El liderazgo es el principio que mueve a las personas y las organizaciones.

Cuando te has formulado  las grandes preguntas que un ser humano se hace a sí mismo, y cuando en el marco de esas preguntas has dado respuesta afirmativa a la siguiente: ¿Yo quiero ser el protagonista de mi vida? Comienza un proceso de  cambio en lo personal acompañado de una búsqueda incesante en la que te acosarán las dudas, aparecerá el miedo, te asaltarán los saboteadores y los matadores de sueños, transitarás largas jornadas por desiertos, cometerás errores; pero a pesar de ello notarás como te conviertes en otra persona en la que la vida cobra un nuevo sentido lleno de significado, emoción y color.

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Sentir que eres dueño de tu destino, que eres parte activa con el universo en la construcción del futuro, es una sensación inigualable, en esencia es una de las experiencias más elevadas que puede experimentar un ser humano.

Todas las personas que hemos tomado el camino de liderar y emprender nuestras propias vidas, elegimos la opción más compleja, la que nos obliga a ser aprendices eternos y a un proceso de crecimiento permanente que combina la ambición y la humildad. Pensar en grande y a la vez ser humildes porque en el camino tropezamos y cometemos muchos errores.

Mi hija Claudia cuando tenía 12 años sintió su primera llamada a la vocación de liderar y emprender (ahora tiene 13), desde entonces aprendemos y crecemos juntos, ahora estoy ayudándola a escribir su primer libro sobre la materia. En una de las largas conversaciones de trabajo que mantenemos sobre el tema, estuvimos analizando dónde residía uno de los principales motores que impulsan a los líderes y los emprendedores, y cómo podemos contribuir a poner en marcha ese motor en otras personas. Reflexionábamos sobre el sentido de la vida, de cómo ven la vida las personas en los instantes previos a la muerte, pues eso nos podría aportar claves para conducir nuestra existencia. Le comenté que las personas cuando estaban próximas a la muerte no se arrepentían de los errores cometidos, sino de aquellos sueños que tuvieron y que nunca se atrevieron a llevar a cabo por miedo a equivocarse.

Como dice Emerson, el miedo es el elemento que más batallas ha ganado al ser humano. Pero cómo podemos neutralizar ese miedo, siendo conscientes de que es una realidad indisociable del ser humano. Uno de los caminos sin duda es creyendo firmemente en lo que hacemos y poniendo el principio de la acción en ello. Y todo esto pasa por el lenguaje.

Los dos somos convencidos del poder del lenguaje para producir cambio y crear nuevas realidades, estamos en la esfera del lenguaje desde su dimensión ontológica, y  por consiguiente en su aplicación al entrenamiento de nuevos líderes y emprendedores.

Todas estas reflexiones y propuestas prácticas de trabajo forman parte de su libro LIDERA. HAZ REALIDAD TU SUEÑO!!! Lógicamente, están formuladas desde el entendimiento de una adolescente, pero en esencia conectan con esta dimensión paradigmática:

Para poner en marcha el motor que mueve a las personas es muy importante que se formulen preguntas, y en torno a ellas visualicen nuevas oportunidades de acción sintiéndose parte del juego verbal y de los compromisos que nacen. En este caldo de cultivo conectamos con lo divino, con la dimensión poética de nuestro ser.

Podemos proponer directamente a una persona que haga una cosa, y posiblemente se sienta movida a hacerlo. Por ejemplo si decimos: ¿Haces esto conmigo? Pero como se sentirá verdaderamente emocionada e involucrada es cuando desde una conversación sincera trabajamos sobre la base de estas preguntas:

¿Crees en ello? ¿Crees que podrías lograrlo? Estas poderosas  preguntas nos dan pie para vernos en la acción, implican creer en algo de verdad, interiorización, visión de lo posible, emoción.

¿Quieres hacerlo? Esta pregunta da pie a que se abra la voluntad y se inocule un deseo en la mente.

¿Sabes hacerlo? Esta pregunta abre el espacio para el aprendizaje, el entrenamiento y la adquisición de las destrezas prácticas. También para la cooperación ( yo puedo enseñarte lo que sé y ayudarte).

¿Lo hacemos ya? Implica acción práctica, pasar de la potencia al acto, impulso, empuje, y movilización, pero no una movilización ciega, sino cargada de energía emocional fruto de la respuesta a las preguntas anteriores.

¿Vemos el camino recorrido y tomamos impulso? Implica retomar fuerzas, corregir y cargar las pilas para conseguir  lo que queremos.

Cuando tengas que moverte o mover a otras personas prueba a decir: vamos a hacerlo “a secas”, o haciendo esas preguntas.

Cuando una persona ha verbalizado: sí creo, sí quiero, sí sé cómo hacerlo, ya lo estoy haciendo. Su carga energética es imparable. Ponlo en práctica y experimentarás uno de los principios más poderosos  que mueve a las personas y las organizaciones.

Adelante!!!

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