Innovación. 3 prácticas sencillas para incorporarla a nuestro día a día.

Innovación suena a palabra grande.

Y a palabra lejana, más propia de un mundo ultra tecnológico, lleno de máquinas, circuitos y complicados procesos de investigación desarrollados por unos pocos profesionales de élite.

Vamos, nada que ver con la mayoría de nosotros y nosotras. ¿O sí?

Hoy escribimos este artículo para demostraros que este planteamiento con el que arrancamos es totalmente falso. Veremos cómo, con 3 pequeñas prácticas, podemos incorporar la innovación a nuestra vida cotidiana.

Os lo prometo.

Antes de lanzaros esas claves para aprender a ser personas un poquito más innovadoras, que sé que es lo que más os interesa, me gustaría que consensuásemos qué es lo que entendemos por innovación.

Nuestra definición de innovación no es para nada canónica. No hemos acudido a la R.A.E. para obtenerla, no. Surge de la experiencia de más de 15 años trabajando para ayudar a otras personas a incorporar esa innovación a sus procesos vitales.

Este bagaje nos hace describir la innovación como un cambio de mirada; como una práctica que nos ayuda a encontrar soluciones no triviales a cualquier tipo de problema que podamos plantearnos, independientemente de su naturaleza.

Podemos aplicar innovación al diseño de una prótesis de un brazo, a la reparación de un grifo que gotea en nuestra casa o a la búsqueda de pareja.

La persona que conoce los principios de la innovación, como todo el mundo, piensa primero en las soluciones más básicas para resolver cualquier cuestión pero, a los pocos milisegundos, las conexiones neuronales de la innovación se ponen a trabajar para encontrar nuevos caminos. Caminos menos obvios, y casi siempre más sorprendentes, para dar respuestas alternativas a la cuestión inicial.

Lo mejor de todo es que una vez que aprendemos a innovar, podemos aplicar estos nuevos súper poderes a cualquier planteamiento que nos hagamos, desde el más sencillo hasta el más complejo; desde nuestras tareas vitales más elementales hasta las más enrevesadas cuestiones profesionales.

No exagero, ¡el poder de la innovación es increíble!

Ahora, que todos y todas compartimos el mismo concepto para la palabra mágica de hoy, arrancamos con las pequeñas herramientas que nos pueden ayudar a encontrar soluciones innovadoras a cualquier cuestión que nos planteemos.

Puede ayudarnos mucho si, de ahora en adelante, usamos un ejemplo sobre el que aplicar cada una de las prácticas. He pensado que puede ser interesante que intentemos buscar soluciones innovadoras para evitar el despoblamiento en los territorios rurales, uno de las grandes preocupaciones globales del momento que vivimos. Somos ambiciosos, lo sé, pero la gloria es para las valientes, ¡a ver qué nos sale!

Así, a bote pronto, puede que lo primero que se nos ocurra para solucionar el problema del despoblamiento rural sea una propuesta del tipo “que los Ayuntamientos y Administraciones den ayudas o regalen terrenos para que gente de las ciudades pueda instalarse en los pueblos y así repoblarlos”. No estaría mal, pero estoy seguro de que podemos proponer algo que dependa más de nosotras mismas y no pasarle el marrón a Mamá Administración. Mejor le damos una vuelta.

Veamos cómo podemos buscar soluciones innovadoras al despoblamiento rural a través de las prácticas que os vengo anticipando desde el principio del artículo.

Práctica 1 (para buscar soluciones innovadoras a un problema): mira cómo están solucionando cuestiones similares en otros mundos.

Esto puede sonar un poco raro pero, si levantamos la vista de nuestro propio ombligo y asumimos que muchas de las cosas que nos pasan y muchos de los problemas que buscamos resolver ya les han pasado y ya los han resuelto antes otras personas en el mundo, tendríamos mucho terreno avanzado en la búsqueda de soluciones.

Para esta tarea, Internet es una gran aliada. Nos permite, desde nuestro casa si queremos, averiguar cómo resuelven problemas parecidos al nuestro en China o en Noruega e intentar adaptar esas soluciones a nuestro propio contexto.

Y a veces no tenemos que irnos tan lejos.

Aplicando esta práctica a nuestro ejemplo, podemos encontrar fácilmente navegando en Internet el caso de Pescueza. Pescueza es un pueblecito de menos de 200 habitantes de la provincia de Cáceres que ha conseguido frenar su imparable despoblamiento y lo ha hecho convirtiéndose en un pueblo-residencia para sus habitantes de mayor edad.

Desde hace unos meses, los ancianos de Pescueza reciben todos los servicios de las mejores residencias de mayores, pero sin moverse de su casa. Además, estos servicios los proporcionan un grupo de vecinos del pueblo que se han formado para poder hacerlo de forma profesional. Se han generado así, directamente, 10 nuevos puestos de trabajo en el pueblo, evitando que 10 familias tengan que buscarse la vida fuera del municipio. Fijaos de qué forma tan innovadora el último alcalde José Vicente Granados (un fuera de serie, os lo aseguro) y su equipo han llegado a una solución para luchar de forma eficiente y real contra el despoblamiento en su pueblo.

¿Os parece innovadora esta propuesta? ¡A mi muchísimo!

Seguro que, de modificando la idea que inventaron en Pescueza y adaptándola a las peculiaridades de cada territorio, este proyecto se podría aplicar, y con éxito, en muchos lugares para luchar contra el despoblamiento.

Puedes tener más información sobre esta maravilla de proyecto en el siguiente enlace:

https://elpais.com/politica/2019/05/21/actualidad/1558447360_907101.html

Y es que muchas veces aplicar en un lugar lo que funciona en otro puede ser una fuente enorme de innovación, sólo hay que aprender a mirar dónde ocurren las cosas. ¿Sabéis que desde hace pocos años, las churrerías son todo un éxito en China? ¡Ahí dejo eso!

Práctica 2: Habla con los niños y las niñas.

Este truco es de mis favoritos.

Conozco pocas mentes más rápidas y preclaras que las de los niños y las niñas, cuanto más pequeños mejor. Este truco simplemente consiste en plantearle a un niño o una niña nuestro problema y pedirle opinión. Seguramente no podamos usar su respuesta de forma literal, pero apuesto sin riesgo a equivocarme a que nos puede servir como semilla para articular una propuesta fresca y sorprendente.

Para ilustrar este ejemplo, planteé a mi sobrina África de 5 años y medio lo siguiente: “Cariño, imagina que vivimos en un pueblecito muy pequeño del que la gente se está marchando para vivir en pueblos más grandes y ya quedan poquitos habitantes. ¿Qué harías para que nuestro pueblecito no se quedase vacío?”

África pensó unos segundos y en seguida me respondió: “pues llamaría a mis amigos de otros pueblos para que se fuesen a vivir a nuestro pueblo y sus padres trabajasen allí”.

Después de darle un besazo enorme a mi sobrina analicé su propuesta.

Está claro que no puedo usar su respuesta tal cual pero me sirvió para arrancar el camino de pensamiento que os describo a continuación: no podemos pedir a nuestros amigos de las ciudades que vayan a vivir a entornos rurales, como proponía Afri, pero sí podemos plantear un proyecto con el que explotar, de forma comunitaria a través de cooperativas, por ejemplo, los principales recursos y potencialidades de cada población o de cada territorio. Así, a través de estas nuevas iniciativas económicas compartidas, los habitantes de las zonas rurales no tendrían la necesidad de buscar nuevos espacios para desarrollarse laboralmente y además se atraerían nuevos perfiles profesionales de fuera de las poblaciones para trabajar en esas cooperativas.

Quizás no sea la propuesta más revolucionaria del mundo pero podría poner su granito de arena en la lucha contra el despoblamiento, ¿no os parece? ¡Y todo a partir de la propuesta de una niña de 5 años!

Este segundo truco puede tener muchas variantes, aunque siempre siguiendo la misma metodología: preguntar-escuchar atentamente sin juzgar-anotar respuesta-adaptar respuesta.

Podemos, por ejemplo, preguntar a alguna persona mayor, cuya experiencia nos daría alguna respuesta muy interesante y también a alguien con un perfil profesional que nada tenga que ver con la cuestión que planteamos (por ejemplo, si preguntamos sobre el despoblamiento a una cocinera, seguro que sus propuestas nos sorprenden).

¡Prueba este truco con la mente muy abierta, las posibilidades son infinitas!

Práctica 3: Haz perrerías al problema.

Esta práctica consiste en, como anticipo en el título, hagamos todas las perrerías que se nos ocurran al problema para el que buscamos una solución, intentemos buscar respuestas para la cuestión deformadas, respuestas lo más locas y libres posibles, y luego intentemos adaptar esas conclusiones locas a propuestas factibles.

Es importante en esta práctica (como en todas las que están relacionadas con la innovación y la creatividad) ser libres y no ponernos de antemano ninguna limitación. Éste es un proceso de divergencia en el que lo que nos interesa en generar una batería lo más grande posible de propuestas, no dar con una propuesta perfecta. Por eso es vital que, aunque las ideas parezcan inicialmente un disparate, las consideremos porque quien sabe, quizás sean el arranque de la propuesta perfecta que estamos buscando.

¿Que a qué nos referimos con hacer perrerías al problema? Pues a deformarlo, a estirarlo, a complicarlo, a simplificarlo… a cualquier cosa que se nos ocurra. Y una vez hemos hecho esto, nos preguntamos cómo solucionar la versión mutada del planteamiento inicial. Lo vemos con nuestro ejemplo.

Versión original del problema original: buscamos encontrar ideas que ayuden a frenar el despoblamiento en entornos rurales.

Perrería 1, minimizamos el problema: tenemos un montón de pueblos en los que sólo vive una persona.

Propuesta: para evitar que se vayan estas personas y sus pueblos desaparezcan tenemos que inventar una manera de que puedan acceder a productos y servicios indispensables para tener una buena calidad de vida. Y esto, para las tiendas tradicionales, puede suponer un importante problema logístico y de rentabilidad.

 ¿Y si creamos una compañía de reparto de productos de primera necesidad a través de drones que lleven los productos que previamente han elegido en una web a cada uno de los habitantes únicos de esos pueblos?

Adaptación al planteamiento original: Esta propuesta se podría adaptar casi de manera literal al planteamiento original. Concretando la propuesta, estaríamos hablando de una plataforma de compras on-line con un servicio de reparto a través de drones en los pueblos de los entornos más rurales y de más difícil acceso.

Perrería 2, deformamos la realidad: todas las personas de cada pueblo hablan un idioma diferente.

Propuesta: Para evitar que estos habitantes, al no entenderse con el resto, se vayan de sus pueblos, podríamos plantear como solución el diseño de un dispositivo parecido a un audífono que tradujese, en tiempo real, una conversación al castellano, esté en el idioma que esté y que de esta manera cualquier persona pueda entenderse perfectamente con los habitantes de los pueblos.

Adaptación al planteamiento original: Evidentemente la propuesta es un poco locura (o quizás no tanto, pero esto sería motivo de otro artículo) pero creo que puedo extraer algo de valor de ella. Lo intento.

Que el turismo es uno de los motores de la economía mundial es un hecho conocido por todos y todas. Y que el turismo rural en particular es un sector en auge en todo el mundo también es una realidad. Cada vez son más las personas que, desde cualquier lugar de origen acuden a descubrir nuestros pueblecitos y empaparse de nuestra maravillosa cultura rural. Muchas de estas personas, al menos, chapurrean algo de castellano pero otras no, siendo éste un hándicap importante para el disfrute completo de la experiencia.

Podría ser interesante para solucionar este problema pensar en un servicio de traducción profesional en tiempo real que pudiese implementarse vía Skype, por ejemplo, para los visitantes de nuestros pueblos.

Esto podría ayudar a atraer nuevos turistas, al desaparecer la barrera del idioma y al mismo tiempo crearía un nuevo perfil profesional, el de los traductores virtuales, que podrían trabajar desde cualquier pueblo de una comarca, por ejemplo, dando servicio de traducción al resto de pueblos de la misma. Se me ocurre sobre la marcha que se podría añadir como complemento un servicio de guía turístico que, además de traducir, te mostrasetodos los recursos naturales y culturales de la comarca.

Como veis, de una idea loca se puede ir tejiendo un proyecto más sólido y aplicable ¡es sólo cuestión práctica!

Aquí os he mostrado dos formas de jugar con el problema para obtener propuestas sorprendentes e innovadoras, pero las posibilidades son infinitas. Cómo decía aquel, “el límite está en el cielo”.

Práctica Extra. Muévete. La innovación y la creatividad aman el movimiento. ¡O por lo menos conmigo funciona así!

El 99% de las veces que he intentado inventar algo sentado delante de un documento Word en blanco, ha sido una experiencia inútil y frustrante.

Hace tiempo que aprendí la lección y ahora, cada vez que quiero esbozar un nuevo proyecto, dibujar una ilustración o solucionar algún asunto personal que me preocupa, me levanto de la mesa y camino, nado, corro o me voy al gimnasio. Os aseguro que al poco rato de entregarte a la actividad física, las compuertas de la innovación se abren y las ideas empiezan a brotar a borbotones.

¡Probadlo y me contáis, por favor!

Como veis, las tres prácticas que he compartido con vosotras y vosotros son muy sencillas y pueden ayudaros a buscar soluciones innovadoras a cualquier problema que os planteéis en vuestra vida.

¡Que no se os olvide que la innovación es vuestra amiga!

Yo me quedaré satisfecho si la próxima vez que busques una respuesta recuerdes que puede estar en otros mundos, que tu hija pequeña te puede dar la clave más valiosa o que, jugando con el problema sin prejuicios, puedes obtener una solución sorprendente.

Estarás en el camino de convertirte en la persona más innovadora del mundo. Y lo harás en la acción.

¡Adelante!

Fernando Barrena
Director de Proyectos de Emprendedorex.
C.E.O. 2pescados diseño gráfico.

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