Innovación suena a palabra grande.
Y a palabra lejana, más propia de un mundo ultra tecnológico, lleno de máquinas, circuitos y complicados procesos de investigación desarrollados por unos pocos profesionales de élite.
Vamos, nada que ver con la mayoría de nosotros y nosotras. ¿O sí?
Hoy escribimos este artículo para demostraros que este planteamiento con el que arrancamos es totalmente falso. Veremos cómo, con 3 pequeñas prácticas, podemos incorporar la innovación a nuestra vida cotidiana.
Os lo prometo.