Papá la filosofía no sirve para nada ¿te suena? Una buena pregunta a la persona que se acerca a la filosofía sería: ¿Qué prefieres describir el mundo o transformarlo? La descripción e interpretación de la realidad convoca más al intelecto y la transformación a la acción.
Aprendemos cuando hacemos y nos motivamos cuando fruto de esa acción producimos cambios que se traducen en resultados. La cuestión es: ¿Qué herramientas me ofrece la filosofía para transformar el mundo? ¿Cómo puedo utilizarlas para producir los resultados que quiero conseguir?
Bases filosóficas para sustentar la acción del liderazgo.
La filosofía cobra sentido cuando nos ayuda a producir resultados, cuando nos sirve de palanca para transformarnos como personas y hacer una diferencia con nuestra vida.
Todas las personas soportamos nuestra acción en un diseño y arquitectura filosófica, dependiendo de cómo interpretamos el mundo será nuestra acción (cosas que hacemos) y resultados que producimos con ellas.
Una persona puede desarrollar un pensamiento o filosofía propia por la que guiarse que remitirá a una determinada corriente o influencia, seguramente en línea con la cultura o pensamiento en los que se desenvuelve.
El liderazgo nos remite a una interpretación del mundo como realidad cambiante: el mundo puede cambiar, la realidad puede ser transformada, mi acción puede crear nuevos futuros…
Y la persona ¿puede cambiar? Hace 25 siglos ya se hicieron esa pregunta, Heráclito proclamó la condicion cambiante del ser humano frente a Parménides que sostuvo la realidad del ser como inmutable y eterna.
Las consecuencias de este hecho no son menores. Si elijo la interpretación de Parménides mi ámbito de acción será reducido: yo soy así, no puedo cambiar, el mundo es así ….. Os suena esto ¿verdad? Esto, y el millón de excusas, explicaciones y justificaciones en las que nos escudamos para no actuar y hacernos cargo de nuestra propia vida, para no ser responsables, para culpar siempre a otros de lo que nos ocurre. Parménides ayudó a abrir la caja de Pandora de las excusas, del «es que…»: soy así, soy muy joven, soy torpe, soy muy viejo… Total, para qué lo voy a intentar si es inútil.
Pero la cosa no queda ahí, pongamos a esto 25 siglos de historia en accion invocando nuestro ser inmutable y podremos entender un poco quiénes somos y cómo hemos llegado hasta aquí.
Ahora me pregunto cuantas veces he dicho: yo soy así, y a continuación puedo entender las consecuencias que esta declaracion ha tenido en forma de oportunidades perdidas, proyectos malogrados, justificaciones absurdas, arrogancia improductiva, resentimiento corrosivo y resignación autodestructiva.
Sé lo que me espera si invoco a esta tradición, y no me gusta. Por eso me estoy cambiando a Heráclito, él me ensancha el espacio de juego, me convoca a la acción, a la transformación, a cambiar las reglas y el sistema, a la responsabilidad: yo puedo hacerlo, aunque aún no tengo competencias puedo aprender… Yo puedo cambiar, puedo crear una obra y dejar un legado, puedo gestionarme, liderarme y emprender mi vida. Esto crea un nuevo escenario para la acción y un espacio emocional diferente: puedo lograrlo, estoy confiado, tengo ambición….
Buena parte del pensamiento de los últimos dos milenios ha girado en torno a la interpretación, explicación y descripcion del mundo. Y eso está bien aunque para mi hija Victoria y su pandilla de los Vikas es muy aburrido.
El cambio de civilización en el que estamos inmersos reivindica una nueva filosofía basada en la acción, una filosofía para cambiar el mundo, no para describirlo. Marx, Heidegger y Nietzsche, fueron precursores de esta tendencia, también la escuela norteamericana del pragmatismo o el pensamiento de Echeverría y Flores. Ellos rompieron las fronteras de la metafísica (el ser es eterno e inmutable) y nos abrieron un camino para la esperanza.
La herramienta para producir acción es el lenguaje. El lenguaje tiene poder generativo, cualquier cosa relevante que ocurre en el mundo ha pasado previamente por una conversación. Es el momento de la filosofía del lenguaje (ontología), rama surgida a mediados del siglo XX y que hoy constituye un aprendizaje esencial para las personas que quieran desenvolverse en este nuevo mundo, en especial en los campos del liderazgo, emprendimiento, gestión, dirección, desarrollo personal, entrenamiento (coaching ontológico)… Podemos cambiar el mundo y transformarnos a través del dominio de los actos básicos del lenguaje: juicios, afirmaciones, declaraciones, pedidos y promesas; es decir, todo lo que deberían estar aprendiendo de manera transversal nuestros jóvenes en las aulas.
Continuaremos con la aplicación práctica de la ontología del lenguaje al liderazgo, emprendimiento, dirección de equipos y organizaciones, coaching…
Lo prometo!!!