“Educar ha pasado a ser un arte para cultivar la sensibilidad de las personas, la tarea más elevada de la labor docente”.
Juan Carlos Casco
El título sugerido para expresar esta opinión es muy amplio y desafiante, por ello lo acotaré a algunas elaboraciones alrededor del mundo universitario y particularmente en lo relacionado con sus docentes, sobre quienes recae la mayor responsabilidad para obtener lo titulado; en medio de nuevos ecosistemas de aprendizaje con las trayectorias individuales y personalizadas que en ellos ocurren.
A nivel general o de una institución de educación superior, IES, es muy difícil encontrar caracterizaciones de los docentes que den cuenta más allá de algunas variables cómo: género, formación académica, edad, unidad académica en la que se desempeña, salario, antigüedad y algunas otras. Es decir, poco conocemos a los grupos de docentes que conforman una comunidad y que tienen una gran responsabilidad en la formación integral de sus educandos. Qué bueno saber de su familia, sus expectativas, sus sueños, sus valores, sus pasiones, sus sensibilidades, su proyecto de vida, la manera como innova y como aprende, su condición humana, sus grupos de interés, su calidad ciudadana, sus posturas ideológicas y políticas, y otro conjunto de variables que nos acerquen a ese ser humano que cumple tan trascendental tarea.
En los desafiantes futuros que deben transitar las IES y en las necesarias nuevas estrategias educativas, el actor más desafiado es el docente; de él se espera que: promueva el desarrollo de nuevas competencias, entienda las incertidumbres y los escenarios cambiantes en todos los aspectos, domine varias lenguas, entienda la ecología del aprendizaje, tenga unas competencias tecnológicas, innove pedagógicamente, se relacione con el entorno y sus problemáticas, sea un referente ético, y demuestre: liderazgo, emprendimiento, creatividad, empatía e innovación. Amén de las demás condiciones disciplinares y profesionales, cumpliendo orgánicamente las tres funciones sustantivas de la formación, la investigación y la extensión, sin dejar de lado las capacidades de gestión con las que debe contar.
Los paradigmas están cambiando; hoy están en desarrollo experiencias sobre el desempeño de equipos de docentes, donde por ejemplo un curso es orientado por varios docentes, estimulando el aprendizaje personalizado y un conjunto de cursos articulan un solo proyecto para desarrollar integralmente por parte de los estudiantes con enfoque interdisciplinario. El concepto de aula de clase se ha transformado y existen nuevos escenarios de aprendizaje muy innovadores que tienen en cuenta los avances sobre neuro aprendizaje. La transformación digital y especialmente la inteligencia artificial, abre un mundo de posibilidades para un aprendizaje efectivo a lo largo de la vida y permite que se incorporen a la planta docente, distintos talentos ubicados en diversas partes del mundo.
Esto implica que las políticas institucionales deben tener capacidad de anticipación y prever de manera dinámica, la manera como se: seleccionan, forman, promueven, evalúan y reconocen a estos actores fundamentales, que hacen parte de una comunidad y de un proyecto educativo en permanente evolución. Sin olvidar que con ello se está consolidando un intangible como lo es el capital intelectual y ético de una institución y de una sociedad. La construcción, puesta en marcha y evaluación de las políticas institucionales, requiere tener el conocimiento profundo del problema que queremos resolver o el proceso que queremos dinamizar, y para ello los datos son de vital importancia, para precisar el problema y luego evaluar y corregir. Ahí nos encontramos con una gran dificultad, como ya lo dijimos, si no conocemos en profundidad al cuerpo docente.
Son necesarias nuevas formas en todas las etapas. Un comentario sobre la selección de los docentes y la forma clásica de revisar el expediente académico, su perfil al cargo y algunas capacidades comunicacionales. Normalmente se dejan por fuera otros aspectos sobre los cuáles se ha llamado la atención, pero que no se tienen en cuenta por la mayoría de IES. Hace varias décadas la cooperación alemana trabajando con instituciones educativas de Centroamérica, promovió lo que denominaron “el portafolio del docente” que consistía en un registro sistemático por parte del profesor, donde consignaba en cada semestre de labor, las acciones que planeo para incorporar alguna innovación pedagógica y el seguimiento que hizo, los análisis y las mejora que introdujo para el siguiente semestre.
Es decir, el portafolio contenía su propio auto seguimiento de las metas que se proponía, la manera de lograrlas y la mejora especialmente en la innovación pedagógica que ponía en marcha; convirtiéndose este contenido en un objeto de conocimiento, disponible para intercambiar con los demás colegas y generar un aprendizaje colectivo sobre innovaciones. En algunas IES, para evaluar los criterios de admisión de un docente a una IES, el portafolio era la variable de mayor peso. Hoy que tanto reclamamos innovación y nuevas estrategias educativas, valdría la pena revisar esta iniciativa sencilla que involucra al propio docente y su auto seguimiento registrado orgánicamente con un propósito específico.
Sin duda existen muchas otras estrategias y mecanismos para promover la innovación: pedagógica, social, investigativa, de gestión, de extensión, por parte del docente. Kairos ha propuesto un “Tercer contrato social de la educación”, que contiene los elementos necesarios para orientar las verdaderas transformaciones de los sistemas educativos y de sus instituciones.
Ahí está la hoja de ruta; convertirla en realidad es el propósito y necesariamente pasará por conocer mucho mejor a nuestros docentes y diseñar, implementar y evaluar políticas institucionales que hagan posible los grandes cambios con modelos disruptivos que den una mejor respuesta a nuestras sociedades, que con nuevos liderazgos requieren transformarse. Tenemos en nuestras manos un conjunto de experiencias, metodologías, prácticas, nuevos espacios de aprendizaje, que deben ser tenidos en cuenta en un aprendizaje colectivo. Ojalá no dejemos de lado formas innovadoras como el mencionado “portafolio del docente” que interioriza los cambios y los convierte rápidamente en realidad a favor de los proyectos de vida de quienes se están formando y esperan un mejor devenir.
Finalmente, recojo el planteamiento de la Universidad de Andorra, en un documento preparatorio sobre los futuros de la educación superior, en el marco de la convocatoria a la próxima Conferencia Mundial a celebrarse en el mes de marzo en Barcelona y convocada por la UNESCO: La sociedad y las propias universidades cada vez son más exigentes con la labor de transformación social que deben desempeñar las instituciones universitarias. Funciones que deben estar presentes en los planes estratégicos pero que necesitan de la función docente para llevarlas a cabo.
Carlos Hernando Forero Robayo
Ingeniero de Transportes y Vías de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, donde fue profesor, asesor, decano, rector y miembro de su Consejo Superior.
Fue Alcalde Mayor de Tunja, su ciudad natal.
Director comercial de la Caja de Compensación Familiar de Boyacá.
Magister en Administración de Empresas y Magister en Dirección Universitaria, en la Universidad de los Andes, en Colombia.
Consultor de la Misión Nacional para la modernización de la universidad pública en Colombia.
Profesor y directivo universitario en universidades públicas y privadas.
Desde 1995 hasta 2020, secretario general y director ejecutivo de la Asociación Colombiana de Universidades, ASCUN