Esperanza radical en un mundo liderado por la juventud y las mujeres. Ellas reescribirán la historia.

El mundo se encuentra en una encrucijada histórica frente a desafíos descomunales, como la crisis climática, las desigualdades, los grandes desplazamientos y migraciones, los conflictos bélicos y el terrorismo o la amenaza de las pandemias.

Igual que en otras épocas en las que el sistema colapsó y comenzó a cundir el pesimismo para hacer frente a los problemas del momento desde un modelo de liderazgo político e institucional agotado, siempre surge el vigor de la juventud para reescribir y reencauzar la historia por nuevos derroteros. ¿Cómo lo harán? No lo sabemos, pero en los próximos años surgirán movimientos que cambiarán el mundo, y esos fenómenos nos traerán una nueva realidad, una vida mejor y un modelo superador del actual, ya desgastado.

Empoderar a los jóvenes para que tomen el control.

¿Cuál sería la actitud que deberíamos tener los que somos más viejos? Considero que lo más ético y productivo sería cederles el testigo y ponernos a trabajar con ellos desde la retaguardia, reconociendo francamente que nuestras ideas se han agotado y a ellos les corresponde coger el timón.

Es mucho el trabajo que les espera, tendrán que rediseñar la economía (entre otras cosas para que puedan pagar la deuda pública que les hemos endosado, evitar la quiebra del estado del bienestar, los mecanismos de protección social o pagar nuestras pensiones), inventar las actividades productivas de la Cuarta y Quinta Revolución Industrial o crear un sistema de producir basado en la sostenibilidad.

Con poco que los viejos cedamos por nuestra parte, la juventud actual asumirá el desafío y nos sorprenderá, porque en los jóvenes hay más nobleza, empuje, talento y potencial del que pensamos. La clave está en dar cancha, propiciar que los jóvenes “rasquen bola”, crear entornos propicios y animar a que se atrevan.

El mayor escollo que veo para que esto se produzca está en la presencia de fenómenos nuevos que no estaban presentes en otras épocas, como ciertas tecnologías disruptivas (bigdata, algoritmos, inteligencia artificial), con un poder descomunal para ejercer el control y crear futuros al servicio de grandes compañías en el mundo, Gigantes tecnológicos como Google, Amazon o Apple. Por eso tenemos que empoderar a los jóvenes. Si ellos no asumen que tienen que transformar el mundo, otros lo harán, de hecho ya lo están haciendo por ellos.

Otra de las barreras es la preeminencia que las viejas generaciones hemos dado al conocimiento y la experiencia en un mundo cuyos rasgos son la acción y la innovación. En estos momentos la experiencia puede ser un lastre, por ser un prescriptor que nos dice que tenemos que construir el futuro con los patrones del pasado, y eso nos puede llevar a cometer los errores actuales por duplicado. Si queremos un futuro diferente no podemos hacer las mismas cosas que hicimos en el pasado. Como decía Einstein, “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

Si pretendemos ayudar de verdad: quitémonos de en medio, no estorbemos, pongamos nuestra experiencia y conocimiento a su servicio, admitiendo que las cosas las tienen que hacer a su estilo, removamos obstáculos administrativos, proporcionemos un nuevo ecosistema para que puedan crecer y desmantelemos el actual sistema educativo para hacerlo posible.

Propiciar el liderazgo de las mujeres en todos los ámbitos de la vida.

La mayor parte de los conflictos del presente y el pasado han sido creados por los hombres, por hombres adultos, hombres con grandes convicciones y conocimientos, que en muchos casos nos han traído credos, patrias, nacionalismos y quimeras, fundamentalismos, depredación, consumo abusivo de recursos, desunión, desigualdades… hombres “hechos y derechos” con apariencia cabal que han tomado decisiones terribles, desencadenado guerras, matanzas, desplazamientos y migraciones, hambrunas, crisis naturales, destrucción.

Y todo esto no es una generalización, hay hombres muy buenos, mujeres muy malas, viejos con mentalidad muy joven y jóvenes muy viejos y mediocres. Pero nuestro mundo ha sido un mundo donde el poder ha estado ejercido mayoritariamente por hombres en casi todos los dominios de la vida, y las consecuencias de ello están a la vista de todos. ¡Echémonos a temblar si siguen gobernando el planeta!

Las mujeres en todo el mundo se han tenido que hacer cargo y gestionar las nefastas consecuencias de las decisiones y actos de los hombres. Y gracias a ellas, situaciones extremadamente adversas y hostiles, han podido ser reconducidas y superadas. Ellas han sabido reparar las heridas de las guerras y conflictos, gestionar recursos escasos y darnos lecciones de resiliencia y templanza.

Limar asperezas, convocar a la cordura, superar situaciones encontradas, generar consensos, abordar los problemas desde la sensibilidad hacia las otras personas, sentido de la justicia… son valores mucho más arraigados en las mujeres del mundo, por no hablar del coraje, la determinación y la voluntad. Para verificar esto,  cada cual puede recurrir a su capacidad analítica, su experiencia diaria, estudiar historia o mirarse en su pasado, su entorno y familia.

Particularmente he tenido la suerte de conocer a mujeres de mi familia y mi pueblo que sobrevivieron a una guerra civil, así como elaborar trabajos de historia basados en la reconstrucción oral en los que he entrevistado a cientos mujeres, ellas han inspirado mi vida, de ellas he recibido las mejores lecciones y aspiro algún día estar a su altura. También he podido viajar y conocer la vida, la cultura y las historias de mujeres de otros países. Y en ellas he reconocido siempre el mayor activo para el futuro de las comunidades en las que vivían.

No tengo ninguna duda de que un mundo gobernado por mujeres sería un mundo mucho mejor. Cuando hay que resolver un conflicto o enfrentar una situación complicada, me siento mucho más seguro con ellas, en cualquier circunstancia de la vida. Su capacidad de escucha, empatía, respeto, compromiso, conciliación, confianza, gestión de recursos escasos, fortaleza emocional… es muy superior. Un conjunto de capacidades y competencias que son claves para movernos en un mundo incierto y cambiante.

Ha llegado el momento de los jóvenes y las mujeres. Todas las generaciones piensan que se encuentran ante los mayores desafíos de la historia. La creencia dominante de que cualquier tiempo pasado fue mejor y que los jóvenes del momento no están a la altura. Por duros que sean los tiempos, siempre los jóvenes terminan por voltear la situación y conducir a la sociedad a una nueva realidad imprevista y superadora. Y esta generación no será menos, también nos sorprenderá a todos. Yo al menos tengo una confianza y una fe ciega en ella porque veo que son mucho mejores que yo.

Y de otro lado están las mujeres, preparadas para dar el salto definitivo a la cancha de juego. ¿Tendrán la decisión para asaltar el poder? Está por ver si asumirán el reto.

El otrora sacrosanto valor de la experiencia ha caducado, ya no sirve porque de nada vale hacer las cosas como antes en un mundo que necesita grandes dosis de creatividad, emprendimiento y liderazgo.

Las nuevas generaciones han reescrito y transformado la historia cuando parecía que todo estaba perdido. Las mujeres han sido el salvavidas que nos ha permitido recuperarnos de las grandes crisis que han provocado los hombres. Esto ha sido una constante de la especie humana a lo largo de la historia, y es altamente improbable que este momento vaya a ser una excepción a la regla. 

Pasemos el testigo a la juventud y las mujeres, es un acto de esperanza radical. El mundo será mejor y nuestra vida será mejor vida.

No esperéis a que el poder os sea cedido, arrebatadlo y ejercedlo.

Adelante!!!

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