Una sociedad excitada por la fantasía de la seguridad.
Vivimos más años, tenemos más bienes, pero somos más infelices. La búsqueda de la seguridad ha creado sociedades donde la mayoría de ciudadanos aspiran a ser funcionarios. Hasta tal punto es así, que el sistema está diseñado para estudiar por largos años, vivir la tortura de años de oposiciones y, por fin, aquellos que lo consiguen, lograr un empleo de por vida del que nadie podrá separarle salvo flagrante delito (y muchas veces ni así).
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