No volvería a decir: soy muy joven o soy muy viejo, ya no puedo y aquí me quedo; me daría permiso para perseguir mis sueños; no me permitiría ni una sola excusa, no esperaría cada día a que las musas viniesen, saldría a su encuentro cada mañana y las invitaría a quedarse. Me alejaría de la gente y los lugares tóxicos donde brota el sufrimiento, la resignación y el resentimiento; cicatrizaría las heridas del pasado y desde la confianza te invitaría a pensar en el futuro.
Si volviera a empezar.
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