El futuro del mundo rural pasa por convertirse en Territorio Inteligente (Smart Rural).

PRIMERA PARTE.

El último tren para el desarrollo rural, ahora o nunca.

La digitalización se ha convertido en una necesidad y una aliada para la lucha contra el despoblamiento y el desarrollo rural, de ahí que los municipios (SMART 21) y los territorios rurales (SMART VILLAGES), siguiendo la senda iniciada por las ciudades (SMART CITIES), están desarrollando sus propias estrategias para incorporarse de lleno a la Cuarta Revolución Industrial desde la modernización del conjunto de sus sectores y actividades para estar en la vanguardia del desarrollo tecnológico evitando la dependencia colonial de las ciudades. En estos momentos, el medio rural tiene la oportunidad de ser protagonista de su propio destino, subiéndose al tren del progreso, pero no en uno de sus vagones, sino en la locomotora.

El mundo rural, inmerso en un proceso civilizatorio global de rasgos urbanos que concentra a las personas en megalópolis, se juega la partida de su futuro ahora. Estamos ante una encrucijada que nos abre esperanzas ante la posibilidad de abordar la tecnologización total de sus entornos y actividades, favorecida por la crisis del coronavirus, el riego de los fondos NexGeneration y resto de la artillería financiera en los próximos 4 o 5 años. Los territorios que aprovechen esta coyuntura pueden dar un gran salto adelante,  un futuro esperanzador, mientras que el resto pueden quedar rezagados definitivamente y en riesgo de fosilización.

Dinamizar el conjunto de sectores y actividades del territorio rural.

Diseñar y llevar a cabo una estrategia SMART supone para un territorio rural  un salto cualitativo para la dinamización del conjunto de sus recursos, actores y relaciones entre ellos y con otros del exterior, facilitando el bienestar ciudadano, el fortalecimiento de la identidad y sentido de pertenencia, la mejora de la gobernanza para alcanzar acuerdos, la participación ciudadana, la coordinación entre administraciones, la eficiencia de los servicios públicos, la valorización de los recursos, la apertura y acceso a nuevos mercados, la gestión medioambiental eficiente, la innovación territorial, la mejora en la calidad de vida ciudadana, el poder competir en un contexto globalizado, la generación de nuevos recursos al convertir los datos, la información y el conocimiento en capital, el uso adecuado de las TIC, la especialización inteligente de la economía, el turismo inteligente con todo tipo de aplicaciones, la telemedicina (teleconsulta, telediagnóstico, asistencia personalizada), la movilidad inteligente, la gobernanza inteligente (administración electrónica), gestión inteligente del entorno público y los servicios  (alumbrado, gestión del agua), gestión inteligente del entorno natural (lucha contra incendios, custodia del territorio),sector agrario y agroindustria inteligente (agricultura de precisión), etc.

Se trata en definitiva de aplicar las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial al mundo rural (big data, inteligencia artificial, internet de las cosas, blockchain, realidad aumentada, fabricación aditiva…).

No solo las ciudades están llamadas a liderar la tecnología. Ciudades inteligentes, aldeas inteligentes y territorios inteligentes.

Desde el paradigma del desarrollismo urbano y el mito de la ciudad se generaron una serie de inercias que convertían a las zonas rurales en subsidiarias y dependientes de la transferencia tecnológica de las ciudades. El gran desafío del territorio rural es jugar de igual a igual con las ciudades en el uso y aplicación de las tecnologías digitales y la industria 4.0, para lo cual sus actores necesitan diseñar una estrategia compartida en torno a una visión ambiciosa de futuro sustentada en la participación de sus actores.

Para que el mundo rural adopte un papel relevante de futuro, más allá de la conservación del medio y preservación de los recursos, la producción de alimentos sanos y saludables, y espacio de recreo, ha de asumir el salto a la digitalización de todas sus realidades como un jugador cualificado más que reivindica su derecho a jugar la partida y exige sentarse a la mesa en una relación de igual a igual. Una decisión que va mucho más allá de asumir un rol por parte de sus actores como meros usuarios pasivos de las tecnologías, unas tecnologías que suelen llegar tarde y mal desde las ciudades y los gigantes tecnológicos.

La decisión de un territorio rural de convertirse en territorio inteligente (Smart Rural).

En este momento las comunidades rurales tienen que decidir qué quieren ser en el futuro desde un ejercicio que pasa por dar respuesta a las siguientes preguntas:

  • ¿Quiénes somos? ¿Cuál es nuestra identidad? ¿Qué valores y formas de vida queremos seguir conservando?
  • ¿En qué queremos convertirnos?
  • ¿Qué podemos ofrecer al mundo? ¿Cómo puede ayudarnos la tecnología para lograrlo?

Para responder a estas preguntas, las personas que habitan el territorio necesitan conocer previamente las posibilidades y oportunidades que les ofrecen las tecnologías disruptivas de la Cuarta Revolución Industrial aplicadas a todas las facetas de su vida (trabajo, ocio, desplazamientos, salud…). 

En este ejercicio, la tecnología es el medio, no el fin. Lo importante es que la comunidad rural sepa quién es, dónde quiere llegar y qué productos, servicios y experiencias de alto valor quiere ofrecer al mundo. Luego, solo hay que conocer las tecnologías disponibles para lograrlo, aprender a usarlas e implantarlas (digitalización).

Por el mero hecho de conocer cómo funciona un aparato o una tecnología no se crea valor con ella. El valor se genera cuando una persona aprende a crear posibilidades y descubrir oportunidades desde la formulación de las preguntas anteriores y la búsqueda de respuestas.

Los territorios inteligentes no van a conseguir el estatus Smart Rural por el mero hecho de usar aparatos y consumir tecnologías estándar, sino a partir del descubrimiento de la oferta que pueden ser para el mundo (y en especial para los urbanitas), agregando a su capital natural, social y cultural la tecnología para ofertar bienes y servicios de alto valor agregado, a la vez que mejoran la calidad de vida de los paisanos y visitantes, haciendo del espacio rural el mejor lugar del mundo para vivir.

De las ciudades inteligentes (Smart cities) y los pueblos inteligentes (Smart Villages) a los territorios inteligentes (Smart Rural).

Los proyectos de ciudades inteligentes vienen desarrollándose en las últimas décadas desde la inercia unas políticas públicas que focalizan sus esfuerzos en los entornos urbanos e invisibilizan el mundo rural. De ahí se abre un pequeño espacio para incorporar a los pueblos (aldeas), sin tener en cuenta un enfoque holístico basado en el concepto más amplio del territorio como suma de aldeas y sus interconexiones con las ciudades. La clave fundamental es entender que lo rural y urbano se están diluyendo e hibridando, siendo necesario un enfoque territorial inteligente (comarcal, provincial, regional) para enfrentar los desafíos de futuro. En definitiva, la política de ciudades inteligentes saca de la escena al mundo rural y lo deja en un segundo plano, a la vez que las aldeas inteligentes lo fragmentan, necesitando evolucionar al concepto de territorio inteligente como una plataforma más amplia que integra y sinergiza las relaciones entre lo pequeño (aldea) y lo grande (ciudad).

Como definición general, las ciudades inteligentes son aquellas que utilizan los avances tecnológicos para mejorar la calidad de vida de sushabitantes desde la sostenibilidad y la inclusividad, con el propósito  de alcanzar una gestión eficiente en todas las áreas de la ciudad (urbanismo, infraestructuras, transporte, servicios, educación, sanidad, seguridad pública, energía…) para dar satisfacción de sus ciudadanos y visitantes.

Del concepto inicial de ciudades inteligentes hemos ido evolucionando y ampliando el campo de acción a provincias inteligentes, regiones inteligentes, es decir, a un ámbito de acción más amplio bajo la denominación de territorio, cuyo eslabón principal en el ámbito rural  es la suma de municipios organizados (comarca). Una articulación en definitiva que precisa de una estrategia y acción más allá de la ciudad y la aldea, teniendo en cuenta y sinergizando ambas realidades, un concepto más acorde con el de ciudades y comunidades inteligentes y sostenibles.

La ONU define como territorios inteligentes a aquellos territorios innovadores que utilizan las
tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) y otros medios para mejorar la calidad de vida, la eficiencia de la operación y los servicios urbanos y la competitividad, asegurando que se satisfacen las necesidades de las generaciones presentes y futuras, así como aspectos culturales.

El desarrollo de un territorio inteligente parte de una estrategia surgida de un proceso de participación, con la vocación integradora y de interacción con zonas urbanas, incorpora la innovación y la especialización inteligente del territorio, aborda necesidades conjuntas de servicios (movilidad, urbanismo, sanidad, educación, gestión de agua, residuos …) en torno a proyectos tractores comunes, e implanta soluciones basadas en tecnologías avanzadas desde el doble objetivo de rentabilidad social y económica.

En próximos artículos vamos a seguir analizando y desentrañando las claves y desafíos de los territorios rurales para convertirse en territorios inteligentes.

Adelante!!!

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2 comentarios en “El futuro del mundo rural pasa por convertirse en Territorio Inteligente (Smart Rural).

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