Cuando en la ecuación de la inteligencia, sus formas y manifestaciones, introducimos un nuevo factor diferente al humano asignándole la categoría de inteligente, nos altera por completo el valor del resto de inteligencias, factores cognitivos y funciones genuinamente humanas. Un replanteamiento necesario que tendremos que abordar en los próximos años y que personalidades como el propio Gardner (padre de la teoría de las inteligencias múltiples) ya comienzan a buscar encaje.
La clave es pasar de espectadores a actores ante la emergencia de la IA.
Lo que me preocupa en este momento es cómo acomodar la Inteligencia Artificial a mi vida profesional y la de mis colegas, futuro de mis hijas y desarrollo en la comunidad en la que vivo; siendo capaces entre todos de anticipar las oportunidades que trae para crear valor económico y social con ella. Aceptando de antemano que, como toda tecnología, traerá cosas buenas y malas , por lo que es menester que quienes tienen el poder para legislar sobre su uso, lo hagan con buen tino. Pero sabiendo que es un tren que no espera a nadie y su progresión será imparable, importándole un bledo nuestros pareceres a sus desarrolladores. Por eso, lo más productivo será centrarnos en incorporarla cuanto antes a nuestras vidas, oficios y profesiones para hacer cosas bellas y buenas con ella.
La IA irá invadiendo funciones genuinamente humanas y nos obligará a replantear conceptos como la creatividad o la empatía.
La discusión sobre las funciones creativas de la IA irá subiendo de tono a medida que se vaya involucrando en tareas que creíamos reservadas exclusivamente al ser humano (escribir un poema, crear una melodía, pintar un cuadro, crear una novela, diseñar un cartel), una frontera que ya comienzan a transgredir.
En algún momento de la evolución, la relación bidireccional humano/IA va a afectar y modificar conceptos como la empatía a medida que la tecnología se sofistique. Es plausible que su fusión con la biotecnología, la robótica y la realidad aumentada nos produzca realidades híbridas (humano/máquina/representaciones tridimensionales) capaces de generar “vínculos especiales” y sentimientos que hoy solo reconocemos en la relación humano/humano o humano/animal.
Si el burdo fenómeno del tamagotchi (aparato electrónico con funcionalidad de mascota virtual) generó nuevos y desconocidos sentimientos en la relación con una tecnología muy básica, qué no podrá ocurrir con un híbrido compuesto por una parte biológica y otra robótica de apariencia humana y dotada con una inteligencia sofisticada. Sin duda, la convergencia NBIC nos traerá nuevas emociones, formas de relacionarnos, amores, celos y crímenes pasionales.
Cuando la IA nos conozca a nosotros mejor que nosotros mismos, posiblemente muchas personas busquen satisfacción y consuelo en ella, sustituyéndola por las insatisfactorias relaciones con otros humanos. Y desde aquí, probablemente, asistiremos a nuevas alteraciones de la conducta humana, a nuevos conflictos y patologías, a nuevas fobias y filias, e incluso a nuevas profesiones que ayuden a regular las relaciones humano/máquina.
Cuando aún la fusión de la robótica y la IA está en pañales, en países como Japón ya se está desarrollando una potente industria de fabricación de robots para el cuidado de personas mayores, con la ventaja que no les importa trabajar 24 horas al día sin poner mala cara ni quejarse. De hecho, ya hay muchos usuarios que prefieren los cuidados de un robot a los de una persona, y la elección irá creciendo a medida que el robot se vaya haciendo más inteligente, amable y complaciente.
La IA aprovechará los errores de diseño de la mente humana para crear experiencias inmersivas.
Aunque la mente humana es muy compleja, es fácilmente maleable.
Cuando se trata de experimentar emociones, nos da igual que sean verdaderas o ficticias, el caso es que estén bien construidas (por eso pasamos miedo ante una buena película de terror o lloramos al escuchar una historia inventada que nos conmueve). Ante estos fallos de diseño y su “conocimiento”, la IA será capaz de generar relaciones de fidelización y de dependencia en nosotros, vínculos que nos traerán posibilidades y amenazas desde la manipulación de nuestras emociones y propensiones para orientar nuestras decisiones de compra o intención de voto, reforzando sesgos y creencias limitantes que pueden desembocar en la polarización social y el estallido de conflictos.
¿Cómo influirá el desarrollo de la IA en el resto de inteligencias humanas?
Si en la ecuación de la inteligencia interpersonal e intrapersonal tuviéramos que involucrar la IA, su formulación cambiaría y el resultado no sería el mismo. La IA en muchas facetas nos ayudará a conocernos mejor y a evidenciar nuestras lagunas, a la vez que nos podrá servir para construir mejores relaciones con los demás. En varias ocasiones he señalado que algunas disciplinas cognitivas olvidadas en el tiempo como la mayéutica (aprender en la conversación desde la formulación de preguntas), la hermenéutica (interpretar mensajes e información), y especialmente la filosofía del lenguaje, volverán a tomar protagonismo e impulsar la inteligencia híbrida humano/máquina.
Recientemente, Howard Gardner en su obra “Una mente sintética” vuelve a examinar y actualizar sus propias ideas sobre los ochos tipos de inteligencia (lógico- matemática, visual y espacial, musical, corporal-cinestésica, naturalista, interpersonal e intrapersonal). Hasta el propio Gardner es consciente de cómo la IA va a condicionar el aprendizaje y el dominio cognitivo del ser humano.
Funciones analítica y sintética de la inteligencia humana.
Tanto Gardner como Murray Gell-Mann (premio Nobel de Física), señalan la importancia de las funciones analítica y sintética como atributos esenciales de la mente humana. Incluso aquí se generará mucho debate porque en las referidas capacidades, ChatGPT ya apunta maneras.
En una reciente entrevista realizada a Gardner, este señala que “con la irrupción de la tecnología probablemente tengamos que pensar en otros tipos de capacidades cognitivas que no han sido consideradas tan importantes hasta ahora. Sintetizar es algo en lo que la mente humana es mejor que ChatGPT, pero al mismo tiempo creo que ChatGPT realiza esta labor mejor que la mayoría de las personas. Así que, ya sea en el terreno de la creatividad, de la síntesis o del análisis, van a aparecer sistemas de inteligencia artificial muy avanzados con los que tendremos que aprender a trabajar. O descubrir lo que ellos no pueden o nosotros no queremos hacer. Personalmente, no me gustaría que hicieran juicios éticos y morales. Eso debería quedar en manos de seres humanos”.
A medida que evolucione la IA (y lo hará muy rápido en los próximos meses y años) será muy importante que inteligencia humana y artificial aprendan a colaborar y trabajar juntas para abordar los grandes desafíos que enfrentamos como especie, en un proceso de adaptación permanente. Las diatribas sobre la existencia de un hipotético futuro en el que la IA alcanzará conciencia, empatía o emociones, se lo dejamos a filósofos y otros especialistas que tendrán materia de debate en los próximos años. En este momento es igual de infructuoso perder tiempo opinando sobre si nos gusta más o menos la IA o si nos gusta que el sol salga cada día, porque la IA va a seguir avanzando y el sol va a seguir saliendo nos guste o no.
A medida que la IA siga su progresión va a poner en crisis muchos postulados de la filosofía en general y de la epistemología en particular, conduciéndonos a un cambio de paradigma global y del propio entendimiento del ser humano.
Como afirma Eudald Carbonell, a finales de este siglo habrá cuatro especies de humanos: el homo editus (diseñado en los laboratorios), el homo prótesis (modificado genéticamente para hacer frente a patologías),el homo sapiens restrictus (no modificados) y los seres que se fabriquen a nivel de mecatrónica (ingeniería que combina mecánica, electrónica, informática e ingeniería de control). Y en todos estos seres estará presente la IA.
En una reciente entrevista dice Gardner: “no creo que nadie quiera hacer el amor con un robot pudiéndolo hacer con otro ser humano”. Yo le digo: ya veremos.
Adelante!!!
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