Buscar sentido a la vida para llevar una existencia plena se ha convertido en un desafío para el ser humano en Occidente. Vivimos en un estado de desazón y vacío que nos lleva como a Kant a preguntarnos: ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo perseguir? ¿Qué puedo esperar? ¿Cómo debo comportarme? Gran parte de nuestro tiempo se debate en una búsqueda angustiosa del sentido de la existencia que nos impide vivir plenamente. En esta vorágine, incluso cuando encontramos la luz, la sensación no perdura en el tiempo, cada día al levantarnos tenemos la necesidad de crear sentido y orientación para el día. Y claro, esto nos agota.
La vida tiene su propio sentido, va a su albedrío, sus leyes y discurrir son un misterio. Pero el problema no es que no hayamos descubierto ese misterio y ello nos aflija, el problema es el sentido que nosotros damos al sentido de nuestra vida, o mejor dicho, la incapacidad para hacerlo.
Así llegamos a un callejón sin salida donde el problema pasa a ser la vida misma, no los problemas que son sustanciales a la vida. No sabemos fluir con la vida y eso nos lanza a la infelicidad. La ausencia de sentido en la vida nos produce un gran sufrimiento.
Y lo peor de todo es que nos encontramos en una espiral ascendente de malestar, acelerada por la velocidad del cambio que remueve todos los hitos que teníamos como referencia. Apuntamos a un futuro y antes de centrar la mirada, las dianas se han movido. El conocimiento se torna fungible y obsoleto. Los presupuestos culturales y las creencias se desmoronan. Lo fijo y aceptado se quiebra. Y con ello perdemos nuestras guías, y por ende, el sentido y la dirección de nuestra acción.
Todo tiempo que empleas en escrutar si el Universo es caliente o frío, amigable u hostil, luminoso u oscuro, abundante o escaso, justo o injusto, finito o infinito… Es improductivo, tanto si piensas una cosa como la contraria, estás en lo cierto. Lo trascendente es el sentido que quieres dar a tu vida, porque ahí es donde eres libre, donde puedes contradecir al Universo y crear otro, el tuyo propio. Eso es conferir sentido a la existencia, crear mundos cálidos en entornos fríos, poner luz donde hay oscuridad, crear abundancia donde hay escasez, hacer justicia donde hay tiranía …. Luego, si te mueves en esta lógica, podrás comprobar que el Universo es manipulable. Sé tú el cambio que quieres en el mundo (decía Gandhi). Y luego el Universo cambiará contigo. Como es arriba es abajo, como es adentro es afuera (Kybalión). ¡Qué Grande es el Universo! Y no me refiero solamente a su extensión.
El Universo te proporciona lo que invocas, te da lo que pides. Del uso que hagas de esta facultad dependerá el sentido de tu vida.
¿Cómo puedo actuar para conferir sentido a mi vida?
El sentido en la vida se consigue cuando nos lanzamos a emprender, cuando nos decidimos a utilizar los ladrillos que pone a disposición el Universo para crear nuevas arquitecturas, cuando decidimos incidir en el curso de las cosas y crear mundos sutiles, o quebrar la tiranía de las leyes naturales que nos someten. Con el emprendimiento, el Universo permite que cambies sus planes por los tuyos. Cuando alguien me pide que le ayude a emprender le pregunto ¿Cuál es el sentido de tu vida? Y a continuación le digo, hasta que no lo definas, todo emprendimiento que intentes es inútil, construyamos sentido y el resto vendrá rodado.
Otra vía es el aprendizaje. Cuando decidimos transformarnos y cambiar, nos abrimos al aprendizaje. El aprendizaje dirigido a un fin crea sentido en la vida.
Para aprender necesito creer, luego querer, después ponerme en la acción (actuar).
La metanoia (μετάνοια) es el camino en cuyo tránsito se produce un cambio profundo en el ser, cuando a través del emprendimiento y el aprendizaje (emprendizaje) devenimos en un ser diferente. La metanoia puede ser un proceso inducido para reprogramar nuestro ser y dar sentido a la vida. Nuestros antepasados conocían este fenómeno y para ayudar al cambio y abrir la luz al futuro se valían de ritos iniciáticos que están presentes en las culturas y religiones ancestrales. La entrada en la vida (bautismo), el paso de la adolescencia a la madurez, la purificación, el culto a la muerte y el más allá… Son tradiciones milenarias que nos hablan de la aceptación del cambio transformador para fluir de forma armoniosa con la vida; un entendimiento más vinculado con la creencia de un viaje apasionante lleno de estaciones y aventuras, que con el sentido de la desesperación y el miedo por pasar de una etapa a otra.
A su vez, emprendimiento y aprendizaje nos lanzan a la creatividad, la innovación y al liderazgo.
– La ruptura de la tradición metafísica.
Somos hijos de una larga tradición metafísica, nuestro ADN contiene una impronta cultural y filosófica de 2500 años que inicia Parménides y continúan Sócrates, Platón, la Escolástica … Extendiendo hasta nuestros días el entendimiento del ser humano como realidad fija, eterna e inmutable. Sólo desde este planteamiento podemos comprender la deriva existencial que nos afecta y conduce al nihilismo.
La dificultad para conferir sentido a la vida viene desde la falsa aceptación de que somos seres inmutables. Yo soy así y no puedo cambiar, ese es el mantra que nos destruye. Y claro, desde este posicionamiento, de nada me sirve aprender o actuar, mi vida está alienada, estoy vacío, confuso, no encuentro sentido a mi existencia. La puerta a la μετάνοια está cerrada.
En este juego infernal, nuestra felicidad que es nuestro objetivo esencial, está comprometida. Lentamente nos freímos en nuestra salsa existencial mientras conversamos desconsoladamente con los demás, con nosotros mismos y con el misterio de la vida, incapaces de encontrar dirección.
– La nueva comprensión del ser humano como realidad inacabada, imperfecta y abierta al crecimiento.
Nada de lo humano me es ajeno, soy humano e imperfecto. Por ello me hago cargo de mi condición y me abro al crecimiento continuo para hacer una diferencia con mi vida y dejar un legado, conservando el espíritu inquieto de un niño y la capacidad de admiración y emoción. Sólo desde este planteamiento podemos abrirnos al giro existencial que nos ponga en la senda de un nuevo sentido para vivir.
Tú decidirás qué sentido quieres darle a tu vida, sea cual sea, toma el mando y actúa consecuentemente. De lo contrario vivirás desenchufado de la inspiración y la emoción de las cosas buenas que tiene el estar aquí y ahora.
La crisis existencial no es nueva (Nietzche lo vio claramente), en este momento está alcanzando su clímax y amenaza con convertirse en un cataclismo. He visto la pobreza material en muchos países conviviendo con la alegría y el sentido auténtico de la felicidad, y también la opulencia en el mundo ¿desarrollado? donde habita la depresión, el miedo y la desesperanza. Hemos desplazado el centro de gravedad de la felicidad y esto nos lleva a la oscuridad y la zozobra.
Merece la pena esforzarse en entender que el sentido global de la vida es el sentido que yo le doy a mi vida, después de renunciar a la actividad improductiva de no hacer nada hasta encontrar el sentido trascendente de las reglas del Universo. Qué más da el sentido del Universo, si yo puedo crear el Universo con mi acción.
Identifica algo que te apasiona, hazte cargo de ello y declara al mundo que vas a hacer una diferencia, invita a otros a sumarse. ¡Hazlo ahora! Tu vida comenzará a tomar sentido. Si eres consecuente con esos pasos estás creando el contexto emocional que permite la deformación espacio-temporal que trae consigo el nacimiento de un nuevo futuro. Justo lo que nos conecta con el sentido trascendente de la vida.
¿Estás dispuesto a hacerlo? ¿Te unes a mi?
Adelante!!!!
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Hola, me ha encantado este artículo. Te felicito y me gustaría recibir en mi correo lo q vayas publicando. Tuve suerte, esta vez, de verlo en linkedin porque mucha gente postea y algo tan valioso como esto, se pierde fàcilmente en ese mundo de publicaciones.
Un abrazo,
Lourdes
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Muy interesante el enfoque que hace para descubrir el sentido de la vida. Me encanta que haya personas con ganas de ir a lo esencial de la vida. Muchas gracias por su aportación.
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