Plumia, un nuevo país digital que solicita a la ONU su reconocimiento como Estado soberano.

La nueva categoría de países que surgirán en el futuro no aparecerán como tales en el mapa mundi, serán digitales, nacerán en la nube. Te imaginas un país sin territorio, sin espacio, sin lugares, sin materia, sin fronteras, sin distancias, sin límites. Te imaginas pertenecer a un país donde la riqueza, el dinero, el trabajo, las actividades y los servicios son virtuales. Te imaginas un país sin la arbitrariedad de gobernantes, policía, ejército y funcionarios… Pues bien, ese tipo de país se está gestando ya, y aunque aún está en pañales, es el inicio de un nuevo paradigma de organización humana, de una nueva gobernanza, de un nuevo contrato social, de una nueva geografía. El precursor es Plumia, el primer proyecto de nación de los muchos que surgirán en la era del Virtuceno.

Plumia, el primer país virtual que pide a la ONU su reconocimiento.

Plumia es el primer proyecto para construir un país en la nube que ya ha solicitado a la ONU su reconocimiento como un “Estado soberano online«. Cuando hace unos años acuñamos el término Virtuceno y escribimos el libro con ese título (https://juancarloscasco.emprendedorex.com/wp-content/uploads/2020/12/Virtuceno.pdf), que a la postre fue destacado por la BBC como palabra del año 2021, hablamos de una nueva época para la humanidad caracterizada por la construcción de un mundo sin materia que iba a crear nuevas identidades y la fabricación de réplicas digitales de todas las realidades físicas conocidas, incluidos nuevos continentes donde nos trasladaríamos a trabajar, divertirnos y vivir. En este momento estamos en el tránsito del Antropoceno al Virtuceno que nos lleva a construir nuevos mundos no físicos, nuevos países, nuevas ciudadanías y nuevas organizaciones fabricados con ceros y unos, ubicados en la nube y nucleados en torno al metaverso, la inteligencia artificial y la realidad aumentada.

A medida que vamos creando estos mundos digitales, aumenta el número de personas que quieren habitarlos y trasladarse a vivir a ellos cada día. Aunque todavía no es una nación, la comunidad de Plumia ya está conformada por un grupo de personas interesadas en ser parte de una nación sin fronteras, un proyecto liderado por Lauren Razavi, nómada digital y representante de SafetyWing. 

Los “plumienses”, ciudadanos digitales que quieren crear su propia nación. 

Plumia pretende convertirse en un país para los nómadas digitales, aprovechando que en la actualidad, son millones los profesionales que viajan por el mundo y trabajan en remoto, mientras pierden los vínculos con un territorio concreto y sus raíces. Y todo hace prever que a los millones de nómadas digitales se irán uniendo millones de personas (sobre todo jóvenes) que viven más tiempo en Internet que en el mundo físico. Pronto, muchos de nuestros hijos nos dirán, ¡Mamá ahí te quedas, que yo me voy a vivir al metaverso! (https://juancarloscasco.emprendedorex.com/mama-yo-me-voy-a-vivir-al-metaverso/).

Proyectos como Plumia son el embrión de un nuevo mundo que está en gestación, de los que muchos intentos resultarán fallidos, pero cuya evolución es imparable. Todo esto nos llevará a una nueva geopolítica, una nueva ciudadanía global, nuevas identidades y formas de organizarnos. Una deriva que nos sitúa en la era de la desmaterialización ( https://juancarloscasco.emprendedorex.com/la-era-de-la-desmaterializacion-cuando-perdemos-nuestro-cuerpo-es-solo-cuestion-de-tiempo/).

Nuestras instituciones y mundos actuales (comunidades, regiones, países) surgieron  en su día de invenciones y ficciones legales, de forma similar a como está emergiendo Plumia ahora, un movimiento que sacudirá el orden establecido y pondrá muy pronto en alerta a los países y sus autoridades.

Los avances científicos y tecnológicos, la convergencia tecnológica NBIC (nanotecnología, biotecnología, infotecnología, cognotecnología) y las tecnologías disruptivas de la Cuarta Revolución Industrial (big data, inteligencia artificial, realidad aumentada, blockchain, robótica, informática, fabricación aditiva…), están creando una sociedad y economía nuevas que no encajan con el modelo de gobernanza de los estados-nación pensados para el siglo XV. Una forma de organización que no satisface las formas de vida de una nueva ciudadanía digital que es cada día más difícil de pastorear, y, que para más inri, aparece y desaparece de la geografía moviéndose sin parar, haciendo imprevisibles los lugares donde decide asentarse y vivir temporalmente, una nueva generación ubicua y “apátrida”.

Millones de nómadas y otros ciudadanos digitales pueblan ya el ciberespacio y no tardarán mucho en organizarse y constituirse en nuevos entes, desde donde demandarán una nueva institucionalidad acorde con sus estilos de vida. Seres digitales que no casan con los mundos analógicos que les gobiernan y buscan ser dueños de su destino y soberanos para decidir los sistemas sociales, económicos y laborales en los que quieren vivir.

La crisis de los estados-nación.

Los estados-nación que comenzaron a gestarse en el Siglo XV y que dieron forma a nuestro mundo, están en crisis. Y para sobrevivir no pueden depender solo del monopolio de la violencia (fuerza coercitiva) y del aliento a

las soflamas del nacionalismo que capitaliza la extrema derecha mediante el hostigamiento permanente de sus fanáticos para violentar a los ciudadanos de bien que estamos libres de atavismos y relatos delirantes de dioses y patrias.

El paso del Antropoceno al Virtuceno va a poner patas arriba muchas cosas, y aunque se trata de un proceso largo, nos va a abocar a un nuevo contrato social. Igual que el estado-nación fue un invento con el que se ponía fin a un orden feudal, los países digitales se irán abriendo paso en los próximos años y décadas como forma de organizarnos para habitar un nuevo tiempo.

Aunque Plumia cuaje o no, lo relevante, desde el análisis del cambio histórico, es que se trata de una tendencia sin retorno para una ciudadanía que está hasta el gorro de mitos, leyendas, identidades viejunas, patrias y salvapatrias, himnos y banderas.

Plumia es un ensayo, vendrán más y se consolidarán.

Muchos desafíos tendrá que  enfrentar la creación de los países digitales y su fundación, su ordenamiento jurídico, constitución, estatus de ciudadanía, reglas, instituciones, participación,  gobernanza, modelo económico y laboral… Será un reto organizar la seguridad social, las pensiones, la atención sanitaria, la justicia…

Su gestación será lenta y con altibajos, salpicada de avances y retrocesos, adeptos y contrarios, leales y traidores… una obra tan creativa e imperfecta como cualquier invento humano. Los nuevos continentes digitales y los países que se funden dentro de ellos, tendrán sus pioneros, sus primeros pobladores y también sus cuatreros y delincuentes.

Aunque de manera primigenia, mirando a Plumia y sus principios fundacionales, ya podemos avizorar algunos rasgos que comienzan a nuclear las nuevas naciones digitales: participación auténtica sintiendo la pasión de estar creando algo grande juntos (cocreación); todos los problemas se pueden resolver (el ingenio humano no tiene límites); ser útiles (qué puedes hacer por Plumia); las mejoras siempre son posibles (mejora permanente); construir sobre base sólida para perdurar… Será un desafío crear la primera nación que se base de verdad en el respeto al diferente, independientemente de a quién ame, cuál sea el color de su piel o a quién rece.

Una parte importante de los ciudadanos del futuro habitarán continentes y países que no están en ninguna parte y en todas a la vez. Una comunidad internacionalista e interconectada de espíritu libre que no casa con los esquemas del estado-nación, que no está dispuesta a vivir con sus reglas en un territorio dibujado arbitrariamente en otros tiempos y que se siente limitada por un pasaporte.

No podemos ser ciegos al nacimiento de esta realidad caracterizada por la inmaterialidad y el dominio de la Inteligencia artificial y el metaverso, en la que emergerán nuevos liderazgos, nuevas identidades y nuevos seres para habitar nuevos mundos.

Todo esto nos desubicará y descolocará de nuestros postulados, nos creará desasosiego y pondrá en tela de juicio los fundamentos filosóficos que hemos dado por buenos en los últimos 2500 años, reabriendo el debate entre el materialismo y el idealismo, la relación cartesiana entre el sujeto y el objeto, desempolvará de nuevo el mito de la caverna y rescatará a Platón cuando dijo que “el cuerpo es la cárcel del alma” para dar carta de naturaleza a la parte intangible del ser y abrir de nuevo en canal el debate antropológico cuerpo-alma (materialidad – inmaterialidad). ¡Será apasionante y divertido vivir ese momento! Porque cuando se produzca, será un indicador preciso que nos dirá que ya  hemos entrado de lleno en el Virtuceno, la época sin lugar, materia ni tiempo.

Yo ya he solicitado ser ciudadano de Plumia, espero me sea concedida la nacionalidad y formar parte de esta comunidad que surge tan libre de atavismos, malos rollos y prejuicios. Me gusta Plumia, me apasiona el Virtuceno, soy un tecnooptimista patológico.

Adelante!!!

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