignación y el resentimiento que nos carcome, y a abrir la puerta a la esperanza y a la alegría.

Si todos hubiésemos aprendido a pedir. Seríamos capaces de recabar la ayuda de otras personas para satisfacer nuestras necesidades y hacer realidad nuestros proyectos, de intentar y hacer cosas más importantes de las que hacemos y vivir una vida más auténtica y valiosa.

Si todos hubiésemos aprendido a prometer. Seríamos capaces  de crear valor y riqueza para otras personas y para nosotros mismos, de crear confianza desde el servicio a los demás.

Si todos hubiésemos aprendido a crear ofertas (articulando y modulando pedidos y promesas).  Seríamos capaces de renovar la vida económica y social de la comunidad, de crear valor en todas las facetas de la vida, de satisfacer todo tipo de necesidades (culturales, artísticas, educativas…), de crear actividad económica, empleo y empresa, de desarrollar la creatividad, la innovación, el emprendimiento y el liderazgo.

Si todos hubiésemos aprendido a afirmar y enjuiciar de manera efectiva. Seríamos personas más analíticas, preparadas para tomar decisiones sustentadas en afirmaciones y juicios fundados, capaces de dar cursos coherentes a nuestras acciones, personas más equilibradas, con sentido crítico y respetuosas, personas mucho más felices, seguras y guiadas por nuestro propio criterio y automandato.

Si todos hubiésemos aprendido a dirigirnos  y dirigir a otros. Seríamos capaces de construir nuestros proyectos de vida, de conferir dirección a nuestra existencia, de ser dueños de nuestro destino, de elaborar un plan de vida, crear una empresa, dirigir y liderar una organización (cuando ya hemos aprendido a dirigirnos a nosotros mismos); seríamos capaces de construir visiones poderosas del mundo para abrir el espacio de juego a nuestra vida, nuestra comunidad, nuestro país y a la humanidad.

Si todos hubiésemos aprendido a  relacionarnos de manera efectiva (relaciones internas). Seríamos personas y organizaciones mucho más productivas, capaces de abordar grandes proyectos y desafíos trabajando en equipo; capaces de resolver y gestionar los conflictos, de generar relaciones de interdependencia, de trabajar de manera colaborativa y cooperativa, de coinventar nuestro futuro, de sinergizar.

Si todos hubiésemos aprendido a crear relaciones con otros (relaciones externas). Seríamos capaces de crear redes de ayuda, organizar y orquestar grandes proyectos, de formar equipos con personas de otros países y culturas, de enriquecer nuestros entornos con nuevas visiones, de hacernos cargo de grandes desafíos globales…

Si todos hubiésemos aprendido  a realizar el trabajo con impecabilidad.  Seríamos personas con una potente identidad (marca personal), capaces de crear impecabilidad, calidad, credibilidad, influencia, confianza; capaces de convocar a otras personas para unirse a nosotros y crear equipo. Capaces de gerenciar y dirigir equipos y organizaciones, de ser empleables en cualquier ámbito por manejar un amplio abanico de habilidades (negociar, acordar, realizar, entregar, satisfacer…).

Si todos hubiésemos aprendido a aprender. Seríamos personas capaces de aprender de manera permanente (aprender-desaprender-reaprender), de adaptarnos de manera permanente a los cambios, de renovar nuestra vida y la de nuestras comunidades. Seríamos capaces de desarrollar soluciones creativas en torno a los desafíos que enfrentamos.

Si todos hubiésemos aprendido a innovar. Seríamos capaces de elaborar soluciones nuevas a nuestros problemas, de crear cosas de valor para su aplicación práctica, de asociar conceptos existentes para idear soluciones nuevas, de crear prototipos para hacer visibles nuestros proyectos e iniciativas, de renovar de manera permanente nuestras ofertas y mejorar la vida de la gente. Seríamos capaces de crear una nueva cultura «CO» (co–creación, co-invención, co-liderazgo, co-responsabilidad).

Si todos hubiésemos aprendido a gestionar emociones y estados de ánimo. Seríamos capaces de orquestar grandes proyectos, de crear espacios emocionales expansivos para que las iniciativas se abrieran paso, de ser personas más caritativas y hacernos cargo de los estados de ánimo propios y de la gente,  de generar una emocionalidad positiva en todas las facetas de la vida. Seríamos capaces de liderar nuestras vidas, de tener la fortaleza emocional para emprender nuestros proyectos, de ser personas más felices.

Si todos hubiésemos aprendido a planificar y planear. Seríamos capaces de trazar el rumbo de nuestro destino, de tener metas y objetivos claros en la vida, de hacer bien los planos para encauzar nuestros proyectos vitales y emprendimientos; no habría tantas personas a la deriva y sin rumbo. Seríamos personas mucho más efectivas y enfocadas.

Si todos hubiésemos aprendido a evaluar y reprogramar. Seriamos capaces de medir nuestros avances, de corregir nuestras desviaciones en el rumbo de nuestra vida, de ser personas más efectivas en nuestros desempeños, de mejorar permanentemente; de actuar de manera flexible y sin traumas.

Todas éstas competencias se adquieren con su entrenamiento y aprendizaje sistémico. Con ellas se aprende a desarrollar la creatividad, la innovación, el talento, el emprendimiento y el liderazgo; y en definitiva a desarrollar el proyecto vital de cada individuo.

Las competencias clave para el siglo XXI (competencias genéricas, emprendimiento, liderazgo) son la base de los sistemas educativos del futuro. Ahora estás en condiciones de juzgar su importancia y de otorgarlas la categoría que las corresponde.

¿Comenzamos a trabajarlas con tu organización?

Adelante!!!

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5 comentarios en “Todas las cosas que podrías hacer si aprendieras las competencias genéricas.

  1. Irnan Bustos P

    Que bueno sería alcanzar cada una de estas competencias, tendríamos al hombre del futura, armonizado con la naturaleza y con la sociedad, seguro de marchar siempre adelante, creando espacios para lograr la Paz y la felicidad que cada uno anhelamos.

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  2. Juan Carlos Casco

    Así es Irnan, esa es la gran importancia que tienen las competencias genéricas para nuestra vida y felicidad. Adelante!!!

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  3. Pingback: Las competencias genéricas nos sirven para construir la paz y la democracia. Su aplicación a la superación de conflictos. | El blog de Juan Carlos Casco

  4. Pingback: Una Guía con 62 herramientas para el profesor del siglo XXI. | El blog de Juan Carlos Casco

  5. Rodrigo Cruz

    Definitivamente que el mundo sería más fácil, creo que nuestros objetivos serían otros pero este momento es crucial por qué creo que estamos tomando las cosas un poco más con seriedad y esto debido al contexto que nos empuja a crecer o morir. Duele más el aprender pero valoramos aún más. Saludos

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