El mundo rural, un sistema complejo en desequilibrio y riesgo de extinción. A continuación vamos a analizar la debilidad del ecosistema rural en una serie de artículos, al objeto de poder entender los factores, actores, relaciones y mecanismos que están operando en un “sistema ultracomplejo” como es el mundo rural, cuyos diagnósticos y recetas realizados desde las cátedras y despachos, en lugar de ayudar a su desarrollo, están cavando un poco más su tumba.
Hacerse cargo del estado de ánimo de la gente para aspirar a gobernar.
¿Cuál es el estado de ánimo de la mayoría social?
El estado de ánimo de la mayoría de las personas de la clase baja y media baja es: “ahora estoy jodido, yo no soy de esta clase social y aspiro a salir cuanto antes de aquí y mejorar mi vida; sueño con ascender y hacerlo rápido, ganar más dinero y sacar adelante a mi familia… aunque soy pobre en este momento, no me considero pobre y me molesta que me identifiquen como tal, por nada del mundo quiero que me encasillen en esta categoría”.
Y el estado de ánimo mayoritario de las personas de la clase media y alta es: “evidentemente soy clase alta y aspiro a todas sus ventajas porque yo lo valgo, la mayor desgracia que me puede ocurrir es descender o que alguien me considere por debajo de mi categoría ”.
Una parte importante de las personas de clase social baja no solo ha perdido la conciencia de clase, sino que denigran de la clase baja.
Hace unas semanas saltaba la noticia de un proyecto que se está llevando a cabo por el departamento de investigación y desarrollo del Ministerio de Educación de Israel, en el que se está probando con profesores robots dotados de inteligencia artificial. Todo apunta a que los profesores que basan sus clases en la transmisión de Información para su memorización y repetición en un examen, tienen sus días contados.
Tenemos que tomarnos en serio la tarea de desarrollar personas emprendedoras.
Un proverbio africano dice que los europeos plantan un árbol y quieren recoger los frutos a la semana siguiente. ¡Qué bien conocen nuestra impaciencia y caricaturizan nuestra soberbia!
Y con esto no estoy haciendo un canto a la lentitud ni a la procrastinación, tampoco una concesión a pusilánimes, místicos y contemplativos. Lo único que tenemos que entender de una puñetera vez es que ciertas cosas en la vida requieren una inversión de tiempo y dedicación, cuya consecución implica paciencia activa, tesón, acompañamiento y entrega.
Me contaba mi amigo Luís Bonilla que en plena pandemia, un profesor al reconocer a uno de sus alumnos mientras intentaba ganarse la vida en la calle, le preguntó por qué había abandonado la universidad, a lo que éste respondió: profesor, yo no abandoné la universidad, la universidad me abandonó a mí.
La desazón de este joven refleja muy bien el desafecto de una sociedad que se siente desatendida por parte de las organizaciones políticas,en un tiempo donde están ocurriendo cambios radicales y disrupciones que precisan nuevas respuestas de unas instituciones acartonadas, incapaces de escuchar, encastilladas en sus posiciones, temerosas ante la magnitud de los cambios y faltas de liderazgo.