Año 0 de la Era COVID-19.

Todo cambio de época tiene un acontecimiento de referencia que marca un antes y un después, un hito simbólico que define la frontera de lo irreversible. El coronavirus es un candidato sólido a marcar el tránsito de una civilización a otra ¿Es la señal definitiva que precipita aceleradamente el cambio de época? Todo parece indicar que tiene la categoría para un indicador de tamaña jerarquía.

Hay una serie de hechos que jalonan los grandes cambios de la humanidad y nos ayudan a tener una perspectiva global de la historia, me estoy refiriendo a acontecimientos como el Neolítico, la creación de las primeras ciudades, el nacimiento de Cristo, la caída del Imperio Romano, el descubrimiento de América, la Segunda Guerra Mundial, la llegada del hombre a la Luna, la caída del muro de Berlín o los atentados del 11 de Septiembre. Después de su ocurrencia, el mundo no volvió a ser el mismo, como todo parece indicar que ocurrirá tras COVID-19.

Modernidad líquida en su máxima expresión. También para las catástrofes.

Bauman nos habló de un tiempo que se define como modernidad líquida, que viene a caracterizar la realidad como un fluido que se derrama con gran celeridad inundándolo todo.

Visto de esta manera, el coronavirus no deja de ser una “innovación” que responde perfectamente a ese principio.

La contradicción de una globalización sin gobernanza.

Una civilización global que se concentra y agita, se pone a prueba cuando hay una llamada al aislamiento y la quietud. Está por ver cómo será la respuesta a una situación de estrés para las megalópolis cuya seña de identidad es la actividad frenética.

En las últimas décadas hemos avanzado muchísimo en la globalización; viajamos, trabajamos, nos emparejamos, hacemos negocios y nos mezclamos con personas de todos los lugares del mundo, pero las formas de gobierno no se han adaptado a las necesidades de los tiempos, adolecemos de una gobernanza global para hacer frente a problemas complejos que permean las fronteras.

No estamos preparados ni para enfrentar los procesos virales que disparan en progresión geométrica los bulos y la mentira sin control en las redes sociales; ni para las infecciones biológicas que se propagan con rapidez en los entornos de concentración y agitación humana.

El coronavirus no es un suceso disruptivo en sí mismo, es un acelerador de cambio a escala planetaria.

La peste en la Edad Media o la gripe española en 1918, son solo un botón de muestra de como la especie humana es azotada de manera intermitente y masiva por una epidemia. Lo verdaderamente relevante de COVID-19 es que aparece en un momento de disrupción tecnológica y puede acelerar el desarrollo e implantaciónde los avances gestados en las últimas décadas, precipitando el desarrollo masivo de las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial, la economía basada en los datos como materia prima (big data), el blockchain, la inteligencia artificial, la robótica o la fabricación aditiva; proporcionando un impulso definitivo a la convergencia tecnológica NBIC (nanotecnología, biotecnología, infotecnología, cognotecnología), y con ello a nuestra dimensión digital hacia la inmaterialidad y la ubicuidad como rasgos civilizatorios.

Lo que puede conseguir COVID-19 es obligarnos a cambiar nuestras prácticas culturales al forzarnos al uso obligado de la tecnología, empujándonos a convertirnos con rapidez en digitales y ubicuos como médicos, pacientes, maestros, alumnos, trabajadores… Y con ello, acelerar el fluir de la obsolescencia de nuestras viejas prácticas.

Aunque la ciencia y la tecnología han creado hace tiempo las bases para dar el salto digital, poniendo a nuestro alcance todo un torrente de innovaciones, no lo habíamos aprovechado suficientemente porque la inmensa mayoría de nuestras mentes siguen siendo analógicas, un paso que solo se puede franquear si nos sentimos obligados por  la necesidad desde la percepción de una amenaza real y global.

El momento actual puede ser un viaje acelerado y sin retorno a la telemedicina, el teletrabajo, el e-learning (enseñanza y aprendizaje online), comunidades de aprendizaje, trabajo en red, redes sociales para la cooperación… Un ensayo global urgido por la necesidad que puede cambiar atropelladamente nuestras prácticas y convertirnos en seres digitales sobrevenidos.

Cómo reaccionará la humanidad ante las crisis: miedo – depresión – catarsis colectiva –  euforia.

La situación de incertidumbre a principios de marzo de 2020 es total. El desenlace dependerá de muchos factores (ritmo de contagio, acción coordinada de las autoridades, descubrimiento y producción de fármacos y vacunas, duración, erosión del sistema productivo…); las consecuencias económicas y sociales pueden llegar a ser devastadoras. 

La primera reacción es una inyección de pánico a escala global acompañada del hundimiento de los mercados, caída de la producción, crisis financiera, cierre de empresas, desempleo; una crisis de confianza cuya duración está por ver. 

Sin embargo, toda crisis tiene un efecto purificador, y la actual no va a ser diferente, que desemboca en una catarsis colectiva capaz de restablecer la confianza y reactivar una energía positiva. Un escenario que dependerá de la duración de su duración y la profundidad de los daños, haciendo plausible una reacción explosiva de optimismo, e incluso de euforia colectiva, que puede dirigirnos hacia una rápida recuperación hacia el final del episodio; lanzándonos ya, en todo caso, a un nuevo tiempo histórico más digital y ubicuo.

La entrada en escena del coronavirus no deja de ser un acontecimiento impredecible de los que ponen a prueba lo viejo y anticipan lo nuevo. Tiene toda la apariencia de marcar un antes y un después para la humanidad, pondrá en evidencia la fragilidad de la condición humana, generará sentimientos nuevos de protección colectiva, abrirá espacios nuevos para la cooperación y la preservación de la especie, agitará nuevos sentimientos.

Con poco sentido que tengamos del cambio histórico, es fácil percibir que estamos ante un quiebre a partir del cual ya nada volverá a ser igual que antes: las formas de ver las redes sociales, la evidencia de la manipulación, las maneras de relacionarnos, la sensibilidad social hacia la investigación, los sistemas de salud, las formas de trabajar y coordinarnos… También impactará en los fundamentos de la democracia, la percepción de los derechos y libertades ciudadanas, la actitud ante los riesgos colectivos, la visión del futuro, etc.

Los virus nos bajan del pedestal y nos revelan  nuestra condición humana de una bofetada, igual que la muerte ponía en el mismo lugar al noble y al mendigo. Al final, ¿habremos aprendido la lección? ¿Estaremos a la altura de las circunstancias?

COVID-19 nos dejará una lección impagable, arrasará con muchas cosas y nos abrirá a millones de posibilidades inéditas.

Adelante!!!

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4 comentarios en “Año 0 de la Era COVID-19.

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