Un nuevo enfoque para producir líderes que desarrollen sus comunidades y países.

No hagas proyectos para cambiar el mundo, desarrolla a las personas que van a cambiar el mundo. Haz que las personas y organizaciones con las que trabajas se conviertan en líderes, es la manera más rentable para su crecimiento y el de sus comunidades. A continuación vamos a ofrecerte una nueva mirada para generar procesos de desarrollo y políticas públicas basadas en la reproducción de líderes y emprendedores.

Hay dos tipos de inversiones para generar un proceso de desarrollo: invertir en cosas e invertir en personas. Cuando inviertes en personas hay tres categorías: invertir en el desarrollo de personas que producen cosas (formar profesionales y trabajadores), invertir en el desarrollo de personas que crean riqueza (emprendedores), e invertir en la producción de líderes para que generen riqueza revolucionaria.

Por eso, si quieres mejorar parcialmente la vida de tu comunidad, haz una inversión material o lleva a cabo un proyecto. Si buscas impulsar un proceso de desarrollo sostenido, produce personas emprendedoras. Si pretendes un desarrollo duradero que transforme la vida de la comunidad, reproduce líderes comprometidos que se hagan cargo del futuro de la gente.

Hay quienes piensan que la transformación del mundo ocurre levantando proyectos con ladrillos, acero y hormigón; otros van más allá y ponen énfasis en edificar personas emprendedoras que puedan crear valor; y otros van mucho más allá y se empeñan en reproducir líderes para que desarrollen sus comunidades. Los primeros piensan que el valor se crea con cosas, los segundos comprenden la importancia de las personas emprendedoras y los últimos entienden el sentido de hacer una diferencia, producir una transformación duradera y dejar un legado.

Pero por encima de todo, necesitamos una sociedad madura que entienda esto de una puñetera vez, y una nueva generación de gobernantes que actúe en consecuencia.

Si queremos avanzar como sociedad, tenemos que poner los bueyes delante del carro.

Y para eso, primero necesitamos muchos líderes en acción que coordinen y se hagan cargo de los desafíos colectivos, emprendedores que dinamicen la vida económica y social,  e inversiones materiales que apalanquen el proceso. Y si no hay líderes ni emprendedores, tenemos que producirlos.

Aunque en ocasiones, una gran inversión puede atraer emprendedores y generar actividad, el capital por sí solo no garantiza la creación de riqueza. Lo comprobamos cada día cuando vemos aeropuertos sin aviones, trenes sin pasajeros, autopistas sin automóviles, polígonos industriales sin empresas, palacios de congresos sin eventos, centros comerciales cerrados, edificios públicos sin uso… Desde hace tiempo nos hemos acostumbrado a hacer las cosas al revés, construyendo la casa por el tejado, porque hacer cosas materiales es mucho más fácil, al final mola más hacerse la foto y se corre menos peligro de ser sometido al escarnio público.

Cuando en una comunidad hay personas emprendedoras y líderes, éstas generan por sí mismas las condiciones para el desarrollo material (lo que no quiere decir que no sean necesarias las inversiones públicas), creando sociedades ricas y dinámicas. Y si no, miren ustedes como desde el liderazgo y el emprendimiento se han convertido desiertos en vergeles, se han creado ciudades en medio de la nada o se ha generado prosperidad en países con escasos recursos naturales; de la misma manera que con su ausencia, los vergeles se convierten en eriales o  los lugares con muchas riquezas naturales en zonas subdesarrolladas y deprimidas.

Y esta realidad la vemos cada día en los países que basan su riqueza en una materia prima o recursos finitos y no son capaces de invertir en una educación transformadora para desarrollar su capital humano, ni en una cultura propicia para el emprendimiento y el liderazgo; todos ellos tienen sus días de rosas contados. Si en una comunidad sin personas líderes y emprendedoras inyectamos grandes inversiones, la bonanza durará lo que duren las inversiones, cuando éstas decaigan, se volverá a las condiciones de vida anteriores, lo mismo que ocurre cuando alguien sin visión recibe una herencia inesperada o un premio de la lotería.

Un cambio de paradigma en el diseño de las políticas públicas.

Lo más fácil del mundo es emplear los recursos públicos en hacer obras, infraestructuras y edificios, sin pensar en su uso futuro ni en los costes de mantenimiento, sin generar una cantera de personas emprendedoras capaces de crear valor, pensando que éstas surgirán por generación espontánea; tarea que se puede hacer en poco tiempo. Un poco más difícil es desarrollar personas emprendedoras, esto precisa de un proceso más largo (5-10 años) y es más rentable. Mucho más complejo es entrenar y desarrollar líderes, además emplea más tiempo (10-20 años), pero es la inversión más rentable del mundo.

El problema para producir personas líderes y emprendedoras radica en que el sistema está mal diseñado y hay pocos políticos que tengan liderazgo para plantear proyectos a largo plazo, máxime aún cuando la recompensa del esfuerzo realizado no se cosecha en cuatro años. Por eso no se impulsa una educación transformadora ni se apuesta por proyectos con sentido de estado. Se piensa en la próxima inauguración, en las próximas elecciones, pero no en el desarrollo del país ni en las futuras generaciones.

En cierta ocasión, en un proyecto de 6 meses de duración para impulsar el emprendimiento, un funcionario atolondrado me instó a cuantificar con precisión el número de personas emprendedoras y empresas que se iban a crear, como requisito indispensable para la puesta en marcha del mismo. Ante su insistencia le respondí que en esos tiempos no se podía producir una persona emprendedora, ni engendrar un proyecto empresarial (a no ser que las personas que iban a participar ya fueran emprendedoras de antemano y tuvieran madurado su proyecto empresarial con anterioridad, en cuyo caso no tendría ningún sentido llevar a cabo el proyecto), igual que no se puede formar a un cirujano en un mes o a un piloto con 10 clases prácticas, porque aprender a emprender es muy complejo y lleva años, y aprender a liderar mucho más.

Y para ilustrarselo mejor le conté algo que cualquier padre o madre entendemos a la perfección: “mire usted, yo tengo dos hijas de 18 y 20 años. Imagínese que ahora a mis hijas les dijera: lleváis 15 y 18 años estudiando, decidme, además de los resultados académicos, qué resultados profesionales y laborales habéis logrado…” A continuación le dije que con esa lógica, dejaría de invertir en la educación de mis hijas si desconociera que para una buena formación que abra a un futuro profesional esperanzador, es posible que tuviera que seguir invirtiendo en su formación 6 o 7 años más, porque edificar personas precisa de sentido común, conocimiento de los tiempos y procesos, entrenamiento y sensibilidad. Y que si invertir en la educación de los hijos es una tarea que puede requerir 25 años para cosechar los resultados en 30, cómo se van a desarrollar procesos más complejos aún en 6 meses. ¿Nos hemos vuelto locos o es que nuestro grado de incompetencia es irreversible?

Al final no me entendió nada, porque su mente era burocrática, cuadriculada y acartonada. Lo que me preocupa de la anécdota es que lo que podría parecer la excepción de un incompetente se convierta en regla. 

Vivimos en un modelo burocrático en el que ponemos los bueyes detrás del carro y empezamos la casa por el tejado en las cosas que hacemos,todo ello apelando al buen gobierno y a un sistema garantista. Y lo peor de todo es que los gobernantes que tienen voluntad de transformar la realidad y hacer cambios en el sistema para corregir estas aberraciones, terminan quemados y acorralados por los mediocres y los guardianes de un orden de cosas que nos está destrozando y lastrando nuestro potencial de desarrollo.

Otra manera de hacer las cosas. Desarrollar primero a los emprendedores y líderes, y en paralelo crear las condiciones materiales.

Cuando desde nuestro equipo trabajamos con otras organizaciones, el primer objetivo que nos marcamos es el desarrollo de las personas de la propia organización como emprendedoras y líderes. Y todo ello desde un aprendizaje invisible.

Parafraseando a Freire, nosotros no hacemos proyectos para cambiar el mundo, desarrollamos a las personas que van a cambiar el mundo mientras trabajamos con ellas en sus proyectos. Nuestro objetivo es convertir en líderes a las personas con las que trabajamos. Nuestro compromiso es el crecimiento de sus organizaciones. El instrumento para lograrlo son los proyectos en los que colaboramos (proyectos tecnológicos, educativos, desarrollo local, creación de empresa, reto demográfico…).
Y lo mejor de todo es que esto funciona, porque muchas personas y organizaciones que forman parte de nuestra red de alianzas, ya han alcanzado el desempeño para ser líderes destacadas en diferentes ámbitos y disciplinas. A emprender y liderar aprenden haciendo, sin que nos paguen por ello, desde el desarrollo de prácticas transformadoras asociadas a su actividad diaria.

Cuando iniciamos un proyecto con una organización, la primera invitación que hacemos a la persona que dirige la organización es: tenemos el compromiso de hacer de ti un/una líder mientras colaboramos contigo en el desarrollo de tu proyecto. No es una invitación para aprender a navegar, se trata de crear espíritu marinero, desarrollando personas que puedan hacer crecer sus organizaciones, capaces de movilizar recursos y procesos, producir transformaciones culturales, cultivar nuevas prácticas, crear valor y relevancia, orquestar la mente de sus aliados y clientes, descubrir e inventar nuevas posibilidades, generando visiones poderosas, promesas significativas, ofertas valiosas, declaraciones transformadoras, dirección, sentido, criterio, enfoque, gestión emocional, planeación y planificación flexible…

Y todo esto no ocurre como una formación teórica, sino como parte de un proceso invisible asociado al trabajo, a la realización de sus proyectos, que es por lo que nos pagan. Detrás de todo el trabajo hay una tarea metódica para que los que dirigen la organización produzcan una transformación cultural duradera en sus equipos.

Nos gusta desarrollar personas líderes y emprendedoras, porque es la tarea más apasionante y rentable del mundo, aunque su cultivo es de ciclo lento, precisa de dedicación y paciencia.

Una estrategia para producir líderes en masa.

Se puede aprender a liderar, igual que se puede aprender cualquier otra habilidad y desempeño. Y además su aprendizaje es más efectivo cuando se diseña ad hoc, desde una estrategia de formación masiva (formar a muchos líderes a la vez mientras desarrollan sus proyectos).

Cuando formamos de manera simultánea a cientos de líderes a la vez de un mismo país o de varios países, es necesario contar con una serie de líderes de referencia que participen en el proceso (solo un líder puede levantar a otro líder). Si queremos formar a líderes de nivel 7, es necesario que tengamos líderes comprometidos en el proceso de nivel 10.En todo este proceso rige la ley del crecimiento (http://juancarloscasco.emprendedorex.com/la-ley-del-crecimiento-pensar-en-grande-lo-cambia-todo/).

Y para hacerlo se necesita un proceso aplicado y una labor de mentorización.Todo ello desde una articulación piramidal apoyada por acciones presenciales, on-line y MOOC.

¿Quieres formar parte de este gran proyecto?

Adelante!!!

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