Virtuceno. La época sin lugar ni tiempo.

Ayer tuve una conferencia en Mérida, luego una reunión de trabajo en  Honduras y otra en Suecia. Al final de la tarde me di cuenta que me había convertido en un ser ubicuo, pues mientras estaba reunido y trabajando en “esos lugares”, a su vez, estaba presente y haciendo cosas de manera síncrona con otras personas en Cáceres y Estelí (Nicaragua). Y cuando digo haciendo cosas, me estoy refiriendo a la producción de bienes y servicios, así como a la coordinación de acciones para lograrlo (gestión de compromisos, pedidos y ofertas). Estoy hablando de trabajar y producir juntos, no me estoy refiriendo a hablar con otras personas por las redes sociales (lenguajear), sino a trabajar y crear cosas materiales y valor con otros. ¡Y todo sin moverme del sillón!

Si analizas lo que está pasando a tu alrededor, observarás como van reduciendo su presencia en nuestras vidas las fábricas, las oficinas, los bancos, los centros de gestión administrativa, los centros de consultas médicas, los centros educativos, los comercios… Están comenzando a migrar de sus formas físicas de acero, ladrillos y hormigón a estructuras inmateriales de ceros y unos. Está menguando su identidad y presencia material. 

¿Dónde están ubicadas las fábricas y las oficinas en las que están teletrabajando millones de personas? ¿Dónde están los edificios de las administraciones desde donde se tramitan diariamente millones de gestiones administrativas? ¿Dónde está depositado el dinero que aparece en tu cuenta corriente? ¿Dónde está la tienda donde compras cada día por internet? ¿Dónde están las aulas virtuales a las que asisten a clase millones de estudiantes? ¿Dónde están los estadios en los que juegan tus hijos con sus videoconsolas? ¿Dónde está el centro de salud en el que tu médico te pasa consulta por videoconferencia? ¿En qué sitios están?… Están en espacios sin lugares.

Esa es la revolución silenciosa que está en marcha, la verdadera ola de cambio que nos trae el VIRTUCENO: viajes sin desplazamientos, aulas sin lugares, consultas médicas sin edificios, centros y espacios de trabajo sin oficinas… Y todo ello construido sin materiales, con ceros y unos. Definitivamente nos estamos trasladado a vivir a “un mundo que no existe”, que no se ve, al menos que no está hecho de cosas físicas. En este momento estamos en pleno proceso de mudanza, con el desajuste y los tropiezos que toda mudanza supone.

Vamos a ser espectadores de los mayores cambios acaecidos en la historia de la humanidad y, por primera vez, los ciudadanos tenemos todos los recursos a nuestro alcance para ser protagonistas. Hagamos juntos el gran viaje de seres físicos a virtuales, y demos ya el salto en la creación de mundos materiales a inmateriales.

El principal freno para habitar el VIRTUCENO y convertirnos en creadores de riqueza revolucionaria, está en nosotros mismos, debido a que somos reacios a cambiar de vida, atrapados en nuestra zona de confort, animales de costumbres, refractarios al cambio, hijos de un sistema educativo arcaico que ha cercenado nuestras capacidades creativas, innovadoras, emprendedoras y de liderazgo, faltos de habilidades para descubrir oportunidades. Somos perezosos para dar el salto de lo viejo a lo nuevo, nos aferramos a lo conocido y nos movemos por inercias, preferimos seguir rutinas convertidas en hábitos nefastos, hasta que, de manera abrupta, aparece una circunstancia que nos golpea y nos obliga a cambiar por las bravas.

La revolución que vivimos en el mundo del trabajo, la educación, el ocio, el comercio o la atención médica, es imparable. Ahora estamos construyendo réplicas virtuales de todas ellas, a medida que comenzamos a trabajar en esos espacios sin lugares. Y todo ello modifica nuestra relación con el mundo y con los demás: médico/paciente, vendedor/comprador, empleador/empleado, profesor/estudiante; una presencia que irá saltando de la pantalla a otros entornos y nos aportará experiencias mucho más impactantes e inmersivas que involucrarán a nuestros cinco sentidos. La realidad aumentada, la inteligencia artificial, el internet de las cosas y la robótica, nos están creando entornos en los que nos costará discernir si estamos ante una experiencia física o virtual.

Al igual que la medicina del VIRTUCENO se está gestando ya, y podemos comprobar como nos relacionamos con nuestro médico para hacer una consulta por videoconferencia sin necesidad de desplazarnos, y como ese proceso va a converger con el avance de proyectos como el supercomputador Watson, una inteligencia artificial que revolucionará los servicios médicos, creando entornos virtuales donde entrarán en juego todo tipo de sensores para monitorizar nuestras constantes vitales, comunicación a través de hologramas y otras dimensiones virtuales que irán reduciendo progresivamente la interacción física médico/paciente. De la misma manera que en la salud, la progresión del mundo virtual irá avanzando en todos los ámbitos de la vida.

Nos estamos convirtiendo en viajeros que no se mueven, nos hacemos presentes en sitios sin desplazarnos y recorremos distancias sin invertir tiempo. Y sin embargo nuestra productividad y potencial de generar bienes y servicios se dispara. Nuevas industrias y economías hacen su aparición (economía de la experiencia, industria 4.0), generando productos y servicios personalizados en forma de experiencias que involucran todos nuestros sentidos, cargadas de realismo y efectos especiales.

Solamente la mudanza de las actividades del mundo físico al virtual nos van a generar un volumen de trabajo descomunal. Y no digamos la ocupación del universo virtual, que es mucho más grande que el físico, donde las “fábricas” y las actividades para producir bienes y servicios son mucho más poderosas  que las industrias convencionales.

El VIRTUCENO no solo tiene implicaciones antropológicas, sino también estratigráficas (geológicas), al generar un impacto positivo sobre la fisonomía del planeta. A diferencia del Antropoceno en el que arrasamos su superficie (inundando espacios, secando otros, construyendo ciudades, extrayendo minerales e hidrocarburos, alterando la composición química de la atmósfera, destruyendo ecosistemas naturales, aniquilando especies, arañando la superficie con una tupida red de vías de asfalto y hierro…), la esperanza del VIRTUOCENO está en que podamos comenzar a revertir poco a poco esos daños, al trasladar paulatinamente la producción de bienes y servicios al ciberespacio, no con materiales abrasivos, sino con ceros y unos.

La llegada del VIRTUCENO no significa la superación del Antropoceno, más bien se trata de un solapamiento de ambas eras. El VIRTUCENO solo nos ha mostrado la punta del iceberg, la parte más grande está por venir, un tránsito en el que vamos a migrar todas nuestras creaciones, trabajos, deportes, servicios… en definitiva, todosnuestros mundos, para que tomen acomodo en la nueva realidad, a la vez que creamos otros, pues los nichos para crear valor en el VIRTUCENO son enormemente más grandes que los de la naturaleza física. 

El VIRTUCENO se caracteriza por una alteración de la escala espacio temporal, trasladándonos a un espacio sin lugares y a un tiempo maleable y expandido que podemos estirar a nuestro antojo. Pero para hacer este viaje necesitamos un cambio de paradigma y esquemas mentales que nos ayuden a pasar de seres analógicos de banda estrecha a seres digitales de banda ancha. Estamos creando nuevos mundos y para habitarlos tenemos que transformarnos en nuevos seres, en seres preparados para sacar todo el partido al VIRTUCENO.

¿Quién quiere trasladarse a vivir al VIRTUCENO? Muchos ya están dando el paso, aquí, está casi todo por hacer, hay mucho trabajo, aunque muy pocos empleos.

Adelante!!!

Si quieres conocer un poco más sobre la era del VIRTUCENO y sus características:

Evolucionamos desde Homo sapiens a homo cuanticus.

El futuro ya ha llegado y no nos hemos enterado.

Vamos a la desmaterialización de nuestros cuerpos.

La mayor parte de la humanidad trabajará en la Cuarta dimensión.

Evolucionamos a un mundo de gigantes tecnológicos y consumidores zombies.

Acabamos de inaugurar la era del VIRTUCENO.

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