Nuestra vida personal y social se ha convertido en una especie de mesa de billar donde golpeamos y somos golpeados permanentemente por las excusas, a las que hemos elevado a categoría de normalidad, hasta convertirlas en un hábito nocivo en nuestras relaciones y prácticas sociales. ¿De dónde vienen las excusas? ¿Qué efectos producen? ¿Cómo gestionarlas?
La moneda más corriente en las transacciones sociales es la excusa, realmente la excusa funciona como una moneda falsa, alguien nos paga con ella y automáticamente se la endosamos a otro. El gran problema es que las operaciones realizadas no producen valor, y por contra, generan un alto nivel de desconfianza.
La excusa es prima hermana de la irresponsabilidad, pensamos que se produce y vive en el otro, cuando anida en lo más profundo de mi ser, en mi propia historia. Por eso, si quiero limpiar de excusas mi organización tengo que empezar por mí.
El origen de las excusas está en mis creencias limitantes.
Como seres humanos individuales hemos crecido en torno a creencias que nos abren o cierran posibilidades para impactar en el mundo. Si vives con pensamientos limitantes tu vida estará encerrada en sus límites, aunque siempre puedes liberarte de ellos.
Las creencias se asientan sobre los juicios que nos hacemos sobre el mundo, no en afirmaciones (ya sabes que los juicios son interpretaciones). Los pensamientos se retroalimentan, si construyes tu pensamiento en torno a juicios negativos, tu ser será de ese signo, y como un imán irás atrayendo más pensamientos negativos, personas negativas, situaciones negativas… No es magia negra, es una ley universal infalible (atraemos lo que somos).
Producimos juicios de manera automática , y esos juicios están unidos a una cultura, a una corriente de pensamiento, a una forma enlatada de entender las cosas (hábitos interpretativos): no valgo para esto … no soy guapo, simpático, listo, hábil … así es mi familia … así han sido y serán las cosas… Tu acción no puede estar fundada en los juicios automáticos, sino en afirmaciones (cambia los juicios por las afirmaciones).
Yo soy así.
Es la frase que más daño ha infringido al ser humano a lo largo de la historia, y está en la base cultural de las creencias limitantes. Este mantra tiene sus raíces en la tradición filosófica occidental (metafísica), que desde su origen en el siglo V a d Cristo, arraiga en el pensamiento de Parménides y posteriormente extiende su influencia sobre Sócrates, Platón, Aristóteles, la Escolástica y el resto de las grandes corrientes filosóficas. Se trata del entendimiento del ser humano como realidad fija, eterna e inmutable. Sólo en el seno de ese ponzoñoso cubil pueden prosperar las creencias limitantes. «Yo soy así» y sus derivas («las cosas son así» «el mundo es así» «es el destino»…); son el fundamento falso para justificar las excusas.
Las auto-excusas.
Cuando el software malicioso del «yo soy así» está instalado en el cerebro, las excusas comienzan a multiplicarse plácidamente en el paraíso de tu mente, y con ellas la pereza, la resignación, el resentimiento, el miedo… Justo los principales enemigos que tienes que enfrentar para vivir una vida plena, esos que te dicen al oído:
- Todavía no es el momento …
- Hoy no … Mañana…
-
Es muy difícil ….
-
Es muy arriesgado ….
-
Me va a llevar mucho tiempo ….
-
Qué dirá mi familia, qué dirá la gente …
-
No me lo merezco …
-
No me lo puedo permitir …
-
Nadie me va a ayudar …
-
Nadie lo ha conseguido …
-
No soy fuerte …
-
No soy listo …
-
Soy muy viejo … Soy muy joven …
-
No está permitido …
-
Estoy muy ocupado …
-
Me da miedo …
-
No tengo suerte …
….Y otros cientos de excusas que me pongo cada día para posponer lo importante de la vida.
Las excusas crean un estilo de hablar genuino e improductivo: código restringido.
La pobreza en el mundo entendida como las personas que en su acción crean pobreza material y espiritual, está relacionada con la concepción metafísica y el determinismo del ser, que engendra las excusas, y se manifiesta en el código restringido que definió Bernstein, un estilo de hablar improductivo que destruye las relaciones y las posibilidades de colaboración y cooperación: «la culpa de lo que me pasa a mí es de los otros», «a lo mejor», «es que», «por ahí andan diciendo»… Y claro, el límite de mis palabras acaba definiendo las fronteras de mis posibilidades.
La forma de hablar dominante pone al descubierto todas nuestras vergüenzas (juicios negativos, excusas), todo ello crea un patrón emocional negativo en la sociedad (resignación, resentimiento), una sociedad instalada en la inacción y la queja. Donde todos sabemos que por lo general no nos podemos tomar en serio, y como consecuencia, la desconfianza se hace presente en las organizaciones y las relaciones personales (intrapersonales y transpersonales).
Romper el círculo vicioso de las excusas.
Romper con las excusas es un movimiento que se ha de iniciar en el interior del ser, y para ello es necesario tener un fin in mente, un deseo, descubrir una pasión y cultivarla. «Donde no hay visión la gente perece» (Biblia, Proverbios 29:18).
Neutralizar las excusas nos convoca a trabajar desde la base de los 6 Dominios (escuchar, declarar, afirmar, enjuiciar, pedir, prometer); y los 9 Niveles de excelencia: dirección, relaciones internas, relaciones externas, trabajo, aprendizaje, renovación, emocionalidad, planificación y evaluación.
Para desterrar las excusas necesito creer firmemente en algo, luego querer hacerlo con todas las fuerzas, aprender y hacerlo … Yo voy a ser responsable, a convertir mi pasión en el centro de mi vida. Sólo así, sumido en lo divino, donde el tiempo se diluye en el espacio, se cierra el paso a las excusas.
«Cuando un hombre está dispuesto y afanoso, Dios se le une» (Esquilo).
El tiempo para hacer las cosas es el ahora, en el lugar que estás, con las personas que tienes y atrayendo a otras que están en tu onda, poniendo en juego los recursos que te rodean (recursividad). El sentido de la inmediatez, hagámoslo ahora mismo, disfrutemos con ello, elaboremos la visión y construyámosla, ya habrá tiempo para perfeccionarla … Este movimiento nos impulsa a desarrollar a otros, a crear un espacio emocional expansivo, a construir juntos un legado … A matar las excusas.
«El entusiasmo vence las excusas». (WW Dyer).
Desterrar las excusas de la organización.
En la misma medida que las excusas destruyen al individuo, lo hacen con la organización. Cuando no hay visión compartida ni sentido del propósito y el legado; la gente se escaquea y busca justificaciones. Podemos darnos normas y suavizar el problema, pero si queremos crear de verdad una organización libre de excusas debemos construir un deseo compartido plasmado en una visión y una misión.
No fallamos a nuestras pasiones, a las personas que queremos, a nuestros intereses y compromisos, a las cosas que consideramos importantes. Por eso, cuando fallo a alguien enmascarando mi incumplimiento con una excusa, esa persona está recibiendo un mensaje claro e inequívoco de que no es importante para mí. Sin embargo, el perjuicio que estoy creando en ella no es comparable con el roto que estoy haciendo en mi marca personal.
Las excusas son un síntoma de irresponsabilidad e incompetencia, de que no nos tomamos en serio. Una indubitable seña de decadencia.
Llegar tarde, faltar a la cita, eludir una responsabilidad e inventar una buena excusa, es una actitud que nos está destruyendo a todos. Imagina las consecuencias que tendría en el fenómeno del fútbol si se comenzaran a tolerar las excusas: el árbitro llega media hora tarde porque ha perdido el autobús, los jugadores llegan dos horas después porque olvidaron la equipación… ¿Qué pasaría con el fútbol? Seguro que algo parecido a lo que está pasando con tu organización (pérdida de interés, clientes, depreciación de la marca, desconfianza…).
Ahora te pido que observes los círculos viciosos de excusas de los que formas parte ¿qué pasa en tu organización cuando se convoca una reunión y las personas no son puntuales, cuando no se entrega a tiempo, cuando no se respetan las normas que nos hemos dado…? Podrás comprobar la cantidad de energía que consumen, los juicios negativos que producen, los conflictos que desencadenan, la desconfianza que instalan … Ahora imagina toda esa energía canalizada hacia la producción de valor en torno a un deseo compartido.
Cómo gestionar las excusas.
Toda efectividad humana se basa en la ejecución correcta del ciclo de trabajo. Siguiendo a Fernando Flores, el flujo de trabajo comienza por pedir de forma correcta (una persona pide a otra que haga algo por ella), a continuación, ambas negocian las condiciones de satisfacción del pedido (tiempo de entrega, cantidad, calidad …). Quien acepta el pedido ha de cumplir en tiempo y forma lo pactado. Si el realizador no cumple, debe asumir por entero su responsabilidad y hacerse cargo de resarcir a la otra parte por los perjuicios causados. Sólo así podremos restituir la confianza y salvaguardar nuestra identidad.
En una organización, como norma de calidad, ante un incumplimiento, nunca, absolutamente nunca, se puede aceptar una excusa, ni por parte de la persona incumplidora, ni por la receptora. Basta con consensuar entre todos que no se admitirá nunca una excusa, si a lo que aspiras es a construir una organización excelente.
¿Entonces qué ocurre cuando surge un imprevisto o un accidente? Sólo como recurso extremo, podemos hacer uso de la figura de la renegociación. Es decir, antes de que se cumpla la fecha pactada, comunicar el accidente que imposibilita la entrega del pedido, estableciendo un nuevo acuerdo con la otra parte. Si la renegociación pasa a ser un recurso habitual se convierte en una forma más de excusa.
Patrón conversacional para gestionar una excusa.
«He incumplido contigo … Por favor te pido que me digas cómo podría resarcirte por mi incumplimiento».
«Has incumplido conmigo … Te pido que hagas esto… Para resarcirme de tu incumplimiento».
Luego, si quieres, podrás añadir: «lo siento mucho», «perdona», «no quise», «no volverá a ocurrir»… Pero, sólo después de reconocer el incumplimiento, asumir consecuencias y producir las acciones que reparen el perjuicio.
Patrón conversacional para gestionar una renegociación.
«Ha habido un problema ajeno a mí que impide que te entregue el pedido bajo las condiciones pactadas … Te pido por favor que renegociemos las condiciones».
La petición de una renegociación cumplido el plazo de entrega es peor aún que una excusa.
Crear una organización libre de excusas es fundamental para reconstruir la confianza, es una tarea inaplazable (aunque sabemos que implica un trabajo sobre los 6 Dominios y los 9 Niveles de excelencia). Por ello, es necesario convocar a sus miembros, poner de manifiesto la magnitud del problema, visualizar los errores que se están cometiendo, sus consecuencias, y consensuar unas normas para erradicarlas.
Las excusas son la peste del siglo XXI, nos despojan de las emociones positivas, paralizan la acción y el progreso, envenenan las relaciones, devalúan la palabra, instalan el cinismo, nos someten a una deriva de minoría de edad … Y nos conducen a un estado global de desconfianza que frena en seco nuestro potencial de creatividad, innovación, emprendimiento y liderazgo.
Las excusas son el indicador para evaluar el nivel de salud y confiabilidad de una persona u organización (- excusas = + confianza).
Las excusas son el subterfugio de los incompetentes. Pon en cuarentena tus excusas, declara tu organización libre de excusas.
Tú puedes hacerlo.
Adelante !!!
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