Reprograma tu vida. Las conversaciones que cambian la química de tu cerebro.

Si quieres liderar, dirigir, gerenciar, innovar, emprender, mejorar tu empleabilidad, aprender, producir mejores resultados o conducir de forma más efectiva tu vida; necesitas aprender a cambiar tu forma de pensar, y eso sólo se puede conseguir modificando la forma de hablar contigo, con otras personas y con los misterios de la vida. Veamos como hacerlo.

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Cuando aprendemos una forma más efectiva de hablar no sólo ampliamos el horizonte de posibilidades, sino que reprogramamos nuestro cerebro y con ello devenimos en un ser diferente.

Cuando hablas contigo mismo o con los demás, produces pensamientos, y esos pensamientos provocan emociones y reacciones químicas en tu cuerpo. Por ejemplo, si te hablas de forma positiva y te ríes, tu cerebro libera endorfinas y reduce el cortisol. Si lo haces muchas veces y lo conviertes en un hábito, tu química cambia y por consiguiente, tú cambias.

Dependiendo de cómo te hables y cómo te hablen, se conformará tu pensamiento, tu efectividad y tu ser (físico, químico y espiritual). En algunos post anteriores te he proporcionado una Guía para ayudarte a diseñar conversaciones transformadoras en la educación, el emprendimiento y la empleabilidad (http://juancarloscasco.emprendedorex.com/si-tu-me-permites-que-yo-te-ensene-una-nueva-tecnica-de-hablar-yo-te-prometo-que-cambiare-tus-resultados/), y otra destinada a producir conversaciones poderosas y riqueza (http://juancarloscasco.emprendedorex.com/hombre-rico-hombre-pobre-una-guia-para-crear-riqueza/#more-960). Para seguirte ayudando en esta compleja tarea del cambio orientado a la producción de resultados,  te voy a entregar otra Guía para que puedas profundizar en esos propósitos.

Hablar –> Pensar –> Actuar, conforma nuestro ser y estos procesos se instalan cuando repetimos muchas veces una serie de actos, que pasan a convertirse en hábitos. Si cambiamos nuestros hábitos de hablar aprendiendo a usar palabras, conversaciones y preguntas efectivas, cambiamos nuestra forma de pensar, actuar y los resultados que obtenemos; de esta manera reprogramamos nuestro cerebro haciendo posible que aparezcan comportamientos nuevos.

Si te hablas o te hablan de cosas desagradables, pronto producirás un pensamiento de infelicidad y tu cerebro recibirá una orden con la que fabricará sustancias químicas para crearte una realidad de infelicidad y malestar.

En el momento en que empezamos a sentir de la manera en que pensamos, empezamos a pensar de la manera en que nos sentimos, y eso produce aún más química. Y así se crea lo que llamamos el estado de ser. La repetición de estas señales hace que algunos genes estén activados y otros apagados. Memorizamos este estado como nuestra personalidad, así que la persona dice: Soy una persona infeliz, negativa, o llena de culpa, pero en realidad lo único que ha hecho es memorizar su continuidad química y definirse como tal (Joe Dispenza).

La sorprendente plasticidad de nuestro cerebro (todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro. Ramón y Cajal) parece que es también extensible a la genética. Es de esperar que la ciencia en poco tiempo establezca la relación entre lenguaje-pensamiento y plasticidad genética, y de esta manera se produzca una ligazón indisociable entre áreas de conocimiento que nunca debieron estar separadas (física-química-biología-lenguaje-sicología-sociología).

Siguiendo el argumento de Dispenza, si forzamos y entrenamos a nuestro cerebro a pensar con otros patrones, estamos creando una nueva mente. Y desde mi punto de vista, todo el proceso se origina y propicia en el lenguaje, de ahí que esté empeñado en elaborar  para ti estas Guías y patrones conversacionales, con el propósito que puedas aprender los protocolos que contienen y de esta manera producir nuevos senderos neuronales en tu cerebro.

Literalmente nuestros pensamientos se convierten en realidad material, pero en todo el proceso tiene una implicación trascendente el lenguaje («primero fue el verbo»). No queda otra, si quieres reprogramar tu cerebro para producir mejores resultados y ser más feliz, necesitas desaprender tus patrones conversacionales y reaprender otros como los que te propongo. Las tareas de liderazgo, dirección, gerencia (management) se basan en destrezas conversacionales. El verbo es el precursor de cualquier proceso, para que algo ocurra la precondición es que haya sido hablado (poder generativo del lenguaje).

El impacto o la efectividad de un líder, antes que en sus conocimientos o encanto personal, reside en la calidad de sus palabras (competencias conversacionales), las conversaciones que tiene aprendidas y memorizadas, y su capacidad para descubrir el momento oportuno en el que pronunciarlas.

Cuando desde la parte alta de la organización se cambia el estilo de conversar, se produce un efecto contagio al resto (como es arriba es abajo), y fuera de ella: clientes, seguidores, aliados (como es adentro es afuera).

GUÍA PARA REPROGRAMAR LA EFECTIVIDAD PERSONAL Y ORGANIZACIONAL ORIENTADA A LA PRODUCCIÓN DE RESULTADOS.

– Conversaciones que abren los espacios para la claridad y la confianza.

Se pueden iniciar de arriba abajo o viceversa, como preguntas.

Protocolo conversacional.

«¿Qué es lo que más te gusta de mi? ¿Qué es lo que te gustaría que cambiase? ¿Qué esperas de mi?»

O bien de una forma directa (dependiendo del contexto): «Te voy a decir lo que más me gusta de ti … Te voy a decir lo que me gustaría que cambiases …  Te voy a decir lo que espero de ti».

– Conversaciones que abren a la posibilidad y la movilización.

Consiste en el cambio de sentido de las palabras de positivo a negativo, del enfoque de pasado al futuro, y de la inacción a la acción.

Las palabras en positivo crean el espacio emocional propicio, y el enfoque al futuro. La acción nos une y nos moviliza frente a la evocación al pasado que es fuente de conflicto.

El mero sentido de las palabras modifica la química y las funciones del cerebro, crea los espacios emocionales (expansivos o contractivos según su signo) y predispone a la acción o a la inacción, y por ende, condiciona los resultados individuales y organizacionales.

Te propongo que pruebes a cambiar todas las palabras negativas (yo, no, prohibido, problema, conflicto, difícil, imposible, desastre, fracaso, espera, inmovilismo, imposición …) con las que te hablas a ti mismo y a los demás, y las sustituyas por otras positivas (nosotros, sí, posible, podemos, posibilidad, oportunidad, reto, cambio, éxito, actividad, participación …). Esto también incluye cambiar aquellas palabras que ponen el foco de la acción fuera del individuo (suerte, azar, destino, preocupación, permiso, tradición…); por otras donde el individuo toma el control (trabajo, dedicación, esfuerzo, decisión, atrevimiento…). Y las que propician conflicto, tensión o desunión (las que llaman a nuestros hechos diferenciales y evocan al pasado); por otras que nos convocan a la unión y la acción (las que llaman a construir una obra y dejar un legado).

Si tu vocación es el liderazgo, la dirección, la innovación o el emprendimiento; deberás redoblar los esfuerzos en el rediseño de tus conversaciones, analizando cómo hablas e identificando las palabras clave que debes sustituir (desaprender y reaprender), el proceso te exigirá un gran esfuerzo porque esto no es una tarea cosmética y de retórica, sino de sacrificio y compromiso. ¡Muy importante! Si tu actuar no es consecuente con tus palabras, la habrás cagado, quedarás en evidencia, tu influencia se desvanecerá. Cuando cambies tus conversaciones «a positivo» tu pensamiento ha de estar alineado con tu verbo (no puedes decir una cosa y sentir otra). Tienes una enorme responsabilidad de sacar a tu gente de los mantras corrompidos que envenenan el mundo (el mundo es un desastre … La crisis nos destruye … Todo va a peor … Cualquier tiempo pasado fue mejor … Así es el mundo y así será …). Todo este diseño es compatible con la visión analítica de la realidad  y el reconocimiento de las evidencias (esta es la realidad que estamos viviendo … El punto de partida es difícil … Pero estamos aquí para cambiarlo y hacer una diferencia). También con la firmeza de decir no cuando hay que hacerlo.

Una larga tradición en el uso de esos mantras han sumido a nuestra sociedad en en un estado de ánimo de resignación y resentimiento, desde una visión paradigmática de un Universo escaso que nos somete a una competencia feroz y a un sentimiento colectivo de envidia (como los bienes son escasos y difíciles de conseguir, yo deseo lo que tú has logrado y yo no). Y nos lanza a un mundo donde la desconfianza es la moneda común. Una deriva existencial que sólo puede ser reconducida desde un pensamiento nuevo nacido de un nuevo conversar en el entendimiento de un Universo abundante.

Protocolo conversacional.

» Yo … Nosotros somos un equipo, podemos hacerlo».

«Está prohibido … Todo lo que no esté expresamente prohibido está permitido».

«Es imposible … Estamos aquí para intentar y hacer cosas difíciles y con nuestra obra construir un legado, hay estas posibilidades…».

«Las circunstancias no lo permiten … Nosotros no esperamos que las circunstancias cambien, nosotros cambiamos las circunstancias».

«Hemos fracasado … Lo hemos intentado, no lo hemos conseguido, pero hemos aprendido y ahora vamos a por todas».

«Esperemos … Actuemos».

«Esto nos preocupa … Este asunto va a dejar de preocuparnos y desde este momento va a pasar a ocuparnos».

«Estos son los grandes problemas que tenemos … Estos son los grandes retos que enfrentamos».

«Lo estás haciendo muy mal … Tienes un gran potencial de mejora».

«Tienes que cambiar … Te invito a que aprendamos juntos».

«Esperemos a tenerlo todo bajo control … Hagámoslo, empecemos ahora a construir nuestra obra común».

«Es cuestión de suerte … Es cuestión de aprendizaje y trabajo».

«Qué suerte tienes … Lo has logrado con tu esfuerzo y dedicación».

«Hagas lo que hagas es igual … Tú puedes cambiar las circunstancias».

«Ese es el destino … Así ha venido ocurriendo pero podemos cambiar la tendencia».

«No hablemos de ese tema porque es doloroso … Zanjemos las conversaciones enquistadas y reforcemos nuestros lazos».

«Así se ha hecho siempre … Ahora vamos a intentarlo de otra manera».

«Tu vida depende de otros … Tu vida depende de ti».

Y en esta senda, seguirás identificando tus conversaciones en negativo y convirtiéndolas en positivo.

– Conversaciones que abren a la participación.

«Esto se hace así … Esta es la idea que yo tengo, yo lo haría así, pero os pido que me digáis cómo lo haríais vosotros».

«Hágase … Me podéis decir cómo os puedo ayudar a hacerlo».

Hacen posible que las personas se sientan parte de la obra y entreguen lo mejor de sí mismas, crean una apertura a la colaboración que significa instaurar una cultura de trabajo basada en pedir ayuda y ofrecerse.

– Conversaciones que abren al aprendizaje.

«Se entiende que sabéis hacer las cosas que se os pide … ¿Qué cosas necesitáis aprender para mejorar los resultados? ¿Qué cosas podemos aprender juntos?».

Abre la acción y la disposición al aprendizaje permanente.

– Conversaciones que abren a la iniciativa, la inmediatez y la acción.

«Esto está por hacer … Algún voluntario para hacerse cargo de esta tarea».

Abre el camino para favorecer la iniciativa y la creatividad de las personas del equipo aplicadas a un reto de la organización.

«Veamos que pasa … Hagámoslo ahora mismo».

Cuando surge una idea rompedora hay que abrirla camino para experimentarla y ponerla en marcha con urgencia, cosechando con ello el impulso emocional y la carga de energía positiva, acción e innovación que produce.

– Conversaciones que abren a la autoridad y al reconocimiento.

«Ahora hacedlo vosotros … Os pido un gran esfuerzo y seré yo el que lo haga primero».

Abre el camino a la influencia personal.

«Qué bien lo hice … No me preguntéis a mi, el éxito fue del equipo».

Asocia el éxito  y su paternidad a la acción de tu gente, vincula el logro al ellos y al nosotros.

«La culpa del fracaso es de otros … La responsabilidad de lo ocurrido y de los daños ocasionados es enteramente mía».

Asume por entero la paternidad del fracaso, asóciala al yo y al mi.

Abre el camino a la responsabilidad.

– Conversaciones que abren a la visión/misión.

«Esto es lo que tenéis que hacer … Os voy a mostrar lo que estamos haciendo en este momento y lo que significa en el camino de construir nuestra gran obra».

Recuerda a tu gente la importancia que tiene lo que se está haciendo, sobre todo cuando se trata de tareas menos agradables, las personas necesitan saber para qué esta sirviendo su esfuerzo y en qué se materializará. Abre el camino al legado.

Para que el cambio sea efectivo lo primero que deberás hacer es identificar todo tu arsenal de conversaciones limitantes y escribirlas en un papel, luego rediseñarlas como te he mostrado, y finalmente llevarlas a tu práctica conversacional diaria. Si logras instalar esta nueva tecnología en tu cerebro mediante el proceso de desaprendizaje-aprendizaje, los resultados no tardarán en llegar.

Las conversaciones poderosas son el código y la antena para atraer a tu vida a personas valiosas, sin darnos cuenta, como si se tratara de un imán, creamos comunidades, alianzas, empresas, organizaciones en torno a estilos de conversar. Sólo puedes crear riqueza con conversaciones ricas, con un estilo conversacional pobre, nadie te seguirá ni querrá hacer cosas contigo.

La función más poderosa del lenguaje es cambiar la mente y abrir al individuo a los espacios para cambiar el mundo, y esta función no se entrena desde nuestros sistemas educativos. Muchos piensan que el habla poderosa es la que habita en las esferas del academicismo, y eso es un engañabobos de «pobres refinados intrascendentes».

No hay tiempo que perder.

Adelante!!!

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