La propia dinámica del capitalismo y la globalización están arrasando con sectores enteros, llevando a la crisis a actividades tradicionales como el pequeño comercio, el taxi o la agricultura y la ganadería, al quedar sometidas y expuestas a las reglas salvajes de la oferta y la demanda.
Todos estos factores vienen a profundizar aún más en los problemas que arrastra el mundo rural, cuyo abordaje es muy complejo porque afecta a las propias reglas de juego del sistema capitalista, y más aún cuando la producción de alimentos y su control se han convertido en un valor especulativo de los grandes fondos de inversión.
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