Aunque no lo sepas, tu actividad, empresa, trabajo y empleo están en riesgo de desaparecer o sufrir una transformación profunda.

Conflictos, pataletas y crisis.

Igual que los gigantes del petróleo se niegan a admitir el cambio de modelo energético o el sector del taxi a aceptar la competencia de las plataformas de movilidad (Uber, Cavify…). Asistiremos a una guerra sin cuartel en la práctica totalidad de las empresas y actividades cuando vean amenazada su supervivencia. Los ganaderos se negarán a la progresión imparable de la fabricación de carne sin animales. El sector financiero perderá la mayoría de sus trabajadores y asistirá a una reestructuración global. Y así en todos los sectores y actividades (comercio tradicional, educación, medicina, ocio…).

De la revolución que está en marcha no se salva ni dios. La aplicación de las tecnologías de la Cuarta Revolución Indistrial (big data, blockchain, realidad aumentada…) con la Inteligencia Artificial a la cabeza, la convergencia tecnológica NBIC (nanotecnología, biotecnología, infotecnología y cognotecnología) y otras emergencias disruptivas; van a ponerlo todo patas arriba. Incluso algunas actividades consideradas hasta ahora a salvo de la tormenta, como los matemáticos, diseñadores o programadores, están comprobando como la Inteligencia Artificial ya programa y realiza tareas complejas que hace poco exigían del concurso humano. Nadie está a salvo si no permanece atento y dispuesto a integrar las innovaciones tecnológicas en su empresa, trabajo o actividad. La tecnología no es nuestro competidor, es nuestro aliado. Su verdadera amenaza viene de quien la use y nos saque del mercado o de nuestro puesto de trabajo.

Muchas de las actividades afectadas por el cambio, en lugar de adaptarse al nuevo contexto, basarán su estrategia en ejercer presión sobre los gobiernos para intentar parar las innovaciones, promoviendo cambios de legislación que preserven sus intereses y prohiban o limiten las nuevas industrias. Pero todo será infructuoso porque en un mundo globalizado, los gobiernos no pueden ir contra los intereses de la ciudadanía  para poner a salvo los intereses de una minoría. Preparémonos pues para la emergencia de conflictos generalizados.

Cadáveres y ángeles caídos por no saber adaptarse a los cambios tecnológicos.

Cuando una tecnología se revela superior y más competitiva, acaba desplazando a las existentes y aniquilando a sus competidores. Así lo hizo la fotografía digital con Kodak,  las plataformas de streaming con Blockbuster, los nuevos smartphones con Nokia, las descargas digitales con Tower Records, los nuevos smartphones con BlackBerry, los ordenadores personales con Commodore… Y así veremos morir y nacer nuevos sectores, actividades y empresas en los próximos años desde la aceleración tecnológica creciente.

Si en los últimos 3 millones de años evolucionamos muy lentamente en la tecnología (industria lítica) desde las herramientas rudimentarias del Lomekwyaense, Olduvayense, Achelense, Musteriense o Magdaleniense. Ahora, en unos meses,  podemos avanzar con mayor rapidez que en cientos de miles de años atrás en una progresión imparable. Y todo esto nos llevará a un listado sinfín de perdedores y a un podio efímero de ganadores. 

El terremoto llegará a todos los sectores y actividades.

A los citados ejemplos de fabricación masiva de carne sintética y cambios en la fabricación de alimentos o la revolución en la movilidad y el vehículo autónomo; se irá sumando una lista interminable (la telemedicina y salud digital, la transformación de la educación -realidad aumentada, metaverso e inteligencia artificial-, la impresión 3D de todo tipo de artículos, el dinero electrónico y las criptomonedas, la robótica en la industria manufacturera, la realidad virtual en el ocio, los chatbots en todos los servicios de atención y relación con el cliente, la conexión total entre objetos y personas -internet de las cosas-, el teletrabajo, los asistentes personales…). Y todo ello terminará con cientos de millones de empleos (ganaderos y agricultores, taxistas, cajeros de bancos, operadores de líneas de ensamblaje, repartidores, operadores de centrales telefónicas, administrativos, recepcionistas, analistas de datos, controladores de tráfico aéreo, empleados de gasolinera….).

¿Qué estrategia adoptar?

Lo más práctico será desarrollar habilidades para leer el cambio histórico, observar las tendencias, acomodarlas a nuestras profesiones y actividades y cambiar con el cambio.

Por duro que nos parezca, al final, las ventajas que aportan las tecnologías emergentes acabarán por imponerse y se llevarán por delante a sectores, actividades y profesiones. Y ante esto, ni siquiera los lobbies o la acción de los gobiernos podrán pararlas. No se puede poner puertas al campo ni negarse a los dictados del cambio. 

¿Abrazar el cambio, adaptarse a él o ignorarlo? Esa es la cuestión, esa es tu elección.

Adelante!!!

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