Extremadura es un estado de ánimo que nace de las cosas que nos contamos del pasado y de la historia del futuro que tenemos (o no tenemos), nos educaron para ser pobres y reproducir la pobreza, pero un espíritu irreductible vive en nosotros; cuando seamos capaces de elaborar un relato poderoso de futuro para dirigirnos, seremos imparables. Una forma diferente de mirar la historia de nuestras comunidades.
La patria verdadera es la infancia, como evoca Rilke, ese lugar donde viven los sueños, afectos verdaderos, sentimientos, pensamientos y emociones que te acompañan de por vida. El resto de patrias que inventan para ti y que habitas de mayor son más artificiales, construcciones imaginadas de un rango menor, relatos fabulados a los que nos etiquetan o etiquetamos en el tiempo. Por eso, cuando viajas a tu infancia puedes descubrir los fundamentos que construyen su identidad y los rasgos definitorios de su ser auténtico. La patria es el lenguaje infantil en el que uno sueña por muy viejo que sea, las imágenes que grabó en su memoria profunda, los lugares que recorrió, los juegos que jugó, las lágrimas que derramó, las personas a las que amó, las causas que levantó y el carácter que forjó. Una realidad que sólo reconoces cuando te haces mayor y desde la cual comienzas a entender el ser de las cosas.
No creo en los nacionalismos ni en sus relatos inventados, no creo en las fronteras, no creo en patrias ni quimeras, no creo en los mitos de dioses y divinidades, no creo en las narrativas fabuladas que nos separan en categorías por la raza, el sexo, el origen o el dinero…; soy abiertamente cosmopolita, y eso no es incompatible con el sentido de pertenencia a una patria que remite a un lugar de origen, en mi caso se llama Extremadura, un sitio ubicado en España y Europa. No es una patria mejor ni peor que la tuya, es la patria de mi infancia, esa a la que uno va unido de por vida y es indisociable de su ser.
Una forma diferente de ver la historia de los pueblos.
Toda historia de una comunidad es un constructo (objeto creado en la mente que no se corresponde con una existencia real) a partir de creencias imaginadas, complejos, prejuicios y jerarquías mentales; aderezado con recuerdos, hechos históricos manipulados en torno a una narrativa que, a fuerza de repetirse, da lugar a nuestras creencias y mentalidades.
Y como la patria de la infancia duele, me voy a permitir dedicar este artículo a mostrarte Extremadura desde otra mirada, a ver las patrias desde otra perspectiva, a realizar una reconstrucción de la historia diferente al enfoque académico y oficial. No con el interés de hacer un diagnóstico, sino con el ánimo de encontrar el hilo de Ariadna para mirar al futuro con optimismo y alegría. Un ejercicio diferente para acercarnos al ser profundo que da forma a los pueblos, a su alma, a su ethos.
La historia del pasado de Extremadura.
Un pasado unido a la propiedad de la tierra y lo rural, un territorio periférico y de frontera, sin burguesía productiva ni industria, con pervivencia de formas sociales medievales y caciquiles, con nula influencia en los foros de toma de decisiones, baja inversión del Estado, emigración, baja autoestima, escaso espíritu emprendedor, debilidad demográfica, envejecimiento… una tierra esquilmada y saqueada en sus recursos, maltratada por las decisiones políticas…
Los mundos rurales, por sus características, constituyen reservorios donde se preservan durante siglos tradiciones y culturas, una realidad diferente a los entornos urbanos más fértiles y proclives al cambio. El carácter rural y el aislamiento generan una visión reduccionista y uniforme del mundo, una subcultura con unos rasgos definitorios bien perfilados.
Para que una persona o una comunidad tomen un punto de inflexión desde donde iniciar un cambio, necesitan conocer el mal que les aqueja, y sobre todo, descubrir su naturaleza (física o espiritual).
Una cultura que tiene su mal en la falta de confianza, horror al error, miedo al cambio, aversión al riesgo, ausencia de cooperación (factores todos ellos de carácter inmaterial); no arregla su situación con remedios materiales.
Pocas comunidades han sido tan profundamente estudiadas y analizadas desde el punto de vista territorial, económico, social, político… Llevamos décadas y siglos haciendo descripciones y diagnósticos acertadísimos de un ser que languidece, el problema es que sólo con los diagnósticos no cambiamos las realidades de nuestros mundos.
Utilizando un símil médico, un doctor puede describir con precisión todos los síntomas de un paciente, y ese ejercicio puede resultar inútil para la cura si el facultativo no prescribe medicación alguna o recurre a un medicamento caducado. El médico, además de ser un buen descriptor y diagnosticador, tiene que ser un buen prescriptor, y para serlo necesita conocer los últimos avances de la medicina (no puede recetar medicamentos obsoletos, tiene que estar al día en los últimos progresos y avances científicos).
También, el buen doctor, ha de prestar atención no sólo a los síntomas físicos y tangibles, además, tiene que aprender a mirar lo que no se ve a simple vista, a desarrollar un enfoque holístico, a descubrir el factor esencial donde reside la cura del paciente: su estado de ánimo y la interacción con los síntomas para abordar la patología de base.
Ahora pensemos en el paciente Extremadura, rodeado de ínclitos doctores relatando sus síntomas: lleva mucho tiempo enfermo y llega en malas condiciones, nace menos gente, se muere más, pierde población, tiene síntomas inequívocos de maltrato, ha estado siglos marginado, sus núcleos más pequeños amenazan abandono, ha sido saqueado, produce poco, no tiene iniciativa, está un poco dejado…
Una retahíla repetida hasta la saciedad en cientos de publicaciones, adornadas con datos precisos, cifras, gráficas y sesudos argumentos. Nada nuevo bajo el Sol en los diagnósticos y en la simplicidad de las recetas que rayan la generalidad y la ingenuidad: más dinero para el paciente, más empleo, que se quede a vivir en el pueblo, que se forme más, que sea más activo, que emprenda más, que ponga industrias como las del siglo XIX y XX… Y todo ello en las mismas narices y ante la mirada atónita del enfermo tumbado en la camilla.
El estado de ánimo de un paciente que lleva siglos escuchando lo malo que está.
¿Alguien se ha percatado del estado de ánimo de éste paciente que lleva escuchando éstas generalidades e inconcreciones durante décadas? ¿Alguien se ha dado cuenta de que el mal de fondo es el propio estado de ánimo que se retroalimenta en los diagnósticos, pronósticos, y prescripciones? ¿Alguien ha caído en la cuenta que todo esto sólo contribuye a exacerbar la negatividad y la resignación? ¿Alguien ha descubierto que los doctores también están imbuidos en el estado de ánimo negativo que reproducen? ¿Alguien ha entendido que una región o comunidad de personas es, antes que nada, un estado de ánimo y un relato que lo alimenta?
Cinco años estuve en la universidad para obtener la licenciatura de geografía e historia, cinco años dando la vuelta una y otra vez a esos argumentos, sin mover un dedo por revertir la situación ni hacer nada productivo. Menos mal que salí de allí y pude conectarme con la realidad para comenzar a desarrollar un paradigma de pensamiento completamente nuevo (cosa que me ha llevado décadas de esfuerzo y dedicación diaria), y así alcanzar la profundidad necesaria para analizar el tema desde otros enfoques.
El relato de lo que somos reproduce negatividad.
Prueba de lo que te estoy diciendo es la narrativa dominante que hemos construido. Nuestro relato está marcado por acontecimientos negativos: Crimen de Puerto Hurraco, Los santos inocentes, miseria en las Hurdes…
Cualquiera que se acerque a nuestro pasado a través de estos cuentos se preguntará ¿Y esta gente habrá hecho algo provechoso en su vida? Porque la historia de una comunidad no puede ser tan nefasta, sobre todo cuando la están escribiendo los propios paisanos. Esto es trascendente porque saca a la luz una evidencia que parece que está oculta: si los extremeños/as no nos queremos lo suficiente a nosotros mismos ¿Cómo vamos a pretender que nos quieran los demás y que nos acompañen a hacer cosas juntos?
Los pueblos, para crecer, necesitan autoestima, esto no supone ninguna concesión al chovinismo. Y para que nos queramos tenemos que aprender a reconocer y celebrar las cosas buenas que hemos hecho juntos, que son muchas y nobles.
Los grandes conquistadores de América fueron extremeños, una auténtica gesta en la historia de la Humanidad, aquí nacieron notables políticos, pintores, artistas…. cualquier comunidad que se asienta sobre el sentido de pertenencia y la autoestima hubiera construido una historia poniendo en valor sus hazañas en lugar de sus vergüenzas. Un síntoma más de que Extremadura es un estado de ánimo.
Cambiar nuestro relato del pasado.
Cuando alguien tiene tan poca autoestima, los demás acaban exagerando los estereotipos y creando etiquetas negativas: tierra de holgazanes, pusilánimes, lugar de crímenes horrendos, gente burda…; cosechamos lo que sembramos. Que no se asuste el lector porque nuestra comunidad es lugar donde abunda la gente esforzada, luchadora, afable, comprometida, pacífica y de espíritu refinado.
Alguien que no nos conozca podría pensar, parafraseando al gran Chiquito de la Calzada que “vivimos rodeados de ratas”, nada más lejos de la realidad.
El problema es que cuando ponemos el foco en las cosas negativas de la vida, activamos la maquinaria de los pensamientos automáticos (prejuicios) y juicios negativos. Un bucle que alimenta las conversaciones y acaba produciendo un estado de ánimo marcado por la resignación y la desesperanza.
Extremadura es un relato intelectual que nos condena.
Un relato donde los intelectuales y expertos se recrean en las cosas malas que nos pasaron y que hicimos. Con esto no quiero decir que nuestros intelectuales, pensadores y universitarios sean de baja calidad, el problema es que la fuerza gravitatoria de lo negativo es tremendamente potente, tiene buena prensa, vende bien y otorga una pátina de rigor al que postula. Pero nos sumerge en la negatividad y nos impide mirar al futuro con optimismo.
Estoy de acuerdo que para decidir adónde vamos, es muy importante saber de dónde vinimos. Otra cosa es que pongamos el foco de nuestra existencia en el pasado. Cuando alimentamos una narrativa negativa durante tanto tiempo, nos invaden emociones como el miedo y la culpa que desembocan en la resignación y la inacción.
Dedicamos un tiempo excesivo a la reflexión y al análisis, esperando reunir todas las respuestas a las preguntas para tomar decisiones acertadas, para ir a lo seguro, para no equivocarnos; sin percatarnos que el mundo de hoy es acción e innovación y la clave es actuar. Vivimos con un veneno paralizante en nuestro interior que nos frena para hacer cosas, nos aterroriza el miedo al error sin entender que el error es síntoma necesario de aprendizaje y crecimiento.
¿Cómo conversamos los/as extremeños?
Habitamos un conversar dominante en códigos restringidos. Del hablar “pobre” al hablar poderoso.
La pobreza se reproduce en los códigos lingüísticos en los que se desenvuelve una sociedad. Desde la familia y la escuela nos han enseñado a “hablar en pobre” (código restringido), a habitar el lado del lenguaje que nos impide desplegar nuestro potencial y ser artífices del futuro. Nos educaron para ser pobres y reproducir la pobreza a través de pedagogías invisibles.
Si quieres profundizar en este trascendental asunto, lo puedes hacer en estos dos artículos:
http://juancarloscasco.
http://juancarloscasco.
En el límite de nuestro lenguaje está el límite de nuestras posibilidades, las fronteras de lo que podemos crear y el impacto que podemos dejar en el mundo. Y para ello necesitamos aprender una nueva forma de conversar desde la interpretación del mundo como un horizonte de posibilidades en el que podemos ser protagonistas (códigos elaborados).
Así, la cotidianidad de nuestras conversaciones discurre por las cosas intrascendentes de la vida (el tiempo, el fútbol, los chismorreos…), mientras que no hemos sido instruidos en el cultivo de conversaciones transformadoras (lo que vamos a hacer juntos desde la ambición).
Si quieres conocer la esencia de un pueblo, puedes hacerlo escuchando sus conversaciones y las narrativas que viven dentro de ellas. Ahí se manifiesta su ser histórico, sus cosmovisiones, su autoconfianza y visión de futuro. En el conversar se revela su estado de ánimo, potencial y posibilidades de futuro.
No hay otra, si queremos crear un futuro más prometedor, tenemos que enseñar a la gente un nuevo estilo de conversar, y eso es posible, aunque exige un esfuerzo titánico, una auténtica obra de ingeniería social.
Extremadura es un estado de ánimo.
Es la auténtica realidad que nos define. Si no entendemos que Extremadura es un estado de ánimo generado por un círculo vicioso de creencias y conversaciones que llevan siglos retroalimentándose, repitiendo como un mantra un bucle de juicios negativos (yo soy así, las cosas son así y así serán siempre, yo no puedo, soy muy viejo, soy muy joven, no me puedo equivocar, más vale pájaro en mano, las cosas históricamente fueron mal y pueden ir a peor…). No podremos iniciar una senda más productiva.
El futuro de un pueblo vive en su estado de ánimo. Al final el estado de ánimo es un sentimiento colectivo que lo envuelve todo y determina por completo la acción y resultados de la gente. Y estados de ánimo en una comunidad hay dos: aquí veo posibilidades para mí o aquí no veo posibilidades para mí. Y Extremadura (mayoritariamente) vive en éste último, la inmensa mayoría de nuestras conversaciones desemboca en esa creencia limitante que genera una parálisis rayana en la resignación.
Si quieres asomarte a la visión de nuestras comunidades en clave de estados de ánimo, mira este artículo:
http://juancarloscasco.
Extremadura es un estado de ánimo negativo, un pueblo de gente maravillosa y capaz que no cree en sí misma, una comunidad donde en la mente colectiva retumba una voz antigua que nos impide tener confianza en el futuro. Pero esto no es eterno, igual que es así, puede cambiar.
Necesitamos entrenar los mecanismos para construir una mente colectiva y una inteligencia social recursiva. Aquí tienes unas claves para trabajarlo:
Todo cambio necesita un conocimiento de la raíz profunda donde anida el problema. Aquí tienes un análisis de la “cultura zombie” que nos atenaza:
http://juancarloscasco.
Los pueblos prósperos tienen un relato poderoso de su futuro, un constructo potente de lo que vamos a hacer juntos.
Como comunidad empleamos la mayor parte de nuestro tiempo en interpretar el pasado en lugar de inventar el futuro, la temporalidad de nuestras conversaciones es apabullante en el manejo del pretérito, y esta inercia histórica se refleja en nuestras convenciones sociales y el estilo de conversar cuando nos reunimos, hablamos de las cosas malas que pasan y de como conspira el mundo contra nosotros, no quedando hueco para crear confianza, hacer planes de futuro, intentar cosas juntos, actuar con osadía…
Si quieres profundizar en el tema:
Las comunidades poderosas, pese a haber cometido errores y crímenes (de esto no está exento ningún pueblo), tienen construida su historia en base a hechos positivos de los que se sienten orgullosas.
¡Basta ya de sambenitos, tópicos y prejuicios! Cualquier cosa mala en Extremadura se magnifica, cualquier cosa buena se minimiza. ¿Alguna vez seremos capaces de alegrarnos de las cosas buenas que hacemos? Hemos crecido al calor de una pseudointelectualidad donde la negatividad y pesimismo son síntomas de rigor intelectual, no podemos permitirnos el sostener esta creencia ni un día más, porque nos está destrozando.
Extremadura es un referente en muchos países, si vas a Latinoamérica, la gente tiene un alto concepto de la región, muchos conocen mejor su historia que nosotros mismos, puedes salir de Extremadura e ir a Mérida, Trujillo, Albuquerque, Santa Cruz de la Sierra… La gente de Extremadura no sólo fue decisiva en América, también contribuyó a levantar la Europa de posguerra y al progreso de España, aún en condiciones de gran desventaja ha logrado importantes niveles de bienestar y progreso humano… Tenemos desafíos de todos los colores, muchos frentes en los que avanzar… Pero, cuidado, no estamos tan mal como pregonan las voces negativas de los agoreros.
Si empezamos a tener una mejor autoestima (compatible con una visión crítica y clara de aquellos aspectos en los que tenemos gran potencial de mejora), comenzaremos a transformar nuestro estado de ánimo.
Cuando además de elaborar un nuevo relato del pasado, seamos capaces de construir una historia poderosa de nuestro futuro, estaremos en condiciones de dar el gran salto adelante.
Historia del futuro de Extremadura.
Posiblemente seamos una de las regiones que ha dedicado más tiempo a estudiar y explicar su pasado, pero menos a construir la historia de su futuro, y sin un enfoque y dedicación al futuro por parte de nuestros dirigentes, intelectuales, universidad, medios de comunicación y ciudadanía, no podremos transitar una senda de prosperidad. Los pueblos se movilizan cuando tienen un constructo histórico del que se sienten orgullosos y comparten un relato poderoso de futuro que les convoca a la acción, y eso no lo tiene Extremadura.
El mundo se está reordenando, el statu quo se está redefiniendo, comienza a tomar cuerpo un orden mundial regido por nuevas reglas de juego, las cartas se están repartiendo en este momento, la deriva histórica en la que vivimos nos permite a todos volver a empezar ¿Qué papel quiere jugar Extremadura en ese nuevo orden mundial? Esa es la cuestión, en eso tendríamos que estar consumiendo nuestras energías.
Un nuevo liderazgo que se haga cargo del estado de ánimo de Extremadura.
El liderazgo es el único vehículo para cambiar el estado de ánimo de resignación histórica en el que vive Extremadura (o cualquier pueblo). Necesitamos liderazgo para remover obstáculos que son mentales, líderes políticos, líderes emprendedores, líderes educativos, líderes sociales…
Líderes que se hagan cargo de este estado de ánimo para transformarlo, líderes que piensen en el futuro y nos convoquen a la acción. Pero para eso necesitamos tener una historia del pasado de la que sentirnos orgullosos y un relato de futuro apasionante al que dirigirnos ¿Extremadura tiene una historia de su futuro? Creo que no, por eso, en el próximo post lo vamos a dedicar a escribir una Historia del Futuro de Extremadura.
Adelante!!!